Los últimos sucesos violentos en Sevilla protagonizados por menores han activado las alertas: ¿Qué puede  llevar a un niño, o a un grupo de niños, a expresarse con tanta ira hacia los demás?. Expertos del campo de la Psiquiatría y de la Psicología apuntan a múltiples causas de tipo social, económico, familiar, y político, marcadas por un entorno de crispación generalizada. 

El reconocido psiquiatra Jaime Rodríguez Sacristán incide en que "en estos comportamientos influyen muchos factores y hay que analizarlos con calma para no caer en la simplificación. Confluyen situaciones individuales, grupales, familiares, sociales, económicas e incluso políticas. Simplificar es peligroso, pero es conveniente y necesario e incluso obligatorio preocuparnos".

En el mismo sentido la doctora Matilde Blanco Venzala, jefa del servicio de Salud Mental del área de gestión Sanitaria Sur de Sevilla, que vincula estos comportamientos violentos con el proceso de construcción de la identidad de los adolescentes: "En la era virtual existen muchos yoes, de modo la personalidad queda formada por muchos factores externos. Antes, los padres podían controlar con quién se juntaban sus hijos, pero ahora con las redes, es imposible. Los adolescentes encuentran muchas fuentes en redes sociales en las que sólo ellos se manejan. A ello se suma el efecto grupo que les lleva a perder los límites; el concepto de los principios y de los valores. El efecto grupo lo hemos visto en Halloween".

Tras una revisión en el campo de la prevención y la promoción de la salud mental, el equipo de la doctora Blanco buceó en las redes sociales con las que suelen comunicarse los adolescentes, y muy especialmente en Tik Tok, y encontraron aberraciones. "Lo autolítico es un elemento normal en la población juvenil, por desgracia". 

Por su parte, el psiquiatra del Hospital Virgen del Rocío y especialista en Psiquiatría Legal y Forense, Álvaro Moleón, apunta a una "conducta antisocial y psicopática" como rasgos característicos de aquellos que son capaces de cometer actos violentos como los protagonizados la pasada noche de Halloween en Los Remedios por una pandilla de 18 menores. "Esa frialdad, esa falta de empatía, esa superficialidad o esa ausencia de respeto hacia las normas sociales son probablemente las características que compartan este tipo de jóvenes que, en muchos casos, cuando comenten este tipo de actos violentos, lo hacen en grupo con la idea de agrandar su autoestima. Por eso actúan en pandilla. Es raro que lo hagan solos. Al hacerlo en grupo se sienten más fuerte", explica el profesional, que apunta que, noches como la de Halloween, generan un mayor "morbo" a las personas con perfiles psicopáticos, de ahí el uso de pasamontañas o caretas para pasar desapercibidos. "Eso lo podemos ver en numerosas películas que se han hecho en esta línea en el cine", agrega.

Comunicación entre iguales

Es típico de la adolescencia escuchar "al que es como tú", pero el problema crece en espiral a medida que los adolescentes reciben múltiples voces, a través de redes sociales, que pueden ser "muy patológicas y que pueden tener niveles de ira". 

La doctora Blanco alude, en este sentido a los haters (odiadores): Perfiles en redes sociales cuyo discurso se centra en la critica cruel sobre una persona o un acontecimiento. "La sociedad ha creado una palabra para definir a una persona que basa su personalidad en odiar.

'Mala salud mental'

En estos acontecimientos violentos, se ven "niños sanos que no saben canalizar sentimiento de dolor como el enfado o miedo, sale de forma perversa y tortuosa".

Las dificultades para canalizar la ira afecta a la población en general, y muy especialmente a los más vulnerables, y entre ellos se encuentran los menores. Son múltiples  las causas: Un sistema de crispación generalizado, la comunicación en escalada, la pandemia, las crisis, la guerra, y los discursos políticos marcados por la violencia verbal.

En esta línea, el doctor Moleón descarta que conductas delictivas del tipo "herteroagresión", como la cometida por los menores detenidos, es decir, agresiones hacia los demás, "no tiene que estar vinculado, bajo ningún caso, al padecimiento de un trastorno mental". "De hecho, las personas con trastornos mentales suelen ser más víctimas que victimarias, es decir, no hay que pensar que, por defecto, aquellos que comenten este tipo de actos son capaces de hacerlo porque tienen un trastorno mental", argumenta. 

Una generación 'frustrada'

La frustración y la dificultad para canalizarla de manera sana también destacan entre las posibles causas: "Son adolescentes que se han criado en sus primeros años de vida con unas expectativas que se han derrumbado en los últimos años. Durante la pandemia les afectó el aislamiento y la pérdida de seguridad. Dejaron de estar a salvo en términos de salud. Luego, la guerra de Ucrania, la recesión económica... todo ello impone muchos límites a una generación que se muestra muy enfadada y sin capacidad para canalizar las emociones. La ira puede llegar a ser extrema", advierte.

"Ocurre en tantas familias con consecuencias muy grave. Tanto la agresividad hacia los demás como la agresividad hacia sí mismos. El problema del suicidio en estas edades es importante también. Requiere de una análisis profundo en torno a esos chiquillos y chiquillas que están en esa situación y que lo pasan muy mal", asevera el doctor Rodríguez Sacristán.

Este Halloween ha sido el primero que se ha vivido en masa, sin restricciones ni limitaciones. Ha sido para muchos jóvenes la primera "salida" y ha sido de manera explosiva. 

Frente a esta problemática hay que "insistir en planes de promoción y prevención en salud mental", concluye la experta.