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Las Navas de la Concepción

La Sierra Norte de Sevilla: Razones para no ser un parque natural

Entrevista al alcalde de Las Navas de la Concepción / Antonio Pizarro

Una invitación que no ha recibido respuesta. El alcalde de Las Navas de la Concepción, el socialista Andrés Barrera, propuso a principios de año a la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, visitar este municipio situado en un extremo de la provincia de Sevilla para que constatara los motivos por los que sus vecinos quieren dejar de pertenecer al Parque Natural de la Sierra Norte. Barrera reaccionaba, así, a la negación del Gobierno español a que en esta localidad se llevara a cabo una consulta popular sobre esta cuestión. Una de las razones que esgrimió el Ejecutivo central –y quizás la que más ha irritado al Consistorio navero– es que esta inclusión no interfiere “en el día a día” de dichos habitantes. Un argumento que el regidor rebate con un recorrido por Las Navas.

El despacho de Andrés Barrera se encuentra situado en la planta baja del Ayuntamiento de Las Navas. Desde allí ve cómo entran y salen a cada instante los vecinos que acuden a la Casa Consistorial. La última en hacerlo es una mujer mayor que viene a depositar las pilas usadas. El alcalde le indica dónde dejarlas. David es un trabajador municipal que hace en esta jornada las veces de guía. La primera parada de la ruta es una casa rural que aún no ha podido ser inaugurada, pese a que el proyecto se puso en marcha en 2016.

Esta residencia turística se encuentra enclavada en plena sierra, a varios kilómetros del casco urbano, por lo que cualquier obra que se haga –por mínima que sea– debe contar con la autorización del Parque Natural de la Sierra Norte. Tras recibir la petición el Ayuntamiento, el arquitecto municipal se puso en contacto con la entidad encargada de velar por este entorno natural. “Hubo que hacer fotos aéreas para demostrar que la edificación ya existía y que simplemente se iba a acometer una reforma”. Cuando en 2020 se consiguió pasar ese trámite, llegó otro inconveniente: el tendido eléctrico cruzaba una vía pecuaria, lo que provocó el rechazo del parque. Los promotores han presentado una alternativa, que está a la espera de obtener el visto bueno.

Han pasado, por tanto, seis años desde que se planteara este alojamiento sin que sus dueños hayan podido recuperar la inversión realizada. Y lo más preocupante, sin saber cuándo pondrán en marcha este negocio.

La casa rural proyectada en 2016 y que aún no se ha podido inaugurar. La casa rural proyectada en 2016 y que aún no se ha podido inaugurar.

La casa rural proyectada en 2016 y que aún no se ha podido inaugurar. / Antonio Pizarro

El ejemplo de estos promotores se asimila al de muchos otros que previamente han querido emprender en un municipio propio de la España vaciada, donde se lucha desde hace tiempo por fijar la población. Pero el entorno, en lugar de ser un aliado, se ha convertido en un enemigo, de ahí que los vecinos muestren una total desafección por el parque natural, como quedó demostrado en las mesas técnicas que se celebraron hace años para abordar esta cuestión.

El alcalde precisa que este desapego no se debe al parque en sí, ni a que los habitantes desprecien el medio ambiente. “Ni mucho menos, aquí siempre se ha sabido conservar y mantener el entorno. De hecho, desde que en 1989 se constituyó el parque, la dehesa se encuentra en peores condiciones”, afirma Barrera. El motivo de esta “desidia” son las leyes que regulan el espacio protegido y que, a juicio del regidor, se han realizado “de espalda al pueblo, que las sufre”.

Instalaciones eléctricas pendientes de colocar por la falta de respuesta del Parque Natural de la Sierra Norte. Instalaciones eléctricas pendientes de colocar por la falta de respuesta del Parque Natural de la Sierra Norte.

Instalaciones eléctricas pendientes de colocar por la falta de respuesta del Parque Natural de la Sierra Norte. / Antonio Pizarro

Un mero trámite, que en cualquier otra comarca no tarda más de dos semanas, aquí puede alargarse meses. Ejemplo reciente es el de las talas de alcornoques, que Barrera recuerda al ver a un grupo de jornaleros cortando las ramas de un olivar, tras acabar la temporada de recogida de la aceituna. “Ha habido casos en los que la solicitud para talar se ha presentado en noviembre y en enero no había llegado la respuesta, cuando el tiempo de poda acaba en marzo”, señala el regidor, quien culpa de esta demora a la “excesiva burocracia” que ralentiza cualquier proceso, hasta los más habituales.

El alcalde comenta la situación subido a un todoterreno de la flota municipal, que conduce David. Los caminos de tierra sólo pueden ser transitados por este tipo de vehículo. La sequía se palpa en los senderos rurales. El polvo de meses se acumula ante la falta de lluvia. El suministro de agua es otro de los problemas que sufre Las Navas. “El abastecimiento se gestiona con pozos”, refiere Barrera, que recuerda que hay un proyecto para la conexión con el embalse del Pintado, unos trabajos que requieren de una inversión de 70 millones de euros. “Somos la comarca más rica en agua y no tenemos un acceso directo a los pantanos”, añade.

