Con apuros, pero los rojos festejan (1-2)

Betis - Sevilla FC

El Sevilla se lleva un derbi en el que tuvo más fútbol que el Betis, y menos valentía

El gol de De Jong, con un zapatazo arriba cuando estaba solo, decidió

Los locales llegaron a empatar a través de Loren

La imágenes del Betis-Sevilla fc
Banega avanza con el balón controlado. / Antonio Pizarro

Derbi para los rojos por la sencilla razón de que metieron la pelota dos veces entre los tres palos mientras que los verdes se quedaron en sólo una. Ése es el análisis más certero para quienes profesan el resultadismo como dogma de fe a la hora de los análisis balompédicos, pero si alguien se puede abstraer de eso, que resulta complicado, es cierto que la osadía del Betis tal vez mereciera algo más de premio que esa derrota. Pero tan cierto como eso es que el Sevilla tuvo más fútbol cuando fue capaz de jugar a la pelota y por ello golpeó antes cada vez que tuvo que hacerlo.

La cita oficial número 131 de las que han enfrentado a las dos escuadras futbolísticas radicadas en Sevilla estuvo competida hasta el último minuto, sobre todo porque el Betis fue capaz de sobreponerse a sus debilidades para apretar hasta el aliento final a un Sevilla que mostró una actitud demasiada precavida, cercana a la cobardía, en un tramo en el que sus adversarios habían optado por una actitud casi suicida en busca de un nuevo empate.

Pero Lopetegui, cuando alzaba los puños con rabia al final como un verdadero poseso, seguro que pensaría que la razón lo asistía, que había que parapetarse atrás para evitar que la calidad individual de los béticos en las zonas más avanzadas tuviera más metros para aparecer. Sin duda, el resultado final le otorgó la razón al entrenador vasco, pues los suyos eran los que festejaban alborozados en el centro del campo después de que Hernández Hernández emitiera los tres pitidos finales.

Fue un duelo de la máxima rivalidad mucho más rico en los aspectos tácticos que en el plano individual, ya que a la hora de manejar la pelota y no de sentir el vértigo por perderla tal vez fuera Banega el único que se quiso quedar con ella, que trató de controlarla para jugarla al compañero que estaba en mejores condiciones para hacerle daño al Betis. No fue casualidad, por tanto, que el argentino protagonizara la mejor acción de todo el encuentro con su excepcional pase a De Jong para que éste disparara a la escuadra como si estuviera veinte metros fuera del área en lugar de hallarse completamente en solitario delante de Joel Robles.

En lo referente a la disposición inicial de las fichas en el tablero, Rubi volvió a acudir a ese dibujo que tan buen resultado le había dado en su visita al Santiago Bernabéu. Tres centrales con Bartra por delante y, teóricamente, dos carrileros para tratar de unir a todas las líneas, además de Canales y Guardado como interiores. A la hora de la verdad, el Betis fue un equipo desconectado en la fase inicial, incapaz de superar la presión del Sevilla hasta que éste le cedía metros voluntariamente cada vez que se puso en ventaja, que fue en los comienzos de cada periodo.

Lopetegui, en cambio, acudió a la idea de partida que expresó en el Camp Nou. Los once elegidos eran prácticamente los mismos, con la excepción de Koundé por el lesionado Carriço. Además, Óliver Torres estaba mucho más cerca de De Jong en una especie, sin serlo, de mediapunta, mientras que Banega se ubicaba más cerca de Fernando para partir de ahí en busca de un mayor control del juego.

Lucas Ocampos festeja su gol ante Nolito.
Lucas Ocampos festeja su gol ante Nolito. / Antonio Pizarro

Con semejantes propuestas, fue el Sevilla el que ganó con la apertura. Banega manejaba la situación y movía la pelota hacia las zonas que mejor les convenían a los suyos hasta que, muy prontito, un mal despeje de Mandi en una acción a balón parado le caía a Ocampos para que éste dejara en evidencia la laxitud de la zaga bética. El disparo del argentino tocó en Bartra y superó a un Joel Robles que tal vez debió hacer mucho más.

Desde ese instante el Betis pasó por una fase de debilidad absoluta, era incapaz de sacar la pelota desde atrás ante la presión del Sevilla y parecía mucho más cerca el segundo gol que el empate. Pero el problema de este equipo de Lopetegui compareció entonces, pues confunde en exceso el control con buscar la verdad del fútbol, que es el gol.

Tampoco el aparente dominio del visitante se plasmó en ocasiones que le metieran el miedo en el cuerpo al anfitrión, salvo un pase de Ocampos que Feddal evitó que llegara a De Jong en la boca de gol. Fue casi lo único de verdad a contabilizar en el haber de la escuadra aparentemente dominadora, mientras que los béticos, lógicamente, trataban de rebelarse a través de las internadas de Álex Moreno, sin duda uno de sus mejores futbolistas.

Precisamente una de ellas fue la génesis de la igualada. Aunque el catalán fue bloqueado, la pelota le llegó a Canales para que éste demostrara que tenían muy estudiadas las debilidades del rival. Emerson la pidió en el segundo palo, el balón le llegó por arriba, Reguilón no saltó prácticamente y la segunda jugada la cazaba perfectamente Loren en el área pequeña.

Loren celebra su tanto en el derbi.
Loren celebra su tanto en el derbi. / Antonio Pizarro

El derbi llegaba al intermedio empatado y eso, evidentemente, enardecía a un Betis que lo había pasado mal, más en apariencia que en la realidad para ser más exactos. El segundo acto se iniciaba con esa efervescencia local y Vaclík le tenía que hacer una buena parada a Álex Moreno. Casi en la misma jugada Loren cabeceaba un centro del propio lateral izquierdo.

Parecía que el discurrir de los acontecimientos podía ser más favorable al Betis de lo que lo fue el primer periodo, pero la calidad de Banega iba a aparecer de nuevo para decantar la balanza hacia los suyos. Un caracoleo del argentino, al que ningún bético era capaz de hurtarle el balón, concluyó con un pase preciso a De Jong, que partió justo en línea. El holandés se olvidó de cualquier sutileza, tal vez porque no la conozca, y le pegó un trallazo con la suerte, para él, de que se dirigió a la escuadra. Imposible para Joel, el Sevilla volvía a estar por delante en el segundo periodo.

De Jong celebra su tanto.
De Jong celebra su tanto. / Antonio Pizarro

Desde entonces el marcador no se volvería a mover, aunque el litigio sí se convirtió en un hermoso juego con los movimientos de las piezas. Rubi sabía que no podía guardarse nada y fue metiendo toda la artillería desnudándose detrás. Joaquín, Tello y Borja Iglesias fueron entrando sucesivamente. La respuesta de Lopetegui era conservadora, quizá en exceso. Franco Vázquez, Gudelj e incluso Joan Jordán por un Banega con el depósito de combustible vacío.

Aunque el Sevilla amenazó con un par de intentos sin éxito por parte de Banega y Franco Vázquez, después casi sería un monólogo verdiblanco salvo otra parada de Joel Robles a Ocampos. Pero la intervención de un guardameta de la noche fue, sin duda, la que protagonizó Vaclík en un cabezazo de Álex Moreno que ya parecía el 2-2 (67’). Desde entonces el Betis apretó, pero fuero un quiero y no puedo, aunque reclamó un posible penalti por manos de Franco Vázquez. Pero no, la noche estaba para que sonrieran finalmente los rojos y eso fue lo que sucedió con el uno a dos que consignó Hernández Hernández en el acta de los hechos.

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