Canteros burgaleses, alarifes musulmanes

Metrópolis | Calle Pureza

Vísperas. En el mes de la Velá, la calle Pureza resume las esencias de Triana. La calle creció con el aliento de la parroquia de Santa Ana que ordena construir Alfonso X el Sabio. La historia de la calle está escrita en placas con enjundia

Turistas en bicicleta junto a la iglesia de Santa Ana, génesis de la calle Pureza. / Belén Vargas

MARAVILLA de las maravillas, en la calle Pureza, desde el Altozano hasta Troya, cabe toda la historia de Sevilla. Si me apuran, de la humanidad entera. La calle nace al calor de una parroquia impulsada por un rey, Alfonso X el Sabio, como una promesa para curar un mal de ojo. Empresa prometeica que emprendieron canteros burgaleses y alarifes musulmanes. La síntesis perfecta del norte y el sur.

Asomarse a la puerta de la farmacia del Altozano es un regalo para los ojos. La regenta María Luisa Murillo Taravillo. Cuarta generación de farmacéuticos. El pionero fue su bisabuelo, Francisco Murillo, malagueño de Vélez-Málaga, que la abrió en el Altozano. Murió el 2 de septiembre de 1919. En 1913, su abuelo Enrique empieza la obra en su actual ubicación. “Ese año nace mi padre, Aurelio Murillo, que nació en la misma habitación donde murió”. Su abuelo tiene una calle en Sevilla y su padre una plaza.

Rebosa la botica de arte trianero. Cerámicas de la fábrica Montalván con dibujos de Vigil Escalera y una Virgen del Rocío que hizo Pedro Navia para la Exposición de 1929. Una hija de María Luisa hizo Farmacia, es profesora en la Facultad.

Igualan en gusto casi todos los negocios que abren. Da igual que lleven 105 años, como el bar Santa Ana junto a la parroquia del mismo nombre, o abrieran en noviembre del año pasado, como el restaurante El Sella. El río del mítico descenso. Lleva el timón Ana Pérez, asturiana de Oviedo, la Vetusta de Clarín. Allí conoció a un sevillano de San Lorenzo, barrio que tiene el nombre de una playa de Gijón. Le echa una mano su hijo Alejandro, 20 años, que estudia Derecho. Todos los miércoles llega a la calle Pureza una furgoneta con delicias de Asturias: carnes, sidra y piedras preciosas de la fabada.

Asturias patria querida y enfrente León. Mariano Arenas y Díez, oriundo de esas montañas, abrió en 1873 una tienda con productos de su tierra. Ha vivido muchas reformas. Conserva el nombre-insignia pero ahora es una panadería y pastelería de autor. Manu Jara nació en la ciudad francesa de Nancy. Sus padres, de Arenas de San Pedro (Ávila), emigraron a Francia. El panadero regresó a la patria de sus progenitores. Tiene esta tienda, otra en el mercado de Triana y una más en Nervión. Cuenta la historia Mercedes Delgado, que cuando se casó se mudó al Tardón.

Juan Belmonte nació en una quincalla de la calle Feria, pero muy pronto lo llevaron a Triana, donde es Pasmo y estatua. La calle Pureza está llena de placas preñadas de enjundia, son sinopsis hechas guiones de cine. Una de ellas recuerda que en esta calle residió el torero fue fue “ídolo de Belmonte”. Se llamaba Antonio Montes y es la estrella principal del libro 100 toreros de Triana de Ángel Vela. Fue monaguillo en la iglesia de Santa Ana, intentó aprender el oficio de tapicero, pero muy pronto le entró la afición. Alternativa en la Maestranza en abril de 1899. El día de todos los Santos de 1903 toreó por primera vez en México. En su cuarta temporada en ese país, con veinte corridas firmadas, el 13 de enero 1907 un toro lo cogió mortalmente y cuatro días después falleció en un hotel de la capital azteca. Tenía treinta años. Dejó muchos admiradores y una novia de Chicago.

Oviedo es la Vetusta de Clarín y Sevilla el paraíso perdido de los Machado. El 4 de febrero de 1993, en el centenario de su muerte, la Fundación Machado colocó una placa en la casa de la calle Pureza donde residió Antonio Machado Álvarez. Nació en Santiago de Compostela, donde su padre, Machado Núñez, estaba de catedrático. Conoce a Ana Ruiz, la madre de los poetas, cuando ambos presenciaban desde el puente a unos delfines que habían extraviado su rumbo. En 1874 nace su hijo Manuel en San Pedro Mártir. Un año después, Antonio en el palacio de Dueñas. El mismo que lo retrata “en su despacho. La alta frente, la breve mosca, el bigote lacio”. Vinieron cuatro hijos más. Machado Álvarez, Demófilo en los anales del folclore, viajó a Puerto Rico de registrador de la propiedad para sanear la economía familiar. De allí, casi con edad de torero, 47 años, sólo volvió para morir. Manuel tenía 18 años; Antonio, 17.

