Enfermedad renal crónica: qué es y qué enfermedades la causan

La enfermedad renal crónica (ERC) es una de las patologías con mayor impacto en la salud global, pero también una de las menos conocidas por la población general. Su progresión es lenta y silenciosa, lo que hace que muchas personas no sean conscientes de que la padecen hasta que se encuentra en fases avanzadas. En España, el número de personas afectadas por esta enfermedad no deja de crecer, lo que representa un serio problema para el sistema sanitario y la calidad de vida de quienes la sufren.

La ERC implica un deterioro progresivo e irreversible de la función renal, es decir, de la capacidad que tienen los riñones para filtrar desechos y regular el equilibrio de líquidos y electrolitos en el organismo. Este deterioro puede conducir, en sus etapas más graves, a la necesidad de tratamientos como la diálisis o el trasplante renal. Así que conocer sus causas, síntomas y formas de prevención es fundamental para reducir su impacto.

¿Qué es la enfermedad renal crónica?

La enfermedad renal crónica se define como una disminución persistente de la función renal durante al menos tres meses, con o sin daño estructural de los riñones. Se diagnostica a través de parámetros como la tasa de filtrado glomerular (TFG), los cuales indican cuánto están filtrando los riñones la sangre de manera eficiente, así como también mediante la detección de proteínas en la orina, lo que refleja daño renal.

A diferencia de las enfermedades renales agudas, que aparecen de forma súbita y pueden ser reversibles, la enfermedad renal cróncia progresa de manera paulatina y sin síntomas evidentes en sus primeras fases y esta característica silenciosa la convierte en un reto tanto para pacientes como para profesionales sanitarios.

¿A quién afecta la enfermedad renal crónica?

Esta enfermedad puede afectar a personas de cualquier edad, aunque es más común en adultos mayores. La edad es un factor de riesgo significativo, ya que la función renal tiende a disminuir con los años, pero también lo es si la persona tiene patologías previas, tales como diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, obesidad o antecedentes familiares de enfermedad renal.

Además, existen ciertos grupos poblacionales con mayor vulnerabilidad, como aquellos con bajos niveles socioeconómicos, acceso limitado a atención médica o estilos de vida poco saludables. En estos casos, la detección precoz y la prevención resultan aún más cruciales.

En España, unas 50.000 personas tienen enfermedad renal crónica, es decir que cada un millón de ciudadanos, 1.180 tienen la enfermedad. De ellos, la mitad están trasplantados y la otra mitad está en diálisis. La mayoría de los diagnósticos se realizan en fases avanzadas, lo que reduce significativamente las posibilidades de tratamiento eficaz y prevención de complicaciones.

Principales causas y cómo se detecta la enfermedad renal crónica

La enfermedad renal crónica no es una enfermedad única, sino la consecuencia de otras condiciones médicas que dañan progresivamente los riñones entre las cuales se cuentran la diabetes y la hipertensión como las dos causas más frecuentes, siendo responsables de más del 60% de los casos. Lo que sucede es que la diabetes provoca un exceso de glucosa en la sangre que daña los vasos sanguíneos pequeños del riñón; mientras que la hipertensión puede endurecer las arterias renales, impidiendo que haya una adecuada filtración. Otras causas también pueden ser enfermedades glomerulares, malformaciones congénitas, infecciones renales recurrentes o el uso prolongado de ciertos medicamentos nefrotóxicos, como los antiinflamatorios no esteroideos.

En sus primeras fases, la enfermedad renal crónica suele pasar desapercibida ya que tiene una sintomatología inespecífica y prácticamente inexistente. Sin embargo, una simple analítica de sangre y orina puede revelar señales de alerta, como una disminución de la tasa de filtrado glomerular o la presencia de albúmina en la orina. El cribado regular en personas con factores de riesgo (como diabéticos o hipertensos) es clave para la detección precoz. Cuando se identifican alteraciones, es posible iniciar un seguimiento y tratamiento que retrase la progresión de la enfermedad y evite complicaciones graves, como la insuficiencia renal terminal.

Prevención y hábitos de vida saludables

La buena noticia es que la enfermedad renal crónica es en gran parte prevenible. Adoptar un estilo de vida saludable no solo protegemos nuestros riñones, sino que también previene las enfermedades que suelen desencadenarla. Por lo tanto, una alimentación equilibrada, baja en sal y rica en frutas, verduras y fibra nos ayudará a controlar la presión de nuestras arterias y el nivel de glucosa en sangre. Si además lo acompañamos de ejercicio físico regular, evitamos el tabaquismo y moderamos el consumo de alcohol también contribuiremos a darle mayor protección a nuestros riñones. Asimismo, es importante mantener un control adecuado de enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión mediante medicación y seguimiento médico.

Evitar el uso indiscriminado de fármacos sin prescripción, especialmente los analgésicos antiinflamatorios y mantenerse bien hidratado también contribuye al cuidado renal.

La enfermedad renal crónica es una afección silenciosa pero grave que afecta a millones de personas en España y en el mundo. Su prevención, detección precoz y tratamiento adecuado dependen en gran medida de la concienciación ciudadana y del acceso a servicios de salud. Fomentar hábitos de vida saludables y realizar revisiones periódicas son medidas sencillas pero efectivas que pueden marcar una gran diferencia. Conocer y cuidar nuestros riñones es una inversión a largo plazo en salud y calidad de vida.