Bonsor: la cuna del turismo arqueológico

Patrimonio

Los viajes culturales que hoy mueven a miles de viajeros ávidos por descubrir la historia y las costumbres deben mucho a un inglés que vivió en Mairena del Alcor

Galería gráfica: Visita a la Casa Bonsor

Castillo de Bonsor. Mairena del Alcor
Vista del foso y la cantera que rodea al castillo. / José Angel García
María José Guzmán

08 de diciembre 2021 - 22:53

La primera sorpresa aparece nada más cruzar el umbral del número 2 de la calle Real de Mairena del Alcor. Al atravesar la casa se accede a un patio que descubre al visitante una fortaleza, un castillo medieval construido por los Ponce de León y rodeado por un olivar convertido hoy en un parque con impresionantes vistas a la comarca. Un legado restaurado y conservado gracias a la iniciativa de Ayuntamiento de la localidad, que ha apostado por mantener un patrimonio cultural donde se puede leer la historia y que todavía guarda muchos capítulos bajo tierra, en los yacimientos que poco a poco van descubriendo un equipo de arqueólogos del que forma parte Ana Gómez.

Esta trabajadora municipal, arqueóloga de formación, inicia el relato de una visita que se transporta a la época de los viajeros románticos que a finales del siglo XIX sembraron el germen de lo que hoy es el turismo. Y entra en escena el personaje principal: Jorge Bonsor. Hijo de una familia acomodada nació en Francia en 1855 pero, debido a la muerte temprana de su madre, se crió con sus tíos en Inglaterra y, al cumplir la edad escolar, acompañó a su padre, un ingeniero que participó en la instalación del alumbrado público en Cádiz, en sus viajes por Europa conociendo y estudiando también en Moscú y en Bélgica. De hecho se licenció en Bellas Artes en Bruselas y fue entonces, como viaje de estudios, cuando vino a España y, por consejo de su padre, visitó Carmona. Y ello le cambió la vida. Fascinado por la mezcla de culturas y el rico patrimonio que descubrió se instaló en la localidad, donde le apodaron como el pintor inglés. Esa actividad le permitió introducirse en la sociedad carmonense y contactar con gente aficionada a la historia como el farmacéutico Juan López Fernández o Luis Reyes, apodado Calabazo que recolectaba hierbas medicinales. Con él precisamente descubrió los restos arqueológicos de Carmona y con el farmacéutico fue con quien se asoció para comprar en 1881 la compra de los terrenos que ocupan hoy la necrópolis romana, que acondicionaron y donde iniciaron las primeras excavaciones sin apenas formación, con un espíritu absolutamente autodidacta.

Y ahí se inicia una aventura que supone la inauguración en 1885 de la necrópolis y la fundación de la Sociedad Arqueológica de Carmona y posteriormente la construcción de un museo donde Bonsor empezó a exponer los ajuares rescatados de las tumbas y que es el primer yacimiento musealizado que hubo en España. “Ya entonces las guías de turismo anunciaban Itálica pero la necrópolis de Carmona se convirtió en un lugar único porque su gestión era propia, contaba con un museo, tienda, la oportunidad de alquilar una sillita y hasta almorzar...”, comenta Ana Gómez para apuntar que, sin duda, allí se encuentra la cuna del turismo arqueológico en España.

El relato ya ha cautivado al visitante que, en su paseo guiado, sale a unos jardines muy cuidados y un castillo reconstruido que guarda con respeto las huellas del tiempo. Y la arqueóloga Ana Gómez recrea lo que allí había hace exactamente 120 años: un castillo en ruinas que Bonsor compró por 2.000 pesetas para convertirlo en museo. Bonsor siguió investigando en las colonias agrícolas prerromanas del Valle del Guadalquivir y excavando en Los Alcores y sumando materiales que tenía necesidad de exponer.

Torre por restaurar.
Torre por restaurar. / José Angel García

A modo de testigo, una torre sin restaurar muestra aún su arco abovedado que sirve a la guía para explicar cómo era el proceso de construcción y la arquitectura del momento. Bonsor rehabilitó torres y murallas, abrió una nueva puerta hacia la Vega y edificó dentro del castillo su residencia particular, a la que se trasladó tras casarse con Gracia Sánchez Trigueros. La casa y los jardines mezclan el estilo andaluz con el inglés y en su día estuvieron ya abiertos al turismo. La fortaleza, después de los años 20, figuraba también en las guías turísticas como parte de una ruta por Los Alcores que ofertaban agencias como Thomas Cook y luego Marsán. Los turistas llegaban desde Sevilla y pasaban por Alcalá de Guadaíra, Mairena del Alcor, El Viso del Alcor y Carmona, viajeros de alto standing que se alojaban en el Alfonso XIII y otros hoteles de la exposición y hacían excursiones.

