La Azotea Azul

Segunda planta: Un lugar donde los niños del Infantil puedan soñar

  • Los promotores de la Azotea Azul han reunido ya el 50% del presupuesto para este proyecto que facilitará la recuperación a todos los pequeños que requieren ingreso

Marta Baturone, Blanca Gómez y Elia Sánchez, en la azotea del Infantil.

Marta Baturone, Blanca Gómez y Elia Sánchez, en la azotea del Infantil.

“La chistera será un lugar emblemático donde los niños ingresados verán las estrellas”. Marta Baturone, directora de la Fundación El Gancho Infantil, describe uno de los espacios más especiales del proyecto La Azotea Azul, donde la magia al aire libre cobrará protagonismo: “La idea es aprovechar un espacio que no se utiliza en el Hospital Infantil, la azotea, y convertirlo en un lugar mágico para todos los niños ingresados, con el circo como hilo conductor. Uno de los accesos será la ciberaula; que dará paso a una zona con columpios y a la chistera. Aprovecharemos otro espacio de la azotea, que tampoco se usa, para crear una sala para la rehabilitación”. Serán 560 metros cuadrados para que los niños del Infantil puedan olvidar el dolor, los tratamientos y la enfermedad, a través del juego al aire libre.

“La Azotea Azul es una oportunidad magnífica para mejorar la atención a nuestros pequeños en el hospital, sobre todo durante las estancias largas. Un lugar donde puedan salir, tomar el aire, y que puedan compartir con sus hermanos o la visita de otros niños”, comenta la directora gerente del Hospital Virgen del Rocío, Nieves Romero.

Desde el pasado 2 de mayo, cuando los promotores de la Azotea Azul iniciaron la campaña, una ola de solidaridad ha recorrido Andalucía y ha permitido reunir el 50% de los fondos necesarios: 216.000 euros. “Ha sido espectacular la respuesta hasta tal punto de que nos sobrecoge. Esperamos que La Azotea Azul, gracias a la solidaridad de los andaluces, sea una realidad en 2019”, asevera Baturone.

Cada año en torno a 4.000 menores son hospitalizados en el Hospital Infantil

La zona norte de la azotea azul contará con una carpa central, donde los pequeños ingresados puedan disfrutar de actuaciones y eventos, además de cine. Otro punto, muy especial, será una zona de bancos en forma de C por los que discurrirá un pequeño canal de agua. “Los niños podrán sentir en sus manitas y en sus pies el agua especialmente los días más calurosos”, añade Baturone. Además, “el proyecto incluye una zona para la rehabilitación sensorial de niños con problemas neurológicos. Para ello estamos en contacto con los especialistas de rehabilitación”, añade la doctora Romero.El Hospital Virgen del Rocío cede el espacio y se encargará de su mantenimiento, mientras que la Fundación El Gancho reúne fondos para su construcción.

En sólo dos semanas de campaña para la captación de apoyos, la Azotea Azul ha logrado aglutinar a más de 900 personas dispuestas a trabajar como voluntarios por esta causa. La meta es lograr la ayuda necesaria para que las obras en la segunda planta del Infantil comiencen a finales de este año. “Como gerente del hospital quisiera mostrar mi agradecimiento a todas las personas que se han volcado con el proyecto. Desde ayuntamientos, colegios, otras fundaciones y miembros del equipo del Virgen del Rocío, personas anónimas y familias. Todos ellos han colaborado y sienten como suyo el Infantil. Es un proyecto ciudadano”, destaca la gerente.

La estructura de la Azotea Azul La estructura de la Azotea Azul

La estructura de la Azotea Azul

Alrededor de 4.000 niños ingresan cada año en el Hospital Infantil y de ellos el 48% proceden de otras provincias andaluzas. Como centro de referencia CSUR en determinados tratamientos muy complejos (quemados críticos, ortopedia infantil, sarcomas infantiles, neuroblastoma, trasplante de progenitores hematopoyéticos alogénico, enfermedades raras con trastornos del movimiento, enfermedad renal grave y enfermedades metabólicas congénitas), el Hospital Infantil también recibe a niños procedentes de otros puntos de la geografía española. Estos pequeños y sus familias, de momento, carecen de un espacio propio al aire libre en el que puedan salir del aislamiento que suponen las largas estancias en una habitación de hospital.

