Cuando Taiichi Ohno y Eiji Toyoda revolucionaron la organización del trabajo en Toyota en los años cincuenta, difícilmente imaginaron que su filosofía –el Lean Management– trascendería el ámbito industrial. Su propuesta, basada en eliminar lo innecesario, estandarizar lo eficaz e implicar a las personas en la mejora continua, se ha convertido hoy en una herramienta fundamental en sectores muy diversos. Y empieza a mostrar un enorme potencial en un ámbito estratégico para la economía española: la Formación Profesional.
El mercado laboral actual demanda perfiles capaces de adaptarse al cambio, analizar procesos, resolver problemas y aportar valor mejorando lo existente. Las empresas no buscan solo conocimientos técnicos, sino mentalidades ágiles, colaborativas y orientadas a la eficiencia. En este contexto, Lean aporta un gran valor a la FP: no solo familiariza a los alumnos con una metodología ampliamente implantada, sino que refuerza su aprendizaje práctico y los entrena en una dinámica de innovación constante. Hacer innovando e innovar haciendo.
Este enfoque mejora tanto la capacitación profesional futura como el propio proceso de aprendizaje, que pasa de ser un reto técnico a un desafío colectivo. El alumno formado en Lean aprende que no basta con cumplir, sino que hay que contribuir. Así, la FP deja de ser una vía meramente técnica y se convierte en un espacio de desarrollo de competencias transversales como pensamiento crítico, adaptación, liderazgo, comunicación o trabajo en equipo.
En Andalucía, su aplicación cobra un valor estratégico adicional. Sectores como la industria aeroespacial, la manufactura avanzada, la sanidad o la obra pública utilizan Lean para optimizar recursos y mejorar resultados. Formar a futuros profesionales en estas dinámicas no solo incrementa su empleabilidad, sino que acelera la conexión entre el mundo académico y el empresarial. Cuanto más alineada esté la formación con la práctica real, más fluida será la transición al mercado laboral y mayor el impacto del talento joven en la economía.
La experiencia de la última década en diez centros SAFA –que este curso serán quince– confirma la eficacia de este enfoque. Allí donde se ha implantado, Lean ha actualizado la pedagogía, impulsado la innovación educativa, estrechado la colaboración con empresas y mejorado notablemente las oportunidades laborales de más de dos mil alumnos. Y lo ha hecho no por enseñar a trabajar “más rápido” o “con menos costes”, sino por fomentar una cultura de mejora continua que es clave tanto para la adaptación empresarial como para el desarrollo profesional.
La enseñanza de Lean en Formación Profesional no es una moda ni un simple añadido curricular: es una apuesta estratégica por un modelo educativo que evoluciona al ritmo de la sociedad. Y, sobre todo, es una oportunidad para transformar la relación entre educación y empleo, entre aula y empresa. Porque, al fin y al cabo, Lean nos recuerda que siempre se puede mejorar. Y si esa idea arraiga en las aulas, también lo hará en las fábricas, hospitales, oficinas y en cualquier espacio donde se construye nuestro futuro.