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Investigación
Ser alto o bajo es una cuestión que solo ha influido en cuestiones de estética y razones técnicas de acceso a ciertos empleos. Sin embargo, se ha demostrado que esto solo responde a ciertas cuestiones que tienen que ver con el debate o las razones sociales. Nuevas investigaciones indagan en cómo afecta esta determinación genética en la salud humana. Los resultados arrojan que podría estar relacionado con el desarrollo de ciertas enfermedades, ya que ser más alto puede ser un 'salvavidas' para el corazón, pero también un factor de riesgo para desarrollar cáncer, por ejemplo.
La estatura viene determinada en gran medida por la genética, pero en décadas recientes ha aumentado considerablemente en niños y adultos de todo el mundo de forma constante. Hoy en día, casi todos los hijos superan a los padres en estatura. Todo ello podría ser, a partir de ahora, un factor a estudiar en el desarrollo de enfermedades.
Así lo aseguran científicos de la Universidad de Tampere, en Finlandia, tras realizar una revisión sistemática de todos los estudios disponibles, que cumplían los requisitos, que relacionaban baja estatura y alto riesgo cardiovascular. Las conclusiones se publican en la revista de la Sociedad Europea de Cardiología, la «European Heart Journal».
Como en toda enfermedad, nos encontramos con un factor genético ineludible y que funciona casi a modo de cajón de sastre, los factores conductuales de riesgo que nos pueden conducir a padecer una enfermedad cardiovascular son archiconocidos por el común de la población y expandibles a otro tipo de enfermedades como el cáncer . Entre ellos, están sin duda aquellos asociados al estilo de vida o la propia genética.
Por ello, la intención de este estudio era comprobar si la altura tenía una relación con el cáncer, como habían apuntado líneas de investigación anteriores, o si, en cambio, los resultados obtenidos por esos trabajos se habían visto influenciados por la situación social y económica de los participantes, su índice de masa corporal o malos hábitos, como la ingesta de alcohol o fumar.
Los investigadores, tras revisar los estudios al respecto, demostraron que hay una estrecha correspondencia entre una baja estatura en adultos y el riesgo de morbimortalidad por enfermedad cardiovascular enfermedad cardiovascular de hasta 1,5 veces mayor que en la población más alta. Esto también se comprobó en el estudio, las personas altas tienen menos riesgo de sufrir determinados problemas de salud, como trastornos cardiovasculares y diabetes de tipo 2. Pero, como hemos mencionado, son más propensos al cáncer.
Concretamente, los datos epidemiológicos dicen que por cada 6,5 cm de estatura baja la mortalidad por enfermedades del corazón un 6 %, mientras que la muerte por cáncer aumenta un 4 %. En relación a los factores que se tuvieron en cuenta, otros estudios ya se mostraron muy tajantes al respecto: los resultados no variaban teniendo en cuenta aquellos factores y sólo en el caso de los no fumadores la incidencia de cáncer era significativamente menor.
Además, la investigación concluyó que ser alto entraña una mayor amenaza de aparición de fibrilación articular, un tipo de arritmia; neuropatía periférica, daños en los nervios que causan debilidad, entumecimiento y dolor en manos y pies; infecciones en la piel y huesos y varices.
Datos muy fiables ya que se trata de la mayor investigación sobre el tema hasta la fecha, pues la muestra en la que ha basado sus resultados está compuesta por datos genéticos de más de 250.000 personas y han analizado más de 1.000 condiciones y rasgos.
La estadística nos permite conocer que las personas altas presentan menos riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, pero no nos permite saber por qué las personas bajas parecen más abocadas a sufrir un infarto.
Para ello se necesitan reflexiones más profundas que quizá apunten a que la estatura, en sí, nos está dando una pista sobre el índice de masa corporal y la relación proporcionada entre éste y la altura de la persona, ya que la obesidad (que suele acarrear un alto colesterol, una mala tensión, una mala dieta y una falta de ejercicio físico) es uno de los factores de riesgo principales, y más en un país como España en el que un 36% de la población ya padece sobrepeso.
Por otro lado, se ha relacionado el incremento de la altura está relacionado con el consumo de productos de alto contenido calórico y ricos en proteína animal, una dieta que influye positivamente en el metabolismo de los lípidos, lo que disminuye el riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, excitar la hormona del crecimiento tiene como contrapartida posibles efectos negativos en la IGF, una proteína que contribuye al crecimiento. Concretamente, una sobreestimulación de la IGF-1 se ha asociado con la activación del crecimiento de células cancerígenas.
Otro estudio, publicado en The Royal Society Publising, explicaba que una mayor altura acarrea tener un número más grande de células, por lo que es posible que se produzcan más divisiones celulares a lo largo de la vida, lo que, a su vez, incrementa el riesgo de que alguna escape de control y se empiece a reproducir anómalamente en forma de cáncer.
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