Valencia-Real Betis · la crónica

Un cordero por Mestalla (2-0)

  • Un Betis cada vez más alejado del plan inicial de Setién, con siete piezas de querencias defensivas y sin peligro alguno, cae sin remisión ante los zarpazos de un Valencia muy vertical.

Zaza bate a Adán en la jugada del 2-0.

Zaza bate a Adán en la jugada del 2-0. / EFE

El péndulo de Quique Setién apunta ahora hacia la seguridad defensiva en detrimento de las alegrías ofensivas, pero después de encadenar dos partidos sin encajar goles, ante el Levante y la Real Sociedad, a poco que se ha topado con más exigencias en su área, ha vuelto a doblar la rodilla en Mestalla. El Valencia fue mejor, impuso su plan, hizo dos goles, de Rodrigo en el minuto 23 y de Zaza en el 47, y evidenció que su fútbol contiene mucha más pólvora que el bético.

La derrota no es que descabalgue al Betis de sus aspiraciones europeas. Es noveno con 37 puntos, en espera de lo que haga hoy el Celta (38) ante Las Palmas en Vigo, pero aún tiene a cuatro puntos al sexto, el Villarreal, y a golpe de una sola victoria al séptimo, el Girona.

Las sensaciones negativas fluyen más por lo inocuo del juego bético que por su situación en la clasificación a falta aún de once jornadas. Tiempo hay. Más incierta es la capacidad de los verdiblancos de conjugar seguridad defensiva con un fútbol de verdad. Un juego afilado y malintencionado, que apure al de enfrente.

Setién mantiene esa defensa de cinco de sus últimas semanas. Cambia a varios de un partido al siguiente, pero el plan sigue siendo el mismo. Ayer volvió Barragán al lateral diestro y Júnior regresó al siniestro para dejar su vacante de central a Jordi Amat. Sólo siguieron en la zaga Mandi y Bartra, las dos piezas con más continuidad atrás. Por delante, Javi García y Fabián, más Camarasa y Joaquín algo más arriba, como cuatro vértices de un cuadrado que buscó quitarle la pelota a Parejo y Kondogbia. Y arriba, Loren.

El caso es que la puesta en escena fue colorista, una vez más, en este Betis más aparente que eficaz. Bien plantado en el campo. Con Fabián enseñoreándose de la zona ancha. Con Javi García pisando el mediocampo ajeno para hostigar a Parejo, el hombre que mueve los muñecos en el bloque de Marcelino. Con Joaquín, de nuevo, inventando por dentro. Y con la zaga cuidándose de ceder demasiados metros.

Ese cuarto de hora inicial tiñó de verde esperanza las expectativas de todo bético. Pero Marcelino García Toral podría considerar, y con razón, que el único jugador del equipo visitante que pisó el área de Neto con visos de cierto peligro fue Camarasa, en el costado derecho, y eligió mal la opción, algo que hizo en más de una ocasión, por cierto. El ex jugador delLevante no aprovechó la ocasión que le brindó Setién, en un campo especial para él además, y pocas veces se giró y ganó metros cuando recibió de espaldas.

Era fundamental, dentro de este dibujo conservador del técnico cántabro, que Camarasa actuara como una pieza ofensiva más junto a Joaquín y Loren. Pero no fue así. Ni tuvo el despliegue y el último pase de Guardado –sobre todo de la primera vuelta–, cuando el mexicano solucionó la papeleta con sus incursiones y ese tiralíneas que tiene en su pie izquierdo, ni tuvo la pausa y la creatividad de Boudebouz en sus últimas apariciones.

El Valencia no se inquietó por ese dominio ficticio del Betis. Si viaja con holgura en zona de Champions es porque tiene las ideas clarísimas y las interpreta: un 4-4-2 que se deja querer hasta que el rival destapa alguna deficiencia y comete un fallo atrás.

Y pronto llegó esa puerta abierta por la que se colaron los levantinos. Guedes la recuperó muy atrás y soltó un pelotazo largo y preciso que la impericia de Jordi Amat hizo mejor de lo que era. El central bético perdió de vista el balón un instante, para comprobar por dónde trazaba el desmarque Rodrigo, y lo que hizo fue facilitar que el internacional español recibiera el cuero. Rodrigo serpenteó con habilidad ante Bartra, que estuvo algo blando ahí, y soltó un preciso zurdazo al palo derecho de Adán, que poco pudo hacer.

El partido acababa de cruzar su primer cuarto y el plan de Marcelino discurría perfecto. Ese golpe al mentón del Betis lo convenció, además, de que el otro plan, el de Quique Setién, igual no era el adecuado. Perdió la fe en que aquello lo hiciera salir de Mestalla por su propio pie.

Las recuperaciones del Valencia en zona de riesgo para los verdes empezaron a desgranarse. Al minuto del gol, otro robo y Parejo que se incorpora al área raudo. Al minuto siguiente, es Kondogbia quien sorprende y tira alto. El ex sevillista se agigantó en esa fase y ya no soltaría el gobierno del partido. Su sentido táctico, su fuerza y elasticidad y su capacidad para escupir el balón pronto e imprimir velocidad a la jugada desarboló al pobladísimo pero feble centro del campo bético. A su grupa se montaron Parejo y los volantes, Carlos Soler y Guedes. El Valencia, aun sin Santi Mina, que se tuvo que retirar lesionado en el minuto 37 y dejó su sitio a Zaza, era más rápido y más punzante. Mucho más.

Marcelino lo percibió y tras el descanso sus chicos fueron más arriba a provocar los fallos del Betis. Otra recuperación de Kondogbia ante Júnior, después de una buena parada de Adán a Rodrigo, acabó con un gran pase del francés a Zaza, que controló en posición legal y batió a placer a Adán.

Setién, una vez más, tardó en reaccionar. Francis por Barragán (59’) no tenía nada de arriesgado. Algo más Rubén Castro por Camarasa (69’). Y ya con Tello por Amat (83’), consumió el partido con defensa de cuatro. Siguió el toque hueco, inocuo. Aun así, pudo haber emoción si Hernández Hernández no es tan riguroso en la leve fricción de Loren con Neto que invalidó el cabezazo de Bartra (76’). El árbitro tampoco fue clemente con ese cordero con piel de cordero que en Mestalla fue el Betis.

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