La tarde del Heraldo Real comienza mucho antes de que se abran las puertas del Ateneo en la calle Orfila. Empieza por la mañana, cuando niños y niñas escriben la enésima carta que van a entregar a los Reyes Magos: la del colegio, Hermandad, el barrio... Pero la de esa tarde es especial porque quien la va a recoger también va a recibir las llaves de la ciudad. Tiene hilo directo con Melchor, Gaspar y Baltasar y seguro que el mensaje les llega.

Con este argumento se acercan tres hermanos hasta el centro de la ciudad por la calle Gonzalo de Bilbao. Van camino del Salvador porque van a esperar allí al emisario de los Magos. Mientras, por Laraña, Virgen de los Reyes se acerca tocando Feliz Navidad hasta la sede del Ateneo. Allí son las cinco de la tarde y no cabe un alfiler. Ni en las aceras ni en los balcones.

Cuando se abren las puertas y aparecen los primeros beduinos de los cien que forman la comitiva, empiezan los aplausos del público, sobre todo de los niños que están llenos de entusiasmo con sus cartas en las manos. Los primeros caramelos, siempre para el cielo, provocan una especie de lluvia dulce que hace que todos se agachen para recoger los que caen al suelo y pidan más.

Un beduino ayuda a un niño para que eche la carta en el palanquín

Todos esperan al Heraldo pero los nervios aparecen cuando el palanquín donde se acumulan las cartas de los niños empieza a salir de la sede del Ateneo. De pronto, casi todos los niños tienen cartas en las manos o hojas de papel dobladas llenas de dibujos. Definitivamente, los Reyes van a tener una buena colección de obras de arte de los niños de Sevilla.

Es entonces cuando aparece el Heraldo Real. Los Magos han elegido como emisario a Pablo Bueno, que después de la Marcha Real de Virgen de los Reyes cuando abrieron las puertas, comenzó su recorrido hasta el Ayuntamiento con la música de Benji y Oliver y Despechá tocada por Las Cigarreras. Solo hicieron falta los primeros sones de la canción de Rosalía para que la mayoría del público empezara a bailar.

El ambiente era de pasarlo bien y comenzaron a pedirle Quevedo a los músicos. A algunos los niños tuvieron que explicarle que no era nada del escritor, sino la canción de Quédate.

Cualquier invento es bueno para conseguir caramelos

Desde allí, calle Cuna, Plaza del Salvador, Entrecárceles, y en todos lados niños y mayores esperando y contando historias de cómo eran los Reyes Magos de hace años. Pero, sobre todo, con muchas ganas de disfrutar de la ilusión con la que se vive esta fiesta.

Desde casi una hora antes esperaban en la Plaza de San Francisco, por eso en cuanto los sones de Virgen de los Reyes comenzaron con A quién le importa muchos se desgañitaban cantando y aún más cuando empezó a sonar Mi gran noche para enlazarla con Feliz Navidad.

Las llaves de la ciudad

Cuando el Heraldo llegaba a San Francisco, ya estaban ocupadas las primeras filas del escenario montado junto al arquillo donde el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, pasadas las siete de la tarde le entregó las llaves al un Heraldo, que bastante emocionado, deseó paz, salud y felicidad a todos los sevillanos de parte de Sus Majestades de Oriente.

Las imágenes del Heraldo Real por las calles de Sevilla

"Ellos descansan de su largo viaje en esta ciudad que la noche del 5 de enero se convertirá en Belén y donde cada hogar será un portal para que los niños reciban sus regalos como aquella Navidad en que adoraron al Niño Jesús", recordó.

El Heraldo dio, además, la clave para que los Reyes lleguen a cada hogar. "Dejaos llevar por la inocencia y la magia porque son las verdaderas llaves que Sus Majestades utilizan para llegar a vosotros", recomendó.

Y, en un llamamiento a toda la ciudad, anunció: "Sevilla, que comience la magia. Vivan Sus Majestades los Reyes”. Un grito que fue respondido por todos con aplausos y vivas.

El alcalde, Antonio Muñoz, parecía contagiado por el entusiasmo que se respiraba por la tarde y habló directamente a los niños. "¿Sabéis una cosa? Los Reyes están muy cerca. El heraldo me ha dicho que están cargados de juguetes pero van a necesitar la llave. ¿Se la doy?". Evidentemente, todos los niños gritaron un sí ensordecedor.

Ya con las llaves, el cortejo siguió el camino hacia la calle Orfila por la Plaza Nueva, Méndez Núñez y O’Donell hasta llegar a La Campana, que estaba como en Semana Santa pero sin sillas.

Durante todo el camino, las cartas han seguido rellenando el palanquín y las bolsas de los beduinos. Eso sí, si alguno de los niños no la ha entregado, que no se preocupe, porque como una madre le explicaba a una niña muy triste porque se había dejado la carta en casa, como los Reyes son magos, le puede gritar en la Cabalgata lo que quiere que le traigan "porque pueden escuchar a todo el mundo a la vez" o "pensar mucho en lo que quieres y que te lean la mente", le decía su hermano mayor. Porque con los Reyes Magos nada es imposible y eso lo saben mejor que nadie los niños.