Huelva

El final del túnel

  • El año cerró con una reducción muy importante de los beneficios de las grandes empresas del Polo Químico, cuando no entraron en pérdidas

Javier Chaparro

Director de Huelva Información

Pocos territorios pueden jactarse de poseer una economía tan diversificada y tan consolidada como Huelva. Ambos factores, unidos al espítitu emprendedor del empresariado onubense, le han permitido escapar del año 2009 sin el pesimismo con el que se arrancó y poder afrontar el futuro con perspectivas de crecimiento reales. La orografía de la provincia, donde se juntan la costa y la sierra, es reflejo de su variedad económica. La industria pesada, la minería, la agricultura, la ganadería, la pesca y el turismo tienen una presencia nada despreciable y con mucho futuro a falta de que las administraciones aprueben la asignatura pendiente: la carencia de infraestructuras.

Como afirma un alto representante de la patronal onubense, “no es que veamos ya luz al final del túnel, pero al menos sabemos dónde termina éste”. En otras palabras, 2009 supuso el final de la crisis en la provincia y 2010 representa el punto a partir del cual se podrá remontar con los pies en el suelo. Las soluciones no resultan fáciles, pero sí se presentan al alcance de la mano.

Huelva posee uno de los polos industriales más importantes de Andalucía, fruto de los planes de desarrollo de la España franquista. Esa herencia, marcada durante décadas por un brutal impacto ambiental, se ha transformado para convertirse en un elemento sostenible y positivo que da empleo directo a más de 7.000 personas y que ve cómo los países con economías más pujantes vuelven a tirar hacia arriba de la demanda.

El año cerró con una reducción muy importante de los beneficios de las grandes empresas del Polo Químico, cuando no entraron en pérdidas. Ercros, Fertiberia, Tioxide o Ence son ejemplos claros de las repercusiones de una crisis que dejó en la calle a centenares de trabajadores, algunos de forma definitiva y otros mediante expedientes de regulación de empleo (ERES) temporales. Aunque por distintos motivos: mientras Ercros planteó incluso un cierre de la factoría (que parece haberse quedado en mantenimiento de una línea de producción), Fertiberia se ve obligada a cesar parte de su actividad como consecuencia de una sentencia judicial y Tioxide ha reestructurado su fábrica para hacer frente a sus malos resultados económicos.

Punto y aparte merece la situación de Nilefos, dedicada a la fabricación de los polifosfatos –ingrediente básico de los detergentes presentes en los hogares- y cuyos responsables recibieron de la Junta de Andalucía una subvención de 2,3 millones de euros a los que se les ha perdido el rastro tras la fuga de su principal accionista. Los 56 trabajadores quedaron en la estacada y los controles de la Administración muy en entredicho.

A la lista de empresas en crisis hay que sumar Astilleros de Huelva, una firma emblemática en la capital de la que llegaron a vivir en sus mejores años hasta 1.200 trabajadores. Una gestión más que dudosa, que la comprometió en la ejecución de encargos por encima de sus posibilidades, y la caída del negocio a nivel mundial la han llevado a acumular 215 millones de deuda sólo en su factoría de Huelva. En el momento de redactar esta crónica busca su tabla de salvación con la llegada de un nuevo socio -Boluda, Gallardo…- y una reconversión inevitable que la lleve a producir nuevos productos y buscar mercados alternativos.

El panorama es bien distinto para la refinería La Rábida de Cepsa, en Palos, y Atlantic Copper, dedicada a la fundición de cobre. Ambas tienen motivos para estar felices. De acuerdo con sus previsiones, la primera de ellas, en el término de Palos, inauguraría en febrero de 2010 unas nuevas instalaciones destinadas a la producción de gasóleo, combustible del que España es deficitario. La apuesta realizada por la compañía en este proyecto alcanza los 1.250 millones de euros, lo que la convierte en la inversión industrial más importante en Andalucía en muchísimos años.

