Betis-Atlético de Madrid | La crónica

La Copa... y la Champions

  • El Betis se mimetiza con el sólido Atlético de Simeone, al que gana por fin con un gol de Canales de penalti

  • La victoria deja a los béticos a cuatro puntos del cuarto y listos para recibir al Valencia

Los jugadores celebran el gol.

Los jugadores celebran el gol. / Antonio Pizarro

Hasta el Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone, el paradigma de equipo combativo y duro de pelar, se postró ante el poderoso galope del Betis de Quique Setién, que es el de Sergio Canales. El enganche –¿o es todocampista?– marcó otra vez de penalti un gol de oro puro. Corría el minuto 65, el Atlético había dado un paso adelante obligado si quería vencer y echarle el aliento al Barcelona, y en una jugada sin aparente peligro, Filipe Luis tocó el balón con la mano en su área. El cántabro golpeó al lado natural del zurdo que es, pero la pelota viajó con tanta fuerza y ceñida al palo, que ese felino esloveno que atiene por Oblak no llegó. Por poco, pero no llegó. De ahí al final, fluyó ese caudal de energía, de la grada al equipo, del equipo a la grada, y los colchoneros claudicaron sin remisión.

Cierto es que dos minutos después del tanto que encendió la fiesta en el Benito Villamarín, Griezmann soltó un zurdazo combado que se estrelló en el poste derecho de Pau López. Pero poco más peligro produjo el Atleti. Un juego romo y autocomplaciente que lo aleja a seis puntos del Barcelona cuando, tras el empate del Valencia en el Camp Nou, los rojiblancos confiaban en acabar la jornada a una victoria del liderato.

El fútbol tiene estas cosas. Lo potencial está muy bien para ilusionarse mientras uno trata de coger el sueño en la cama. Pero luego, cuando de hechos se trata, hay un enemigo que cuenta. Y este Betis cuenta y mucho. Tanto, que es capaz de derrotar a un equipo que sólo había mordido el polvo una vez en la Liga. Y hacerlo apenas cuatro días después de un enorme esfuerzo, con prórroga incluida, para mandar a la cuneta al Espanyol y alimentar el sueño de entre los sueños, el de jugar una final de Copa en tu ciudad, en tu casa.

Esta Betis, el de Canales, va encaramado a una ola poderosísima, su figura se va agigantando a medida que cruza la temporada. Se está ganando tal respeto que hasta una jugada que otros años hubiera terminado con la grada crispada, ese lance de Feddal ante Morata (55’), no fue esta vez a mayores. El central marroquí alargó la pierna y tocó el pie del delantero recién llegado del Chelsea, aunque también desvió la pelota. Medié Jiménez no lo consideró penalti, al no ser una jugada meridiana, el VAR no entró. Pero si el colegiado catalán pita pena máxima, que lo pudo hacer, su colega en el despacho de Las Rozas tampoco lo hubiera corregido.

Ese respeto se lo está ganando el Betis a todos los niveles. Como equipo por su vuelo deportivo, y como club por su modernización y crecimiento. Y eso también cuenta en el verde, claro que cuenta.

La temporada pasada, Diego Simeone le demostró a Quique Setién en el Benito Villamarín que sin el balón, con seis o siete defensas, se puede ganar un partido. Y en esta ocasión saltó un Betis distinto. Y no sólo por la alineación, lógicamente condicionada por el importantísimo partido del próximo jueves en Heliópolis ante el Valencia –al banquillo Lo Celso, Loren y hasta seis cambios con respecto a la vuelta ante el Espanyol–, sino también por la actitud del colectivo.

Se diría que el Betis se mimetizó, como si de un camaleón se tratara, y le jugó al Atlético con sus mismas armas. El trío de centrales no dio medio metro a Griezmann ni Morata, muy incómodos en los ataques estáticos. Por delante, Guardado y Kaptoum sufrían ante la mayor fuerza de Rodri y Thomas y como los verdiblancos se cuidaron esta vez de destaparse mucho atrás, el partido fue muy trabado, muy táctico. Al menos hasta el descanso.

Hasta ese intermedio, la ocasión más clara sobrevino muy pronto, en el minuto 2. Fue en un saque de esquina que botó elBetis desde la derecha. Feddal cabeceó fuerte desde el segundo palo, pero Oblak saltó como un felino y llegó de forma prodigiosa a la escuadra.

Como el Atlético no soltaba amarras de verdad, los minutos se consumieron hasta el intermedio en una insufrible ensalada de pérdidas de balón, fricciones, imprecisiones. Morata se fabricó un contragolpe por la izquierda, Griezmann le acompañó y el ariete chutó centrado a las manos de Pau (9’). Poco más que anotar salvo una incursión de Arias que cortó muy atento Feddal (33’).

Tras el descanso, el Atlético adelantó líneas porque no le quedaba otra. Todo pudo cambiar si Griezmann no desaprovecha un regalo de Francis. El francés chutó fuera con su letal izquierda con todo a favor (53’). Ahí, en varias pérdidas absurdas al arriesgar en la salida de balón, se expuso una defensa bética muy segura en lo demás. Y ahí, con espacios, emergieron Canales con sus carreras y conducciones y Sergio León ofreciéndose de espaldas y arrancando al espacio con potencia.

El peligro empezó a latir, al menos eso, en ambas áreas. Y llegó ese centro desde la izquierda al que no llegó a despejar Vitolo, quien confundió a Filipe Luis, que cometió penalti. Canales lo aprovechó para dejar al cuarto, el Sevilla, a cuatro puntos. Este emergente Betis quiere la Copa. Y también la Champions.

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