Ahora más que nunca, contigo 'manquepierda' Betis

Con el tiempo habrá que valorar el significado de perder una final europea entendiendo de dónde viene el club y lo mal que lo pasó en un pasado no tan lejano

Ruibal llora de tristeza tras perder la final de la Conference League.
Ruibal llora de tristeza tras perder la final de la Conference League. / Juan Carlos Muñoz

El Betis no pudo ser campeón de la Conference League. Lo intentó, estuvo cerca, pero el sueño acabó en la segunda parte. El Betis no pudo poner la guinda a la temporada ante un grande como el Chelsea. No a un equipo de nombre impronunciable, un histórico en horas bajas o un desconocido. Ni siquiera a un rival que en un buen año y con suerte se hubiese plantado en la final para años después perderse lejos del panorama continental.

Ganar al Chelsea hubiera puesto en valor más todavía una competición que todavía hay quien se atreve a denostar por ser la tercera de la UEFA, aunque el conjunto verdiblanco dejó en el camino a un campeón de Copa de Portugal como el Vitoria Guimaraes, a un campeón de Italia como la Fiorentina que esta misma campaña ha estado a punto de meterse en la Champions y durante 45 minutos sometió todo un campeón de la Liga de Campeones como el Chelsea, ganador también de la Premier, la Copa de la UEFA y la Recopa y que ahora suma esta Conference League con la que los verdiblancos se ilusionaron.

Ver a Isco y Marc Bartra levantar el título, que hubiera sido el primero internacional para el Betis, habría hecho llorar a cualquier bético. Al final las lágrimas fueron de dolor, como muchas que se derramaron antes de pena. Porque el 'manquepierda' no es una filosofía de club, es el sentimiento del bético. Es la promesa de estar siempre ahí, en las buenas y, sobre todo, en las malas. Porque se puede llorar de alegría, pero también de tristeza. Como por ver descender a tu equipo tras firmar la peor temporada de la historia con 25 puntos o no ser capaz de ganar al Valladolid en casa. No hace tanto de ello. Algunos de los que lloraron entonces hoy lo hacen también desde el cuarto anillo, pero con una sonrisa de orgullo por su equipo, por ser bético, como el día del ascenso en Jaén o aquella salvación in extremis en Santander. Ahora muchos disfrutan de ver a su club compitiendo en Europa ante los grandes y eso hay que valorarlo como un éxito.

Breslavia queda ya en la historia del beticismo. No como lo están el Vicente Calderón, por partida doble, o la Cartuja. En Polonia empezó todo con sombras, con la derrota en la capital contra el Legia, y en Polonia se cerró el círculo con otra derrota en la final de esta Conference que con el paso del tiempo hay que saber valorar en su justa medida. De dónde viene el club y dónde está ahora. Compitió ante un equipo que en los cincos años de Pellegrini en el Betis ha gastado más de 1.000 millones en fichajes por los 150 del conjunto heliopolitano en este lustro con el Ingeniero al mando. Cinco años que han encumbrado, aún más, a don Manuel Pellegrini Ripamonti. Porque los jugadores y la directiva tienen su cuota de responsabilidad, claro, pero este Betis que se ha asentado en LaLiga y se ha hecho un nombre en Europa es el Betis de Pellegrini. Sin él nada de esto hubiera sido posible.

En Varsovia allá por 3 de octubre del año pasado arrancó el sueño europeo. Sin Isco ni Bartra. Sin Antony. Sin la mejor versión de Bakambu... Ocho meses después volvió la expedición bética a Polonia con todo para tratar de agrandar el sueño. Estuvo cerca, pero acabó en pesadilla. Pese a todo, la espera mereció la pena. Dejen de frotarse los ojos, que el Betis ha vuelto a poner su nombre en Europa. Al final cayeron lágrimas de tristeza en Breslavia, muchas, pero ojalá siempre sean por perder una final. Hay que saber de donde se viene, de lo que era el manquepierda, un grito de resignación que ha tornado en un ideario: aun en la derrota, siempre contigo. Así que gracias Betis por hacer soñar a los tuyos.

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