Una Cataluña “singular”

Los independentistas demuestran que su apetito es insaciable. Mientras exigen el referéndum, esperan la lluvia de millones

Como era de esperar, las continuas cesiones de Pedro Sánchez a sus socios independentistas lejos de atemperar sus demandas sólo demuestran que las usan de aperitivo para alimentar un apetito insaciable. Ni una mínima tregua, ni un solo tono inferior en el diapasón que acompaña la monótona partitura que se les escucha desde hace una década, cuando alcanzaron el poder con el único objetivo de forzar la ruptura con España. La intervención navideña de esta semana del presidente de la Generalitat es el último ejemplo. Pere Aragonès ya da por superada la futura ley de amnistía y anuncia que el próximo año hay que abordar “la segunda fase del proceso de negociación con el Estado, donde Cataluña debe poder decidir libremente su futuro”. El manido referéndum. Mientras se concreta la consulta, Aragonès espera la lluvia de millones. El traspaso de los trenes de Cercanías, la gestión directa del Ingreso Mínimo Vital, una fuerte inversión en infraestructuras, la aprobación de una ley de plurilingüismo y un largo etc. Pero, sobre todo, reclama “una financiación singular” con una música que suena a la que se interpreta en los conciertos vasco y navarro. La solidaridad interregional que se la apliquen entre sí las comunidades más pobres. Excepto si hay que combatir la sequía. El cinismo del consejero de Acción Climática del Ejecutivo de ERC que sí vería necesaria la llegada a Barcelona de barcos con agua desde otras regiones. Si no fuera porque Sánchez es muy consciente del precio que el resto de España paga por estos apoyos independentistas, se diría que en Moncloa se ha instalado el síndrome de Estocolmo. Andalucía deberá velar en 2024 para transformar este “singular” en plural.

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