Los esfuerzos de las administraciones -muy especialmente de la Diputación de Huelva, que ha llevado a cabo una intensa campaña de promoción- y de las propias empresas por implicarse en el tejido social de la provincia -aunque a este respecto les queda aún mucho trabajo por delante, sobre todo en materia de responsabilidad social corporativa- la imagen de la industria de Huelva comienza a cambiar, aunque sea lentamente. Al contrario de lo que ocurría años atrás, nuestros representantes políticos parecen haber asumido que una industria sometida a mecanismos de control rigurosos, según las exigencias de la Unión Europea, es demasiado beneficiosa como para darle la espalda. ¿Preferiríamos acaso que esa misma industria se situase a sólo unos pocos kilómetros de distancia -al otro lado del Estrecho, por ejemplo- bajo medidas de vigilancia y funcionamiento más laxas que las existentes aquí?

Otro de los sectores económicos emergentes es el minero. No en vano son las materias primas las primeras en notar los efectos de la recuperación económica iniciada en China y EE UU. El aumento de la demanda de hierro y, fundamentalmente, de cobre, es una realidad. Este último duplicó prácticamente en el último año su precio, lo que convierte a la faja pirítica que se extiende entre Sevilla y Huelva en un bocado preciado para las grandes multinacionales del sector. En términos de empleo, los contratos directos e indirectos se cuentan por centenares en cada explotación.

Dos grandes proyectos están en marcha en la Cuenca Minera onubense, una comarca castigada por el paro y en la que abundan prejubilados gastando su tiempo en las plazas de los pueblos. La canadiense Iberian Minerals es la responsable en Valdelamusa de Minas de Aguas Teñidas SA (Matsa), dedicada a la extracción de cobre de gran pureza, zinc y plomo. El segundo proyecto minero es el de Emed Minning, empresa de capital chipriota que quiere reabrir a finales de 2010, tras una década cerrada, la mina de Riotinto.

A ambas minas hay que sumar dos más: La Zarza, en Calañas, y Cala, en el municipio del mismo nombre. La irlandesa Ormonde y la chilena Antofagasta Minerals trabajan de la mano a la búsqueda del ansiado cobre en la primera de ellas, si bien se está aún en la fase de prospección; la segunda, por el contrario, echó el cierre a comienzos de 2010 tras un siglo de actividad, si bien sus vetas de hierro son aún suficientemente ricas como para que una serie de inversores –Río Narcea, Gallardo y un supuesto broker chino- se hayan interesado por su reapertura.

Quien visite algunas de las explotaciones agrícolas onubenses puede llevarse la impresión de que se haya en un invernadero montado por la NASA en pleno cosmos. Los cultivos tradicionales e hidropónicos constituyen una vanguardia que se abre paso en los mercados europeos en medio de una fuerte competencia en la que no sólo cuentan los precios y la calidad de los productos, sino también la imagen. La visión parcial y sesgada de algunos reportajes periodísticos ha presentado a Huelva como un lugar donde la explotación del inmigrante está a la orden del día cuando fue esta provincia la pionera en la puesta en marcha de los contratos en origen y de la regulación de los flujos de trabajadores extranjeros.

En ganadería, la referencia es el cerdo ibérico. La bonanza de años anteriores hizo que la cabaña creciese a partir de 2006 de manera tan desorbitada que, una vez madurados los jamones en los secaderos durante dos años, el mercado fuese incapaz en plena crisis de absorber tanta producción. La consecuencia fue una brutal bajada de precios, en torno a un 30 por ciento, que aminoró las pérdidas.

La crisis no pasó de largo por el sector turístico, si bien los niveles de ocupación alcanzados pusieron a la provincia como líder del sector a nivel nacional durante la temporada estival. Fue gracias a una oferta de turismo familiar de cercanía -nada de escapadas a países exóticos- unida a una calidad contrastada a precios muy contenidos.

La provincia onubense no deja de ser, desde el punto de vista orográfico, un fondo de saco con un único camino de entrada y salida, por lo que la rentabilidad de las inversiones en carreteras y trenes queda prácticamente circunscrita a la propia provincia. No en vano, el AVE no tiene aún una fecha para su llegada –los cálculos más optimistas hablan de 2016- y el aeropuerto no deja de ser una entelequia, máxime a la vista de las ruinosas experiencias de otras ciudades. La duplicación de la N-435, la carretera que une Huelva con Badajoz y que ostenta el título de carretera más peligrosa de España por sus abundantes puntos negros, es otra demanda que permanece en punto muerto. Las infraestructuras, el talón de Aquiles de Huelva.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios