Tras el pitido final del encuentro llegó el momento de emoción. Más emoción, porque lo vivido por Joaquín en el día en el que se despedía del fútbol profesional fue una explosión de emociones de principio a fin.

"Y después del partido no nos vamos", anunciaba el videomarcador del Benito Villamarín antes del final del encuentro. Ni un alma de los 54.087 espectadores se movió del coso heliopolitano, al que Joaquín dio la vuelta de honor, la vuelta al ruedo como los grandes toreros, casi como queriendo agradecer una a una a todas las personas el apoyo y el cariño brindados en sus 14 temporadas vistiendo de verdiblanco.

No se cortó la coleta, pero sí colgó las botas tras los 622 partidos en Primera División. Cazó la marca de Zubizarreta, pese a estar dos años en Italia. Y como los buenos toreros en el centro del campo hizo un saludo al tendido antes de posar con sus compañeros con la marca de los 622 encuentros. Por detrás quedan los 589 de Raúl García, los 550 Raúl González y los 543 de Eusebio.

Rafael Gordillo, el otro gran mito en verdiblanco bajó al césped para fundirse en un sentido abrazo con Joaquín, al que casi no le quedaban lágrimas ya cuando pasaba por un pasillo de honor que sus compañeros y directivos le hacían al tiempo que la grada gritaba "Joaqui, Joaqui". Del manteo de sus compañeros no lo salvó nadie.

Las lágrimas del césped pasaron a la grada también, donde su hinchada despedía por penúltima vez a su gran capitán bajo una espectacular luna llena. Pero, como su programa, era la penúltima antes de irse. La última despedida será el martes (21:00) en el Benito Villamarín en su partido homenaje. El gran capitán se va. El gran capitán cuelga las botas y sólo queda una palabra por decir: Gracias.