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Un Rayo Verde que se crió en la calle Relampaguito

  • Avatares. Los pisos del barrio D del Polígono San Pablo se entregaron cinco años después de la riada del Tamarguillo. Cerca se estrelló la avioneta de la Operación Clavel. La gloria de Gordillo, que cumple años, da nombre a una glorieta inmunda.

Calle Relampaguito, donde pasó su infancia Gordillo, en el barrio D del Polígono San Pablo.

Calle Relampaguito, donde pasó su infancia Gordillo, en el barrio D del Polígono San Pablo. / Víctor Rodríguez

SERÍA inimaginable algo así con una glorieta que llevara el nombre de Bobby Charlton o de Beckenbauer. Cada mañana, la llamada Glorieta Rafael Gordillo aparece llena de excrementos caninos. Por la noche, es un aparcamiento oficioso de vehículos. La glorieta está en la esquina de Tesalónica, la calle más larga de los cinco barrios del Polígono San Pablo, y Kansas City. Al fondo, se ven las torres de la barriada Las Huertas, así llamada por el uso agrícola que tenían esos terrenos. El Rayo Verde, apodo con el que se le llama a Gordillo en una de sus biografías, llegó de niño con su familia a la calle Relampaguito y ahora frente a la glorieta con su nombre hay obras para la construcción de un tanque de tormentas.

Muy cerca de la actual calle Tesalónica que delimita uno de los laterales del Pabellón Polideportivo San Pablo pasaba el arroyo Tamarguillo. Donde ahora se levanta uno de los bloques del barrio de las Huertas se estrelló la avioneta de la Operación Clavel que venía con la caravana solidaria para resarcir a los damnificados por las inundaciones de noviembre de 1961. A mediados de esa década se terminó de construir el Barrio D. El de Gordillo.

Rafael Gordillo Vázquez nació el 24 de febrero de 1957 en Almendralejo, donde su padre jugaba al fútbol con el Extremadura. Junto a la glorieta hay dos señales de tráfico. Una prohíbe la circulación por la Avenida Veintiocho de Febrero por las obras del tanque de Tormentas, la otra obliga al desvío por la Avenida Manuel del Valle. Dos avenidas que conciernen al protagonista de esta historia. Gordillo fue un icono principalísimo en la defensa del referéndum del 28-F y once años después, en 1991, fue galardonado con la medalla de Andalucía en la misma ceremonia donde fueron premiados los siete ponentes del Estatuto, incluido el bético Pepote Rodríguez de la Borbolla. También recibieron la medalla ese año capicúa Cristina Hoyos y Salvador Távora, recientemente fallecido. Dos estrellas del baile para acompañar a este escurridizo Nureyev de la banda, que del ruso al argot castizo de su barrio se traduce como vendaval del Polígono. Cuando Gordillo ficha por el Real Madrid, en 1985, ya es alcalde de Sevilla Manuel del Valle Arévalo, titular de la avenida por la que es obligatorio desviarse.

La familia de Gordillo llegó a la calle Relampaguito cuando empezaron a entregar estas viviendas de protección oficial. Veinte inmuebles de cinco plantas, sin terraza y con ladrillo visto. Relampaguito era el nombre artístico del torero almeriense Julio Gómez Cañete (1884-1947), que hace el paseíllo en el callejero con El Tato y Curro Cúchares, nombre de un diestro que murió en La Habana, codificó el arte de la tauromaquia y está enterrado en la iglesia de San Bernardo.

La calle Relampaguito desemboca en la plaza de Belmonte. Gregorio Gordillo, el padre del futbolista, fue uno de los fundadores de la peña Los Manolitos, que data de 1979, el mismo año que se funda en el Polígono San Pablo la peña Bética Rafael Gordillo, cuando el futbolista sólo tenía 22 años. En esta peña han recogido el malestar de la familia por la ubicación de la glorieta. Espacio desabrido, deshabitado para quien fue ídolo de multitudes. Además de disquisiciones entre glorieta y rotonda, propusieron alternativas: fragmentar una de las grandes calles del Polígono, con la jurisprudencia de lo que se hizo en Viriato y pronto se hará en Placentines; ponerle el nombre del futbolista al lado peatonal de la calle Relampaguito; al propio pabellón, donde juega el Betis... de baloncesto, “pero están esperando patrocinador”; o aprovechar que la ley de Memoria Histórica suprimió del callejero del barrio a El Algabeño. “Cuando estaba Torrijos en el Ayuntamiento, le pusieron a una calle del Tiro de Línea Pilar Bardem”, dice uno de los peñistas. Otro recuerda con sorna que, pese a sus abismales diferencias políticas, Torrijos y Zoido, bajo cuyo mandato, deprisa y corriendo, se rotuló la Glorieta Rafael Gordillo, “son los dos sevillistas”.