Vista aérea de Las Navas de la Concepción. Vista aérea de Las Navas de la Concepción.

Vista aérea de Las Navas de la Concepción. / Antonio Pizarro

Al agua se suma la basura, donde también tiene incidencia el parque natural. “Nos obligan a llevar los residuos a Guillena, porque aquí no nos permiten instalar una planta de transformación. Gracias a la Diputación, este sobrecoste no incide en la tasa que pagan los vecinos”, detalla el regidor mientras el todoterreno pasa cerca del vertedero que tuvo que sellar el Ayuntamiento de la localidad, unos trabajos que comunicaron en todo momento a la Junta y por los que el municipio fue sancionado con 60.000 euros. Un montículo de tierra, cubierto de jaramagos, es lo que queda hoy de aquel depósito de residuos.

Esta multa fue la gota que colmó el vaso y la última razón que impulsó la consulta popular para que los vecinos expresaran si querían salir del Parque Natural de la Sierra Norte. Un referéndum negado por el Gobierno. Y es que el balance que hace el Ayuntamiento de Las Navas de los más de 30 años de pertenencia al órgano que vela por este enclave no son nada satisfactorios. “Nos prometieron un plan de desarrollo sostenible con el que lograríamos más infraestructuras, dotación económica y fijación de la población. Desde 1989 no hemos conseguido ninguna de las tres cosas”, lamenta Andrés Barrera antes de llegar a uno de los “tesoros” de este municipio, la ribera del Ciudadeja.

La plaza principal de Las Navas, con las direcciones hacia otros pueblos. La plaza principal de Las Navas, con las direcciones hacia otros pueblos.

La plaza principal de Las Navas, con las direcciones hacia otros pueblos. / Antonio Pizarro

Las infraestructuras conforman una de las asignaturas pendientes de la zona, especialmente en esta localidad, “que no pilla de paso”. La vía que la une con Constantina recibe el nombre de “la carretera del año”, porque en ella se suceden 365 curvas. “Algunos políticos, que no se creían nuestra situación y han venido a visitarnos, han vomitado al transitarla”, recuerda Barrera. Se tarda unos 20 minutos en recorrerla, un trayecto zigzagueante en el que el volante del coche nunca se endereza.

Esta carretera es la que toman todos los días los alumnos de Las Navas que acuden al instituto de Constantina a estudiar. Lo hacen desde segundo de la ESO hasta el último curso de Bachillerato. Anteriormente, el único centro educativo del municipio navero tenía la ESO completa, pero esta posibilidad ya no se ofrece, lo que obliga a los jóvenes a salir en autobús escolar a las 6:00 y regresar a las cuatro de la tarde.

Las limitaciones que impone el parque natural obliga a que dicha carretera presente ese trazado tan peligroso e incómodo, lo que también impide la llegada de más proyectos y turistas.

El alcalde Andrés Barrera, en la ribera del Ciudadeja. El alcalde Andrés Barrera, en la ribera del Ciudadeja.

El alcalde Andrés Barrera, en la ribera del Ciudadeja. / Antonio Pizarro

Respecto a la fijación de población, se trata de otro objetivo no cumplido. Un trabajador del Ayuntamiento le pasa al alcalde los últimos datos demográficos. Cuando en 1989 el municipio entró a formar parte del parque, contaba con más de 2.000 habitantes. Ahora, apenas supera los 1.500. La juventud es la que más se marcha. “Los que tienen estudios, no encuentran aquí futuro”, advierte Barrera, que puntualiza que la merma de población se “suavizó” al principio de la pandemia. “Muchas personas volvieron a su segunda residencia para confinarse. Las casas de aquí son más amplias”, explica. No obstante, teme que ese “repunte” acabe cuando se retome la normalidad “plena”.

Y el último apartado, el de las partidas económicas, tampoco ha sido satisfactorio. Andrés Barrera lo resume en una frase:“Aquí el dinero lo pone el Ayuntamiento para que lo manejen otros”. Le sirve de ejemplo la restauración acometida en los molinos del Ciudadeja, el río donde se congregan los naveros para celebrar sus fiestas más importantes. Lugar para desconectar en el sentido más literal, pues el móvil se queda sin cobertura.

En este sendero hay dos establecimientos que tuvieron que poner fin a su actividad por las limitaciones del parque. Uno de ellos era un restaurante que cerró sus puertas. Y otro, ni siquiera llegó a abrirlas. Se trataba de otro proyecto de casa rural con servicio de restauración en el que las condiciones exigidas para su puesta en funcionamiento hicieron desistir a los promotores. La construcción que se inició acabó convertida en criadero de cabras. Un ejemplo más de que la legislación de un entorno natural se vuelve enemiga para el desarrollo de la Sevilla vacía.