Establecido está. Cada cita en Heliópolis es una fiesta y ver al Betis en la tabla da pie para que la fiesta no acabe hasta, como mínimo, el próximo compromiso. Un 4-1 al Valencia y lo mejor de todo fue la forma de conseguirlo a pesar de que hasta tuvo su momento de zozobra cuando a pique de intermedio, el Valencia recortaba uno de los dos goles que había conseguido Borja Iglesias, vía VAR el primero y de rematador nato el segundo.

Salió el Valencia enardecido, pero se topó con Bravo; ocurre que este Betis que ha moldeado Pellegrini se acostumbró a ganar de tal manera que raro es el obstáculo que se lo impide. Con Guido yCarvalho en el núcleo del invento, Fekir y Canales haciendo estragos en los desbordes para que Borja y Juanmi hagan goles como churros, este Betis puede conseguir lo habitualmente inalcanzable siempre y cuando la tensión que muestra a diario no tenga fecha de caducidad.

Es una delicia ver este Betis y una maravilla deleitarse con la posición que ocupa en la tabla. Una posición que invita a soñar si no fuese por el peligro que se corre con el ensimismamiento. Un gol de Paulista en clara transgresión reglamentaria con Bravo hizo que al descanso se llegase con la sombra de lo ocurrido con Espanyol y Rayo muy fresca en la sesera. El temor a una desaplicación hizo que la segunda parte se mirase con desconfianza y tentándose la ropa, pero...

Este Betis no estaba anoche para bromas y con dos nuevos papirotazos ponía tanta tierra de por medio que de buenas ganas hubiera pedido la hora Bordalás anticipadamente. Habiendo dormido en Territorio Champions, ahora queda un Tourmalet con tres tachuelas de aquí te espero en el plazo de una semana. Metropolitano, Leverkusen y derbi para lo que guste mandar. Un reto maravilloso para este Betis que maravilla a diario con su fútbol y con la ilusión que emana.