Málaga

Del fracaso institucional al éxito personal

  • El cocinero Dani García ganó la segunda estrella Michelín para su proyecto más emblemático, el restaurante Calima

Pablo Bujalance

El año 2010 será recordado en Málaga en lo que a la cultura se refiere por los sonados fracasos en lo institucional y algunos notables éxitos en casos particulares de creadores y artistas, lo que confirma la cada vez más acusada distancia entre ambos y la polarización de la cultura en la ciudad. El 28 de septiembre, los responsables de la candidatura de Málaga a la Capitalidad Cultural de Europa en 2016 defendieron el proyecto en el Museo Reina Sofía de Madrid ante el tribunal competente en la primera selección de aspirantes; contra todo pronóstico, sólo dos días después Málaga quedaba definitivamente fuera de la carrera. Tras el jarro de agua fría y con más de 700.000 euros invertidos, los argumentos que pretendían explicar los motivos de la descalificación no se hicieron esperar: si otras candidatas como Córdoba habían puesto en marcha sus fundaciones ciudadanas (integradas por administraciones, empresarios, entidades financieras y otros agentes decisivos), hacía años, Málaga no constituyó la suya hasta bien entrado el 2010, con un presidente, el empresario Juan López Cohard, reclamado como tercera opción tras la negativa de las dos anteriores, y con un margen de maniobra demasiado estrecho.

Para la redacción y defensa del proyecto se contrató a la empresa Ingenia QED, dirigida por Fernando Huici, que recabó iniciativas a través de diversas mesas compartidas con creadores y gestores culturales y que realizó para la defensa de la candidatura un vídeo fuertemente criticado incluso por el alcalde, el popular Francisco de la Torre. Además, pocos días antes de la defensa, salió a la luz la renuncia que había sido presentada en agosto por el gerente de la Fundación Málaga Ciudad Cultural, Javier Ferrer (a su vez gerente del Ayuntamiento y destinado a este cargo por el mismo alcalde), por desacuerdos con el presidente. La pretendida unión institucional también se vino abajo cuando el presidente de la Diputación provincial, el socialista Salvador Pendón, anunció que no acudiría a Madrid a hacer acto de presencia en la exposición del proyecto el día antes de que se celebrara la misma.

La sensación de improvisación fue por tanto notable y el descrédito alcanzó la cumbre en un posterior Pleno municipal convocado para analizar las causas del fracaso y que terminó con un lamentable enfrentamiento entre partidos. Pero cabe celebrar, sin embargo, algunos éxitos personales. La bailaora malagueña Rocío Molina, una de las más asombrosas sensaciones de la última Bienal de Sevilla, se alzó con el Premio Nacional de Danza en su modalidad de interpretación en un año en que también conquistó el Festival Flamenco de Nueva York, con el mismísimo Mijail Barishnikov (coreógrafo del Teatro Bolshoi de Moscú y antiguo primer bailarín del American Ballet Theatre) rendido a sus pies. En otro margen, el cocinero Dani García ganó la segunda estrella Michelin para su proyecto más emblemático, el restaurante Calima en Marbella, mientras se disponía a iniciar la expansión internacional de La Moraga, su línea de negocio consagrada a la tapa como categoría gastronómica, con diversas sedes ya garantizadas desde Nueva York a Tokio. La cultura, de cualquier forma, continúa así en Málaga con nombre propio.

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