Saliendo de la casa de Demófilo, con las bendiciones de la Fundación Machado, se podría hacer una Bienal de Flamenco. El programa, con la hora de comienzo marcada por los toques de la guitarra de Ricardo Miño en el reloj del puente, sería incontestable: Paquita Rico, que no se va por Alfonso XII y sigue en Triana (calle Fabié); Antoñita Colomé, la primera trianera que se fue a Hollywood... y volvió, crepúsculo en Pasodoble, divertida comedia de José Luis García Sánchez; el rapsoda Armando Gutiérrez, que no se separa en la placa de Lolita Arispón, “exquisita cancionista trianera”; Fernando el de Triana, que se enamoró de los cantes de los Caganchos y los Pelaos en la vieja taberna Casa Rufina, “templo sagrado de los cantes fragüeros”. Con la guinda en el programa de Matilde Coral, que se vino a Pureza desde Castilla. Y los alumnos de la Fundación Cristina Heeren, una neoyorquina que cruzó el río desde San Isidoro en barquitos Loly.

Esperanza de Triana. La hermandad se funda en 1418 por el gremio de los ceramistas. 13.800 hermanos. La vida de uno de ellos cambió el día que se casó. Eso lo convirtió en vecino de la calle Pureza. Desde hace muy pocos días, Sergio Sopeña es además hermano mayor de la Trianera, la que llena las calles del barrio de anhelos y esperanzas. El barrio de Triana de Las Palmas celebró con el barrio de Triana de Sevilla cinco siglos de historia común. Las unió Cristóbal Colón y reforzó el nexo un americanista canario llamado Francisco Morales Padrón, pregonero de la Semana Santa de Sevilla.

Gracia trianera en las cuentas para la Semana Santa y el Rocío apuntadas en el bar Santa Ana. En la placa a Juan Carrero, mítico capataz de costaleros; en la tienda de música de Julio Vera, el director de la banda de las Tres Caídas que estaba con Távora en Nueva York el 11-S. Un primo de Julio Vera camina por Pureza. “Soy el cuponero de Triana que nunca da premios”, dice Pedro Casado Cuder. Norte y sur. Oriente y Occidente en una calle donde Bagdad es una tetería y Damasco un taller de costura.

Roma proclamó el dogma de María Inmaculada y ésa es la génesis de la calle Pureza. La Casa de las Columnas fue Universidad de Mareantes hasta que ésta se fue a San Telmo. Ahora es un centro cívico con una exposición de bicicletas de Gaitán desde 1936. Hay bicicletas de río, tándem ambulancia, pedalino, triciclo autopropulsado con manubrio y hasta un coche de pedales encargo de Queipo de Llano, propio de los Picapiedra. En Pureza residió Niculoso Pisano, introductor del Renacimiento en Sevilla; tuvieron residencia los inquisidores, “le dicen la Casa Quemá, debe ser por Torquemada”, dice José Cárdenas, cuarto propietario de la segunda fase del bar Santa Ana. Junto a una iglesia que es un cuadrado con cinco lados: las cuatro calle y la Plazuela. Dos jóvenes nacidos en 1927 y 1935 se disponen a cerrar el templo. Uno, Felipe Quintanal, montañés de Corvera de Toranzo, se casó con Consuelo, sevillana. Dice que fue el primer matrimonio que se celebró en la Capilla de los Marineros. El otro, José Tubío, atiende a los turistas, vende guías. Empezó de botones en El Correo de Andalucía y terminó de linotipista.

Desde calle Troya la torre del Oro se ve más grande que la Giralda

Al final de la calle Pureza, hay un doble toque de gastronómia internacional. La Casa del Dolma está especializada en cocina de Anatolia. El mesón de Emilio, parrilla Argentina, se trasladó desde Umbrete, en el Aljarafe, al corazón de Triana. La calle se llamó históricamente Olleros, después fue Santa Ana, como la iglesia, calle Ancha de la Feria, Larga de la Feria. Desde 1859, hace ahora 160 años, cinco años después de la aprobación del dogma de la Inmaculada Concepción, es calle Pureza. El epicentro es la parroquia de Santa Ana, cuya construcción se inicia en 1266. La rodean las calles Pureza, Párroco don Eugenio (antes Vázquez de Leca), Pelay Correa, Plazuela de Santa Ana y Bernardo Guerra. Desde Troya, junto a un mosaico de la antigua Casa de Monipodio que Cervantes recrea en Rinconete y Cortadillo, hay una vista impresionante de la Torre del Oro, que parece la Giralda junto a la más distante torre de Sevilla. Una placa recuerda que en la calle Pureza vivió el doctor José León Castro, padre de un catedrático de Derecho que fue hermano mayor del Gran Poder y una catedrático de Arqueología que es académica de la Historia.

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