David Bustamante: del Ole al Au lait
Calle Rioja
Saimaza puso el café y de la tierra de la mejor leche de Europa veía un cantante televisivo.
Rodeado de cámaras, la primera pregunta estaba hecha: ¿Cuál es tu mejor manera de empezar el día? "Hemos elegido a David Bustamante", dice Ramón Méndez, que habla en nombre de Saimaza , "porque David es un chico que encarna el optimismo, la fuerza, la vitalidad, una buena manera de empezar el día".
Saimaza ponía el café y se supone que el cantante, cántabro de San Vicente de la Barquera, ponía la leche viniendo de una vía láctea con tanta reputación. "Hacemos hueco aquí", le decía un vigilante a otro, "para que vaya pasando la gente y Bustamante pueda dar café". Porque ésa era la gracia de la mañana. El muchacho se esmeró, todo simpatía, "es un encanto" diría una señora, y ofrecía el café cantando ante el entusiasmo del respetable. Ole, le decían. Au lait, con un poco de leche fría.
Un reportero asiduo en la puerta de Ambiciones probaba un micrófono con la carátula de Sálvame. A una señora se le caía del bolso una aguja de punto. Dos padres de familia le dejaban al cantante sus móviles para que se hiciera autorretratos digitales. El filón de la primera promoción de Operación Triunfo es inagotable. Bisbal, con Torrente. Rosa de Armilla, que no la de Merimée, con la selección en Granada. ¿Qué habrá sido de Chenoa? Saimaza es una empresa sevillana fundada en 1908 y con fábrica en Dos Hermanas. Bustamante es popular, pero sin llegar a ser mediático. No es pegajoso. No hubo desmayos ni apreturas.
Alumnas de primero de Bachillerato del Centro Itálica, vulgo las Teresianas de Arguijo, aprovechaban el recreo para fotografiar a su ídolo o sencillamente, te daré niña hermosa te daré una cosa, tomar café. Desirée, la profesora de Filosofía, les había hablado "del consumismo". Son tiempos de crisis y había más cola para tomar el café -con mollete- que para fotografiarse con Bustamante. Unas señoras, apostadas en el balcón superior a la tienda de Pichardo, fiestas y disfraces, saludaban al cantante, que les devolvía el detalle.
Café y tostada junto a la iglesia de los Panaderos. Algunos llegaban a tiro hecho. Otras se lo encontraban de casualidad. "Ya decía yo que era mucha cámara para un desayuno". El cantante había estirado músculos en el hotel Sevilla, junto a la Casona de San Andrés. Salía del mismo hotel donde hace años pernoctó el poeta José Hierro, santanderino adoptivo, que agarró unas naranjas de la plaza y las exprimió sobre un vaso de vodka bautizándolo cóctel del 27 en homenaje a Luis Cernuda.
"La gira no es de Saimaza ni de Bustamante", aclara el representante de la firma cafetera. "Es una promoción especial que hemos querido hacer en la tierra que nos vio nacer". Una campaña que incluyó un casting de consumidores. Se podrían haber asesorado con Desirée, la profesora de Filosofía de las Teresianas que habló a sus alumnas del consumismo.
El día abrió lluvioso, cantábrico, pero el agua no le aguó la fiesta a los incondicionales del cantante y del café. David se colocaba junto a un tazón gigante, metáfora de un Goliath desarmado por quedarse sin azucarillos. Fue una presencia puntual con técnica de performance. Se fueron las cámaras. Se disolvieron los vigilantes. Antes de irse, el cantante se aproximó a las chicas situadas junto a la valla y las besó a todas. "Te pierdes las mejores", le decía una alumna de Desirée a la compañera que se había perdido este momento de gloria.
El cantante regresó al hotel y seguía lloviendo café. La sombra de Juan Luis Guerra es alargada.
20 Comentarios