A punta de bisturí
Por fin te encuentro, Madre
No sé cuánto ha pasado, Madre, creo que décadas, una eternidad que transcurre desde aquel fatídico veintiuno de junio hasta hoy, día de Pura y Limpia de todo mal, día de Inmaculado corazón, día de valentía y honor de aquellos héroes de Flandes que junto a Ti resistieron porque Tú nunca te rindes, hoy por fin te encuentro, Madre.
Hoy llego a tus plantas con la inocencia de un niño al encuentro de lo que más quiere, del calor y el amparo de su Madre, como si de una larga enfermedad se tratase y hubiera superado un coma inducido, lo que nos hace sentirnos más vulnerables, si cabe, que todos creemos y sabemos de tu inmortalidad, pero también de lo efímero que puede ser tu bella imagen en la tierra.
Y allí estas Tú, elegante, imperial, cercana, como siempre… entre las flores de los tuyos, entre los llantos y oraciones de los tuyos, en esa improvisada calle Parras del cielo que llevaba desde el atrio hasta tus plantas. Si hasta pareces más joven que me evocas a esa linda chiquilla de San Gil que dio sepultura a Joselito, de la que quedó prendado Muñoz y Pabón, y que preside los retablos de los zaguanes y patios de esta tierra de María, como buena vecina de la Sevilla eterna.
Sé lo que habrás pasado en tu ausencia, no quiero ni imaginármelo, puesto que en tu nombre has presenciado cómo se puede descomponer todo lo creado por Ti, y has sido testigo de la ejecución en vivo de la trayectoria profesional de tu cuidador durante tantos años con un final que nadie merece, de los hermanos enfrentados en una lucha fratricida por ocupar los cargos presidenciales utilizando tu desdicha para o bien atacar o para eludir responsabilidades, y sólo mencionar el circo en el que se ha convertido todo el proceso desde que comenzó tu recuperación hasta el culmen del la jornada electoral a nivel mediático, algo que no mereces Tú, Sevilla ni su Semana Santa, pero que parece ser que es lo que reclama el público y está el “respetable encantado” con el recuento a pie de urna. ¿Qué será lo siguiente, una balconada como en Génova o Ferraz?
Creo, Madre, que aquí hay demasiada gente con falta de afecto y reconocimiento personal, y creen estar por encima de todo, incluso de ti, y eso es poco menos que imposible. Ojalá los que asuman cargos de responsabilidad y los integrantes de medios de comunicación te vean siempre como referente, el auxilio del necesitado y amparo de sus súplicas fue tu legado, y tenga como lema la palabra “servicio” y no “protagonismo”.
Quiero pensar que todo ha sido por el ansia ante tu dilatada ausencia, y que a partir de mañana todos los ríos volverán a su cauce, los hermanos se unirán en torno a ti y soñarán de nuevo con tu próxima Madrugada, el Carmen dibujará el pentagrama de amor que concurre en el trío de Pasa la Macarena, y las plegarias y sollozos te acompañaran hasta la recogía en tu casa, corazón de Sevilla que vuelve a palpitar por Ti.
Y por supuesto, creo que las cosas no pasan en vano, que todo tiene un porqué, y Tú querías que un nuevo nombre se sumara a esa larga lista de hijos predilectos de tu bendita locura. Y es que a Juan Manuel, a Victoria, a Esperanza… a Cayetano y Marmolejo, a Gómez Millán y Gámez Laserna, a Garduño y Juana Reina, a todo el que ha pisado el olimpo de los Dioses porque has sido la diosa de su creación, hay que añadir a quien te ha devuelto la vida y por ello Sevilla te debe la suya, mil gracias Pedro.
Por fin te encuentro, Madre,
por fin se acaba este sueño,
y que el alma se repare
de este enorme desconsuelo
Atrás quedaron los días,
Atrás todos los desvelos
De no encontrar la alegría
De no encontrarte en tu encuentro
De pensar que no estuvieras
Al final de mi sendero
y que al fin me recogieras
en lienzo camaronero
Como Domingo de palmas
así te reza tu pueblo
que se llena de Esperanza
al celebrar tu regreso.
Por fin te encuentro Madre,
Y seré tu macareno
hasta el día en que me llames
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