Besos para valientes y Valentines

No es mal regalo para el día de San Valentín. El libro se titula Catálogo de Besos, con textos e ilustraciones, dos maneras distintas de besar, de Raquel Díaz Reguera (Sevilla, 1974), que ayer firmó ejemplares de su obra en El Gusanito Lector.

Todo empezó con una pregunta: ¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rusa? Así tituló el primer libro, la punta del iceberg de una insólita carrera literaria. Despliega sus lápices, sus colores, su cajita de besos y le habla a Raquel, cinco años, precoz y próxima lectora, de su gato Lucas, que es gris y parece de cómic. La niña lectora tiene los cinco años de Violeta, la hija de la escritora, la hermana de Pablo.

"Para mi hija Violeta escribí el primer libro, porque ella estaba empeñada en ser una princesa". Raquel cogía el testigo de su madre, Mercedes Reguera, que las dormía con cuentos, la narradora de la familia. En los estantes, muchas escritoras (Elvira Lindo, María Dueñas, Almudena Grandes, la polaca Wioslowa Szymborska). Ninguna ha hecho lo que Raquel: publicar nueve libros en año y medio.

La portada de uno de ellos, El monumento a la cometa, abre las puertas de un viaje de ida y vuelta. En ese libro, Raquel hace las ilustraciones para un texto que firma Paco Mir, uno de los componentes de Tricicle, con la complicidad de Payasos sin Fronteras.

A Paco Mir se lo presentó Miguel Ríos. En 1994, cuando Raquel tenía 19 años, se fue a Madrid porque esta estudiante de Bellas Artes quería ser cantante. "Me fui con cinco letras de canciones". Tan prolífica como en sus libros, ha sido letrista del propio Miguel Ríos, Víctor Manuel, Noa, Pasión Vega y la eurovisiva de Coria Pastora Soler. Antonio García de Diego, el productor de Sabina, le hizo algunos arreglos para una aventura familiar: un dúo con su hermana Nuria, componentes del grupo Mal de Amores, en el que colaboraron Pedro Guerra o el oscarizado Jorge Drexler.

Las hermanas cantantes, que hicieron coros para Sabina, pidieron la carta de libertad a su casa discográfica y decidieron regresar "para hacer niños y tener cerca a mi madre, que es como una Mary Poppins". La piratería musical las obligó a hacerse bucaneras y a reinventarse. Ahora Raquel Díaz Reguera prepara el bautismo literario de Nuria Díaz Reguera. Nietas y sobrinas de los propietarios de la librería Reguera.

En el catálogo de besos le han salido 27 tipos diferentes. "Hay besos alegres y besos muy tristes. Los que no saben a nada, por ejemplo". Besos rutina y besos recompensa. Tantos que en el libro plantea la posibilidad de crear un museo del beso. Besos-río, tan largos que se les pone el acento en la pasión y se convierten en Besós, que van a dar a la mar del poema de Manrique.

La magia del 27 la lleva a la fuente de los collages que pueblan el catálogo, nexo con la revista Litoral que fundaron los poetas Emilio Prados y Manuel Altolaguirre y que ahora llevan la hija del primero y el chileno Lorenzo Saval.

El cuento que escribió para Violeta no deja de darle satisfacciones. "Ha tenido mucha aceptación en colegios por el tema de la coeducación y estamos pensando la posibilidad de llevarlo al teatro. Haría mis pinitos de actriz". Una autora todoterreno: cantante, letrista, escritora, pintora, actriz. ¿Quién dijo Renacimiento? Ha editado hasta en Imaginarium. El Catálogo de Besos lo edita Thule, nombre de una isla tan literaria como la Redonda de Marías.

La librería está entre dos farmacias en las esquinas de Relator y Antonio Susillo. La autora presenta la posología de los besos con la receta correspondiente: sus indicaciones y contraindicaciones. La cantante sabe que está ante una de las palabras-llave de la canción: besos de Sara Montiel, Nino Bravo, Peret o Chabela Vargas. Sevillana de Los Remedios, estudió en el colegio Aljarafe.

Los clientes o transeúntes que entran en la librería reparan en otros títulos con los que se podría construir una conversación: Un buen detective no se casa jamás, No consigo adelgazar, Lugares que no quiero compartir con nadie. Raquel Díaz Reguera ganó el premio de Literatura Infantil Ilustrada de Castellón. Es su tiempo. Y de su gato Lucas, nombre de pato.