Las restauraciones acometidas por el Ayuntamiento de Mairena del Alcor, que recurrió a una subvención del Gobierno central del 1,5% cultural, han sido muy respetuosas y permite, con un impacto visual mínimo, distinguir las intervenciones de distintas épocas. También se ha añadido una sala de exposiciones y se han mantenido túmulos y elementos que Bonsor usó en su momento como piedras de cañón, de molino, columnas, capiteles... que pueden verse en el jardín, donde sorprende ver un pozo a esa altura y hasta un escondite que, aún no se sabe, si fue silo para almacenar grano o mazmorra.

Cotorra.
Cotorra. / José Angel García

Los gritos de las cotorras y los cernícalos rompen en ese momento de misterio y obligan a desviar la atención hacia arriba. El castillo de Mairena del Alcor cuenta con la mayor colonia de cernícalo primilla que se conserva en la península ibérica y, probablemente, en Europa en un edificio urbano. Las restauraciones han tenido presente a estos inquilinos y se usaron los mechinales de las murallas para colocar dentro vasijas y hacer nidos que ahora son objeto de un seguimiento por parte de técnicos de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía que controlan la población de cernícalos y su convivencia con otras especies.

Al subir a una de las torres se aprecia la inmensidad de la Vega y los Alcores, se atisban restos arqueológicos, otros yacimientos y es fácil imaginar a Bonsor, que también era aficionado a la astronomía, disfrutando de este privilegiado observatorio al anochecer o de cálidos atardeceres que muchos turistas románticos se llevaron en su retina. Y cómo el foso se convirtió en una cantera de la que salieron muchos materiales para la reconstrucción del castillo.

Dentro, al casa se ha convertido en un espacio muy polivalente con capacidad para alternar distintos usos. Las distintas salas transportan de nuevo al visitante al universo de Bonsor a principios del siglo XX. Entre vitrinas, fotos, numerosas pinturas y elementos arqueológicos se aprecia otra de las aportaciones de Jorge Bonsor que dio pie al origen de la museografía moderna científica al introducir una disposición más positiva, analítica y científica que intenta explicar con reconstrucciones sus hallazgos e investigaciones. Resulta especialmente didáctico conocer en este espacio más sobre la cultura del vaso campaniforme y la cerveza, por ejemplo.

Algunas de las colecciones que se exponen.
Algunas de las colecciones que se exponen. / José Angel García

El paseo por las salas descubre también al Bonsor hispanista pues fue miembro de la Hispanic Society of América que fundó su amigo y también arqueólogo Archer Huntington. Fue su mujer quien le ayudó a buscar piezas artesanales de loza, cobre, bordados andaluces y artículos que se convirtieron en souvenirs de la época y que pasaron a completar el museo neoyorkino y también el propio en Mairena del Alcor con aportaciones etnográficas. Especialmente llamativas son las chaquetillas que vestían esos primeros turistas para, en teoría, pasar inadvertidos entre los autóctonos y que, sin duda, sostuvieron muchos de estos negocios artesanales en la comarca.

Junto a Gracia Sánchez, su segunda esposa también fue fundamental en la historia de Bonsor. Tras su fallecimiento en 1930, Dolores Simó se quedó viviendo en el castillo, donde se levantó una casita para sus familiares, y se encargó de velar por la conservación del legado, que incluye una extensa biblioteca, y de permitir la entrada de otros investigadores para continuar con la labor científica que emprendió su marido. También de dar paso a las administraciones públicas, Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Mairena del Alcor, que han contribuido a poner este patrimonio a disposición de los vecinos un museo y unos espacios que albergan actividades culturales y educativas y hasta bodas y eventos privados.

Una auténtica cadena de personajes que tienen mucho que ver con el nacimiento de un turismo ahora en auge, un turismo cultural y también arqueológico que sigue atrayendo hasta los Alcores a visitantes alimentando una industria con una dimensión difícilmente imaginable hace sólo un siglo.

Vitrina que forma parte del Museo del Turismo.
Vitrina que forma parte del Museo del Turismo. / José Angel García

La Sala 56 del Museo del Turismo

Un artículo sobre una visita al castillo publicado en La Voz de Carmona en 1930 sirve de fondo a la vitrina convertida desde el pasado mayo en la Sala 56 del Museo del Turismo (www.themuseumoftourism.org), una iniciativa sin afán de lucro que divulga la historia del sector turístico en todo el mundo. Entre los tesoros también se incluye la reproducción del cartel promocional de la visita al castillo por parte de la Sección de turismo de la Exposición Iberoamericana, la primera postal del castillo publicada y puesta a la venta en el monumento a final de los años 20 y una fotografía de la caravana de automovilistas de Baviera que visitaron el castillo en un tour por España en 1927. Además, se expone una reproducción de uno de los carteles de la necrópolis de Carmona de finales del siglo XIX y una guía del yacimiento y el museo de 1889.

stats