Bien sí que le salió, pero pudo resultar redondo el diseño que Manuel Pellegrini se sacó de la manga para hacer frente al líder. También pudo acabar mal si no es por los aciertos de un porterazo llamado Claudio Bravo y ante el que nadie comprende por qué no fue titular estando en condiciones de jugar. Pero a lo que íbamos, a ese sorprendente cambio de planes que el chileno realizó respecto a lo que ha venido siendo habitual.

Jugar sin un ariete puro sólo puede hacerse en un equipo rico en jugones y el Betis lo es. El equipo bético cierto es que adolece de otras necesidades, pero que tiene mayoría de individualidades que se llevan bien con la pelota es innegable. Y con tanta calidad como movilidad, el Betis puso en jaque a un sistema defensivo tan coriáceo como el del Atleti. Y lo hizo tras un paradón de Bravo ante Saúl que impidió que bogar aguas arriba fuese una misión prácticamente imposible.

Y viendo lo que pasó en el discurrir de la jornada, el empate sabe bien, por lo que ahí tenemos a la escuadra verde, blanca y verde en condiciones de optar al pasaporte que permite la circulación por el fútbol continental. De todos los que conservan posibilidades, quien tiene por delante un calendario más mollar es el Betis. Eso es así, pero lo que más fe inspira en este equipo es por el orden instaurado por un entrenador que, entre otras virtudes, tiene la de no decir tonterías.

Respetando siempre al rival de turno y siendo justo en el trato a la plantilla, Manuel Pellegrini ha situado a su equipo en la posición que todo entrenador desea para los suyos en el tramo definitivo. El domingo, con Borja en el taller de reparaciones, se le ocurrió lo de prescindir de referencia arriba, lo que no significa que vaya a repetir ante el Valencia. Pasará lo que tenga que pasar, pero a ver quién discute el papel que este ingeniero con vocación de entrenador está recitando en el Betis.