Adolfo López / Médico y ex hermano mayor del Cerro

Solo ha sido un mal... entendido

A punta de bisturí

28 de abril 2025 - 12:36

Con la nostalgia del cerrojo del último portalón, cuando nuestras calles y plazas las llenan andas vacías de regreso a sus almacenes para hibernar hasta la próxima cuaresma, llega el turno del obligado análisis de lo acontecido en nuestra Semana Mayor, sin atreverme Dios me libre, a valorar lo “bueno o malo” en lo musical, artístico u ornamental de nuestros cortejos, que para eso ya hay bastantes valientes que salidos de la Universidad del “Sálvame Cofrade” despellejan al respetable en programas y tertulias sin piedad. Solo puntualizaremos algunas pinceladas que puedan ser estudiadas y trabajadas para cursos venideros en pro de una celebración en la que participan múltiples actores que han sufrido una modificación sensible en los últimos años.

Por un lado, está el público sevillano, que ha decidido participar con vítores o pitos dependiendo de que lo que presencie sea o no de su agrado, o las decisiones adoptadas por las hermandades colmen sus expectativas, cual festejo taurino, por lo que sería recomendable que optaran por el silencio, ese que estremece el alma en la tarde maestrante, o le dieran una vueltecita a su residencia “chipionera” que ayudaría a descongestionar el ambiente. Además, tenemos que aprender a convivir con los miles de visitantes de los distintos rincones de este mundo, trole en mano, atravesando Cofradías y saliendo de las bullas entre las cruces tras el Señor de Sevilla, que para eso hemos promocionado universalmente nuestra fiesta, que no nuestra fe, vanagloria sevillana que ahora nos molesta.

Por otro están los integrantes de las cofradías, verdaderos actores del acto de culto público, al que el mismo publico quiere denostar por considerarlo sobredimensionado, y es que ahora no toleramos esperar a una cofradía más de una hora para ver sus pasos. Cuidado con insinuar que sobran nazarenos, que la historia de nuestras hermandades está escrita sobre páginas de cuerno de la abundancia, y otras de carencias existenciales llenas de crisis económicas, devocionales y hasta de fe. Lo que sí sobran son los “disfrazados”, esos que pocas horas tras la salida y vistiendo el hábito por tradición llenan nuestro paisaje en búsqueda de los sagrarios en los que el altar lo preside un tirador de Glacial. A lo mejor así nuestros cortejos estarían más dimensionados y acordes a la devoción de nuestras imágenes. Y no hablemos del tramo encorbatado que antecede a cada paso de nuestras cofradías, sin tan siquiera mirar hacia el titular, sino al frente, como integrantes del cortejo, entre los que se pueden identificar algunas autoridades, cargos de otras hermandades o del Consejo, varios críticos de los tocados y fajines, y otros que anuncian como bocinas que “lo que viene atrás” es obra suya... y lo que sobran son nazarenos.

Y por último, el engranaje de todo, porque en la puesta en escena más importante de nuestra ciudad, después de un año de trabajo desmedido, es una desdicha que se desluzca todo por un “malentendido”. Y es que ha tenido que ser eso para que la Policía pusiera una valla en O`Donell para impedir el paso de las Cofradías de Tetuán, o vallas en Cuesta del Rosario, y Bacalao, no un día sino toda la semana, o el Postigo que lleva varios años con el primer espectador en Catilleja de la Cuesta, o entradas varias vacías por el aforamiento, un infortunio. Y seguro que un malentendido para que no se realice la poda en el Duque aunque esté dentro de carrera oficial, quizás por alguna fila de sillas de más, una desgracia. Y doy por sentado que un malentendido por parte de algunos de los custodios de la Via Sacra por su falta de empatía y respeto ante los hermanos que se refugiaban en Catedral de la tempestad, una desventura. Seguro que los mismos malentendidos que cuando no se quería devolver el dinero de las sillas en pandemia, o la consulta del IVA, o el nombramiento de cartelistas, o el enfrentamiento de Hermandades por los cambios de orden, o la no eliminación de las acampadas de sillitas que pronto se venderán en San Gregorio, o la no reestructuración ni modernización de la carrera oficial, o... qué mala suerte.

Menos mal que no hay mal que cien años dure, y todos los años revienta el azahar por primavera para la ciudad más hermosa del mundo.

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