Marta Baturone y Rocío ante un cartel confeccionado por niños ingresados. Marta Baturone y Rocío ante un cartel confeccionado por niños ingresados.

Marta Baturone y Rocío ante un cartel confeccionado por niños ingresados. / José Angel García

El juego, la magia, disfrutar al aire libre junto a hermanos, amigos y otros niños ingresados favorece la recuperación. “Desde el punto de vista médico sentir el aire y ver el cielo azul contribuye a la recuperación de los niños. Son aspectos que curan incluso más que nuestras medicinas”, comenta la doctora Elia Sánchez, responsable en la UCIInfantil.

El talismán de Rocío

“Rocío es nuestro talismán en este proyecto”, comenta la doctora Sánchez. Desde que nació, Rocío es una paciente muy conocida y querida en el Hospital Infantil. “Para mí respirar al aire libre me impulsa; es una gran sensación, que mejora el ánimo. Permanecer entre cuatro paredes de una habitación no ayuda mucho. Jugar y sentir los rayos del sol, el cariño, eso sí nos ayuda”. Con estas palabras, Rocío describe lo que representa el proyecto, para ella y otros menores ingresados. Su madre, Blanca Gómez, psicóloga-orientadora escolar, forma parte del patronato que trabaja para que este proyecto sea una realidad. “Rocío ha tenido que permanecer durante largos periodos en el Hospital Infantil y, durante esos ingresos, desde una ventana, veíamos la azotea. Nos preguntábamos por qué no existía un lugar para que los niños puedan sentir el aire libre, y jugar. En ocasiones salíamos del centro, algo que no está permitido, para respirar”, explica Blanca. Su idea fue tomando forma en la Fundación El Gancho y hoy está más cerca de convertirse en una realidad.

Los días y las noches casi se solapan para las familias con hijos ingresados durante largas estancias hospitalarias. “Cada noche su padre, Fernando Troya, ha permanecido junto a Rocío. Las mañanas eran para mí durante sus ingresos. Los profesionales y el hospital son magníficos. Pero las familias echamos de menos un espacio al aire libre para que nuestros hijos puedan jugar; y para nosotros, para encontrarnos”, añade Blanca. Durante los ingresos de Rocío en la zona de Neurocirugía Pediátrica, el pasillo del hospital no logra dar respuesta a esta necesidad compartida de los niños y sus familias: un lugar para desconectar por unos instantes de la adversidad y de un entorno hospitalario que resulta hostil, especialmente para los enfermos más pequeños.

La doctora Elia Sánchez destaca un mensaje escrito por Adriana, una niña ingresada, que expresa de manera muy acertada el proyecto: “(...) como paciente digo que los días se hacen muy largos. Y con la ayuda de la escuela, el ciberaula, y ahora, la Azotea Azul, se hará todo más cortito”. Tras superar numerosos obstáculos, esta necesidad de miles de familias está cada vez más cerca de obtener respuesta: un lugar donde los niños hospitalizados puedan soñar.

Tsunami de solidaridad

Más de 900 voluntarios reclutados en dos semanas; 216.000 euros recogidos en apenas tres meses; cientos de imágenes con el lazo solidario de la Azotea Azul expuestas en las redes sociales y difundidas; personas y empresarios anónimos que ofrecen eventos altruistas para recaudar fondos. La Azotea Azul, y la posibilidad de crear un espacio para que los niños enfermos puedan olvidar la enfermedad y los tratamientos, ha generado un tsunami de solidaridad en Andalucía.

“Desde una escuela de flamenco que ha dedicado una jornada de clases al proyecto; hasta novios recién casados que han destinado parte del dinero que han recogido en sus bodas al proyecto; hasta el reparto de más de 150.000 pulseras solidarias; o el altruismo de un tatuador que ha destinado los fondos de sus sesiones de un día al proyecto, las iniciativas para contruibuir a este proyecto no cesan. “Continuamente recibimos nuevas ideas para recaudar fondos para los niños enfermos. Recordar a cada uno de ellos nos sobrecoge. Es la solidaridad de personas anónimas”, explica Marta Baturone.

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