Eduardo Florido

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Se vende olor a matalahúga

"Descanse en paz el nº 39 de Redes, con patio de azulejos de Ramos Rejano", alertó un amigo

Mi hija menor se distrae mucho en los zaguanes y casapuertas de la calle Espíritu Santo, lo cual no deja ser fastidioso cuando el tiempo apremia de vuelta de la guardería. Ajena a las calidades de las azulejerías y las forjas de los canceles, que de todo hay, toquetea paramentos y barrotes atisbando la fresca umbría donde sestean plantas diversas de ornamento: aspidistras, léase pilistras, cintas, costillas de Adán, helechos, plantas del dinero, lagarto, lagarto… Luego, tras su repaso al gusto de la casa, hay que limpiarle las manitas y proseguir el camino esquivando charcos y adoquines.

En ésas andaba cuando recibí una alerta digital. "Descanse en paz el número 39 de Redes, con patio de azulejos de Ramos Rejano". Uno, que se crió en Vicentillo, junto a los extintos corrales de vecinos, siempre sintió una íntima fascinación por las casas con patio de Don Vicente. Cuando iba a jugar a la pelota a la Plaza de Rull o a la calle García Ramos, por el camino admiraba la urdimbre señorial del caserío interior de San Vicente. El pálpito, pues, era comprensible ante tal alerta sobre una de aquellas casas de la niñez.

Asomado a la obra, que firma Derribos Sevilla S.L., recabé información de José Manuel Benot Ortiz, dilecto sobrino del inolvidable Fernando Ortiz e incansable vigía de las casas solariegas y de otras de menor alcurnia de la ciudad. Sin saber si tiene catalogación C o D, el promotor o propietario ha respetado la primera crujía, lo ancho de la fachada con su amplio zaguán y la cancela con una fecha significativa, 1869. Del patio interior, los azulejos de Ramos Rejano, la balaustrada de la terraza posterior y la fuente dio cuenta la piqueta como la Gloriosa de 1868 tiró abajo las murallas y las puertas.

Un año después de la fecha del cancel murió Bécquer. Juan Sierra, en un artículo de 1953, Arquitectura en Sevilla, puso de ejemplo lo que dejara dicho Bécquer tras sufrir el síndrome de Stendhal en una calle de Toledo: "En nombre de los poetas y de los artistas, en nombre de los que sueñan y de los que estudian, se prohíbe a la civilización que toque uno solo de estos ladrillos con su mano demoledora y prosaica". En Sevilla hace tiempo que vamos tarde. Ya convirtieron señoriales plazas-salón de pueblo en catetas plazas-salitas de estar urbanas. Y en Monsalves, en el número 4, no respetaron ni un palacio que era bien de interés cultural para hacer un hotel. ¿Tan difícil es levantar un hotel que respete mínimamente lo anterior, como el de Conde de Torrejón? El problema no es la catalogación, el problema es la sensibilidad del personal… y el dinero.

Para que calles como Espíritu Santo conserven su esencia, estaría bien que la comisaría de la Gavidia, de siniestro recuerdo, acogiese un centro de sensibilización sobre el patrimonio, el urbano y el inmaterial. Quizá sea tarde también: la comisaría, ya catalogada, se vende a medias. Y de aquí a poco ya no olerá a matalahúga en Espíritu Santo. La casa de Benjamín, el del horno, los pestiños y los roscos de Reyes, también se vende. Del todo.

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