Estos son los síntomas que te indican que no estás usando buenas gafas de sol

Investigación y Tecnología

Usar unas gafas sin homologar o sin el filtro adecuado contra los rayos ultravioleta puede acabar siendo más perjudicial que no llevar nada

¿Cuáles son los factores que afectan a la salud ocular en verano y cómo podemos proteger la vista en los meses de calor?

Gafas de sol
Gafas de sol / Freepik

Con la llegada del calor, algo que hacemos casi de forma automática es sacar las gafas de sol del cajón. Nos las ponemos para protegernos, para sentirnos más cómodos cuando salimos a la calle o simplemente porque forman parte de nuestro look veraniego. Y lo cierto es que todos, incluidos los más pequeños, deberíamos llevar gafas cuando estamos al aire libre. Pero aquí es donde tenemos que hacer una pausa y preguntarnos: ¿estamos usando unas gafas que realmente cuidan de nuestros ojos?

No todas las gafas de sol son iguales, ni todas nos ofrecen la protección que creemos. De hecho, usar unas gafas sin homologar o sin el filtro adecuado contra los rayos ultravioleta puede acabar siendo más perjudicial que no llevar nada. Y a veces no nos damos cuenta hasta que ya es tarde, hasta que notamos molestias tras pasar tiempo expuestos al sol. Por eso, es fundamental prestar atención a ciertos síntomas que pueden estar avisándonos de que algo no va bien y, sobre todo, saber cómo elegir unas gafas que realmente cumplan su función. Para resolver estas dudas y ayudarnos a cuidar de nuestra salud ocular, el doctor Luis Fernández-Vega Cueto-Felgueroso, del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega y miembro de la Sociedad Española de Oftalmología da algunas respuestas.

Cuando nuestras gafas de sol no nos protegen como deberían

Hay ocasiones en las que, tras pasar unas horas al sol, empezamos a notar molestias en los ojos. Puede ser un dolor que no esperábamos, una sensación incómoda como si tuviéramos algo dentro, los ojos rojos o una luz que de pronto nos resulta insoportable. Incluso, en algunos casos, la visión se vuelve borrosa o sentimos que ha disminuido. Y aunque al principio pensemos que se trata de algo puntual, estos síntomas deberían hacernos saltar las alarmas.

El doctor Fernández-Vega explica que estos signos pueden estar indicando una lesión en la córnea, como la queratitis solar, que no solo es dolorosa, sino que puede tener consecuencias más serias si no se trata a tiempo. Muchas veces, el origen del problema está en las gafas de sol que usamos. Si no están homologadas, si no han sido testadas adecuadamente o no filtran entre el 95 y el 100% de la radiación UV, nuestros ojos no están realmente protegidos.

Por eso, necesitamos comprobar que las gafas estén etiquetadas con un sello de calidad, como el marcado CE, con el cual se garantiza el cumplimiento de los estándares de seguridad. Y aunque pueda parecer un detalle sin importancia, la elección correcta de unas gafas puede hacer toda la diferencia. No se trata solo de estética ni de moda, sino de nuestra salud ocular. En este sentido, el especialista nos recuerda que siempre es mejor dejarse asesorar por un optometrista, que podrá indicarnos qué tipo de gafas son más adecuadas según el nivel de exposición al sol que vayamos a tener.

Cuidados extra cuando usamos lentillas en verano

Además de las gafas de sol, hay otro aspecto que debemos tener en cuenta y no siempre le prestamos la suficiente atención en esta época del año y es el uso de lentillas. Lo que sucede es que esta época del año nos encontramos con el calor, el cloro de las piscinas o la sal del mar, factores que contribuyen al aumento de la sequedad ocular, por lo que se puede complicar mucho la situación, si no mantenemos unas óptimas condiciones de higiene. Esta versión, apoyada por el doctor Fernández-Vega, nos advierte de que el mal uso de las lentes de contacto en verano puede derivar en infecciones graves, como la queratitis por acanthamoeba o, lo que es lo mismo, un microorganismo que se encuentra de forma natural en el agua dulce y que puede afectar gravemente nuestra visión. Si llegamos a casos más complicados, incluso puede requerir tratamientos muy complejos o trasplantes de córnea.

Por eso, es esencial extremar las precauciones tales como no dormir con las lentillas puestas, ni bañarnos en el mar o en la piscina con ellas, ni siquiera ducharnos sin habérnoslas quitado antes. Además, es importante mantener una buena higiene: lavarnos las manos antes de tocarlas, usar productos adecuados para su limpieza y, si notamos cualquier molestia, retirarlas y consultar con un especialista.

Parecen rutinas obvias y cuidados sin la más mínima importancia, pero la tienen ya que son pautas que nos van a evitar problemas que sí que pueden llegar a tener consecuencias más importantes. A veces, por desconocimiento, a veces por costumbre. No importa el motivo. Lo que importa es no pasar por alto estos detalles, sobre todo en esta época del año, en la que solemos relajarnos en los cuidados de nuestra salud ocular.

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