Francisco Correal
De Sevilla a Dublín con viaje de vuelta
Los invisibles · Miguel Ángel Villalba
EN su vida, como en un escaparate, se ven muchas cosas. Miguel Ángel Villalba (Sevilla, 1958) es hijo de un banderillero y se llama Miguel por el Litri. Su infancia son recuerdos de capotes y muletas, pero sus iconos son otros: Johan Cruyff, Kafka, el fado, Berlín.
-¿Es Sevilla una ciudad-escaparate?
-Es más bien un referente para los historiadores del siglo XVI. A nivel social y mental es una ciudad anclada en el siglo XVI a la que le cuesta muchísimo cambiar. No sé si es una crítica o un halago. Pero empieza a surgir otra ciudad distinta de la Sevilla sevillita.
-¿No siguió la estela paterna?
-Soy más futbolero que taurino. Cuando muere mi padre en 1974, yo tengo 16 años. No lo disfruté como disfruté de mi abuelo materno. El restaurante El Abuelo, en la calle Álvaro de Bazán, se llama así por él. Tenía un restaurante en Huelva, El Nueve, en el que dicen que estuvo Queipo de Llano con dos militares antes del 18 de julio. Vino a Sevilla en 1954 y mi padre le llevó a toreros y banderilleros. Mi madre cuenta que Curro Romero cantaba mejor que toreaba.
-¿No le gustan los toros?
-Me gusta la estética, pero no el rito ni la fiesta. Mi abuelo tenía una finquita en Valverde del Camino donde mi padre iba a correr por los eucaliptales para coger la forma. Un día nos llevaron a ver una corrida en Trigueros y mi hermano mellizo y yo empezamos a llorar cuando mataron al toro.
-¿Le marcó algo el banderillero?
-Siempre he sido el hijo de Prudencio Villalba. Cada uno a su manera, él con los toros, yo con los escaparates, hemos viajado por todo el mundo. Hay un nexo que me devuelve al instituto. Me empecé a aficionar a los libros prohibidos, a llevar ocultos El Capital o los poemas de Alberti. Mi padre hacía la temporada en América. Le encantaba México. Allí los toreros eran embajadores que se encontraban con los españoles en el exilio. Yo fui muchos años después y encontré en la avenida de Juárez la joyería donde mi padre le compró una joya preciosa a mi madre de oro negro.
-¿Qué ciudades le han marcado?
-Mi sueño es vivir en Berlín. En el instituto San Isidoro empecé a leer a Kafka: La metamorfosis, El castillo, El proceso. Siempre que iba por Europa, aprovechaba para escaparme a Praga por estar cerca de Kafka. También me marcó Rosa Luxemburgo, aunque en el trabajo me preguntan que cuándo fue a Eurovisión.
-¿Cuando empezó en Massimo Dutti?
-Estoy a punto de hacer mis bodas de plata. Se habla de la escuela alemana y de Nueva York, pero Massimo Dutti hizo su propio estilo desde la empresa. Fui para abrir la primera tienda en Lisboa. En Oporto me llaman para decirme que nos absorbía Inditex. En enero de 1992 me fui a Coruña. Sevilla estaba de moda, todos hablaban de la Expo. Comíamos todos los empleados. Me impresionó ver a don Amancio Ortega en la cola con su bandeja en Arteixo y su hermana Pepita detrás de él.
-¿En qué momento están?
-Una etapa complicada. Principio de campaña y elecciones sindicales. Soy presidente del comité de empresa de Massimo Dutti.
-¿Sabe persuadir?
-Mi profesor de Literatura en el San Isidoro, Ruiz Lagos, me llamaba José María García porque me interesaba la política, el deporte, la cultura. Me acostaba oyendo a García. Era la época de Cruyff. Mi hermano y yo nos hicimos aficionados del Ajax, incluso escribimos algunas cartas a Amsterdam. Nos sabíamos de memoria la alineación: Stuy, Suurbier, Hulshoff, Blankenburg, Krol...
-¿Por qué escaparatista?
-Quería hacer tantas cosas que por no equivocarme me paralicé. El escaparatismo reunía dos de las cosas que me gustaban, la antropología y viajar.
-¿Qué hay tras el escaparate?
-Una forma de ser. Fui el último gran visir de la Cabalgata del Ateneo de José Jesús García Díaz. Ese año fueron los reyes magos Luis Cuervas, Javier Benjumea y Alejandro Rojas-Marcos.
-Pepito Caramelo fue alcalde en funciones...
-Un tipo muy humano. No era político. Lo recuerdo con Clavero, Nicolás Salas y Sánchez Montes de Oca preparando el PSLA. El liberalismo no cuaja en España.
-¿Un cartel para su padre?
-Ruiz Miguel, del que fue mozo de espadas; Paquirri, que me trajo un juego de pescaditos; y Mondeño, con quien fue mi padre cuando el Litri tuvo una grave corná. Antes de meterse a fraile, fueron al Líbano y a Tierra Santa. Tenemos cartas desde el convento.
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