Acartelarse

Presentación del cartel de la Macarena de Luis Gordillo
Presentación del cartel de la Macarena de Luis Gordillo / José Angel García

06 de marzo 2025 - 09:01

De un tiempo a esta parte parece que está cobrando más notoriedad el asunto de los carteles, los muchos carteles, que se editan para anunciar la Semana Santa. Antiguamente sólo había un cartel, el cartel, de la misma forma que sólo había un Via Crucis, el Via Crucisc(con permiso del de la Pía Unión). El caso es que ya el año pasado se vivió de forma muy apasionada un debate acerca del cartel de Salustiano que encargó el Consejo de Hermandades y Cofradías y que fue muy criticado por ser precisamente fiel al estilo del pintor.

Hemos tenido a lo largo de los tiempos modernos carteles de diseño gráfico, fotográficos y pictóricos, unos más acertados que otros según para quién, pero todos guiados por la buena intención de ser anuncio de la Semana Santa de Sevilla. El proceso creativo del artista es un proceso intelectual que, en el caso de un cartel anunciador del tiempo que viene y lo que se celebra, requiere también una espiritualidad mínima. Ese detalle no es baladí puesto que es el responsable de que la obra tenga eso que llaman “unción sagrada”, la presencia divina indisoluble de lo representado y que aporta “per se” un valor añadido y esencial en toda obra religiosa. Y aquí es donde tal vez esté la clave de todo el asunto, la interpretación religiosa y no sólo artística.

El cartel, a diferencia del cuadro, tiene que ser una llamada puesto que es el anuncio su función. O sea, que no sólo tiene que estar bien pintado y tener la unción sagrada, sino que tiene que evocar, invocar y provocar. Evocar porque tiene que traer a la memoria lo ya conocido, invocar porque es una solicitud formal de pertenencia y presencia y provocar porque debe causar el efecto deseado con su realización.

El caso es que en esta epidemia de opinantes que se contagia a través de las redes sociales uno está cada vez más sujeto a la crítica más o menos fundamentada. Los opinólogos, esos que estudian las opiniones, seguramente acaben haciendo del tema de la cartelería cofrade objeto de doctorado universitario. Todo es opinable, faltaría más, pero no todas las opiniones valen lo mismo. Falta fundamentación y conocimiento y falta prudencia normalmente, sobre todo cuando el anonimato envalentona al que opina. A mi se me ocurrió un día entrar en los comentarios en redes sociales de un artículo que había escrito en este periódico y comprendí que lo mejor es no mirarlos. Me llamaron de todo y opinaron no de lo escrito sino mayormente de mi persona sin conocerme y me atrevería a decir sin siquiera haber leído el artículo más allá del título.

Por eso respeto mucho a los que someten su obra a la opinión y la crítica. Dicho lo cual, voy a hablar del cartel que la Hermandad de la Macarena encargó al pintor Luis Gordillo -Redoble de triple salto mortal- dando mi opinión aunque tal vez a nadie le importe y sin que nadie me la haya pedido expresamente, aunque sí tácitamente puesto que esta Bocamanga que les traemos cada jueves de Cuaresma suele estar llena de opiniones mías que no deben serles desagradables puesto que Diario de Sevilla la renueva cada año.

Cuando se encarga una obra a Luis Gordillo debe esperarse encontrar un Luis Gordillo por lo que no me cabe duda de la intencionalidad de la hermandad al hacerlo. Y es importante este detalle, mucho. Casi nadie sabrá quién es Luis Gordillo, ese pintor mayor que descubría el velo de su doble obra en la presentación, y la mayoría ignorará la talla artística reconocida en todo el mundo como exponente máximo de la abstracción española de la segunda mitad del siglo XX. No es que yo sepa mucho de arte, pero intento comprender las cosas que me rodean haciendo caso a aquel inolvidable dominico, el padre Otero, que me dio clase de Filosofía en los Maristas. Repetía incansablemente muchas frases y latines que quedaron grabados a fuego en mi cerebro, como aquella de nihil volitum nisi praecognitum, nada es querido si no es conocido. Por eso procuro mover mi curiosidad hacia el conocimiento, para conocer y poder apreciar el valor de lo que veo.

La síntesis es una muestra de inteligencia, la capacidad de reducir una expresión para contener lo máximo posible con lo mínimo y creo que eso se da en los carteles de la Macarena de Luis Gordillo. El arte de una obra, como expresión íntima que es, no pertenece más que a su autor. Observando la imagen de la Virgen en cada cartel no me cabe duda de que en esa mirada, esas cejas y esos labios está inequívocamente representada la Virgen de la Esperanza. No se puede pintar más con menos, y eso es lo que no está al alcance de cualquiera. Por eso tampoco dudo de la perspectiva con la que fue encargado el cartel a este autor. Tal vez dentro de cien años se pueda valorar mejor lo que supone tener una obra así como patrimonio de la hermandad.

Y sí, el cartel ha cumplido su función, ha cumplido tal vez muchísimo más viendo la inspiración artística que ha provocado en muchos de sus críticos en redes sociales que no se han resistido a seguir su estilo, con no tanto éxito, pintando carteles de muchas otras hermandades. Llega la Semana Santa en la hermandad de la Macarena. Quizás les guste su cartel o tal vez no, pero tiene un valor más allá de nuestro conocimiento porque, como dice mi amigo Jesús Crespo, “la Macarena no es de este mundo”.

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