Real Betis

La semana fantasma

  • Tras la derrota en el derbi y con Rubi en la picota, el club mantiene su política del silencio como estrategia

  • Quique Setién es el plan B para cuando se decida destituir al catalán

Ángel Haro y José Miguel López, en un entrenamiento del Betis.

Ángel Haro y José Miguel López, en un entrenamiento del Betis. / Juan Carlos Muñoz

Una semana después de perder el derbi en el Benito Villamarín, el Betis continúa en silencio. El mutismo instalado en el club como estrategia comunicativa no se ha roto ni para que el aficionado conozca la opinión de los dirigentes sobre lo que está sucediendo en el interior de la entidad, donde la figura de Rubi vuelve a estar en la picota. La sombra de Quique Setién, el elegido para sustituirlo, cada vez es más alargada, una situación con la que el entrenador catalán ha tenido que convivir prácticamente desde su llegada a Heliópolis.

Sin comparecencias públicas de los máximos dirigentes desde hace casi medio año, el Betis se ha encerrado en sí mismo ante la falta de una voz cualificada que pueda exponer un discurso coherente sobre los planteamientos deportivos del club. Si el nuevo formato de las presentaciones de los fichajes eliminó la posibilidad de que el club enviase el mensaje oportuno durante el mercado estival, la sucesión de malos resultados ha provocado una huida de los dirigentes de la escena pública. Con el equipo como decimoséptimo clasificado y muy lejos del objetivo inicial tras cumplirse el primer tercio del campeonato, nadie en la entidad ha sido capaz de aparecer para ofrecer una explicación a lo que se viene cociendo en el interior.

Y es que esta semana fantasma, como se puede calificar de puertas hacia fuera, sí ha sido movida internamente. Si la victoria ante el Celta y, sobre todo, el empate en el Santiago Bernabéu elevaron el crédito de Rubi, la derrota en el derbi volvió a dejarlo muy tocado y a expensas de una nueva evaluación por parte de los dirigentes. Las reuniones del área deportiva han sido constantes y también se ha contado con la opinión de parte de la plantilla, que, hasta el momento, sí ha demostrado compromiso con el actual cuerpo técnico, quizá uno de los aspectos que más ha pesado para que Rubi haya acabado la semana como entrenador del Betis.

Quique Setién, en un partido del pasado año. Quique Setién, en un partido del pasado año.

Quique Setién, en un partido del pasado año.

Pero mientras el técnico verdiblanco dirigía una semana atípica de trabajo, ante la ausencia de los internacionales y con algunos jugadores arrastrando molestias de semanas atrás, los dirigentes han mantenido su mirada hacia Quique Setién. Si Radio Sevilla informó hace dos semanas que el vicepresidente y hombre fuerte del área deportiva José Miguel López Catalán llevó a votación al consejo el nombre del cántabro como sustituto de Rubi, esta decisión ha ido cobrando peso durante la semana y en el club ya nadie duda de que Setién será el elegido en cuanto los dirigentes decidan acabar con la etapa de Rubi en la entidad.

El desconcierto y la desconfianza en la situación incluso han provocado que nadie haya salido para reforzar la figura del entrenador, por más que en privado sí se haya asegurado que el catalán tendrá una última bala ante el Valencia en el duelo del próximo sábado. Es la misma soledad que Rubi ha sentido desde su llegada y que sólo se mitigó en aquella semana tras la derrota ante la Real Sociedad cuando los dirigentes sí bajaron al vestuario para mostrar su apoyo total al técnico. Quizá entonces pesó el hecho de que Setién no veía claro esa posibilidad de regresar al Betis, una opción que ahora sí está más que latente y que sólo depende de los máximos gobernantes.

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