Gordillo está con Alejo Carpentier: “Los honores deshonoran”. El mismo Zoido le dio en 2014, junto a Sergio Ramos, la medalla de la ciudad el día de su patrón. Por el barrio lo ven con frecuencia. “La última vez fue aquí en la peña. Vino a recoger el cocido que hizo mi mujer”, dice José María Mora, siderometalúrgico de profesión, marido de Mari Valle, hermana del futbolista. Gregorio Lara Andrade, mecánico de la Renault, lo vio hace un par de meses en Hipercor. Es hermano de Isabel, la mujer del futbolista. “Somos nueve. Yo soy el sexto y ella la séptima. El mayor jugó al fútbol y hace más de sesenta años emigró a Barcelona”.Dos cuñados bien avenidos, uno bético y otro sevillista. José María echa una partida de tute con los amigos en un salón con una biblioteca en la que hay biografías de Van Gogh, Lincoln, Bolívar, Napoleón, Karl Marx. ¿Y la de Gordillo? “La tengo en mi casa”. Con una foto de Atín Aya en la portada y una cita de Bernanos en la introducción: “Antes de que los ángeles pecaran”.

Algo está cambiando para bien en este país. Hora del bocadillo que aprovechan alumnos de Oscus, Fundación Dolores Sopeña. Han tenido clase de Atención al Cliente en un módulo de Actividades Comerciales. Triana Silva, del Cerro del Águila, y Cristian Lagarda, de Valdezorras, tienen los mismos 19 años que tenía Gordillo cuando el 30 de enero de 1977 debutó con el Betis en Primera. Salió por Cardeñosa contra el Burgos, donde jugaba el que sería su amigo y hermano Juan Gómez Juanito. Al principio, a ninguno de los siete alumnos les suena el nombre de Rafael Gordillo. Todos han oído hablar de Antonio Machado. El cumpleaños del Gordo se cruza todos los años con un nuevo aniversario de la muerte del poeta, con el gozne cronológico del 23-F, susto que le cogió en la víspera de sus 24 años. El poeta que también se fue a Madrid y que escribió versos tan actuales: “De diez cabezas, / nueve embisten y una piensa”. Y no se refería a la cabeza de Santillana.

En el número 20 (hoy el 6) vivía la familia con los cuatro hijos: Margari, Mari Valle, Rafael y Fernando, que sigue viviendo en la misma calle y trabaja en el mantenimiento del pabellón. Muy cerca, en la calle Guerrita, vivía Guillermo el Negro, su escudero cuando con letra de Alberti Rafael Gordillo era el Garcilaso del fútbol patrio. Residía en el barrio D, pero iba al colegio en el barrio A. Manuel del Valle fue el alcalde que inauguró el pabellón San Pablo, donde estuvieron las Casitas Bajas. La calle doctor Manuel Laffón Soto, padre de la pintora, une los barrios C y D. Hay una calle perpendicular. Jesús de la Rosa, sin casas, sin gente, silencio paradójico para una voz que fue himno de la ciudad soñada.

Si subdividimos los 62 años que hoy cumple Rafael en dos mitadas, la primera parte de su vida le cogió en lo mejor de su carrera. Cumple 31 en 1988. Ese año se despide de la selección en la Eurocopa de Alemania y la quinta del Buitre se topa con el PSV para quedarse sin la Copa de Europa, un maleficio para el equipo que en los últimos cinco años la ha conquistado cuatro veces.

Glorieta viene de Gloria y está tiene poco que ver con el espacio que le han reservado a un ídolo sin pretensiones, a un tipo corriente, algo tan extraordinario. Defendió a España en 75 ocasiones y eso que le escamotearon dos Mundiales. Ahora su nombre acompaña a un cruce de caminos, tierra de nadie, ya ni cabras lo atraviesan. Resulta chocante el contraste entre el abandono de la zona, hierbajos escoltados por olmos medio enfermos, con el jardín mejor cuidado del Polígono San Pablo, el que disfrutan los vecinos de una de las torres de la calle Curro Cúchares, donde una cuadrilla de obreros trabaja entre andamios. “La familia no estuvo en la inauguración”, dice un miembro de la peña. “La gente se enteró porque un día de agua y viento voló el cartón que tapaba la placa”. En la primera parte de la parte contratante de su vida, el Gordillo de los 31 años vivía en Majadahonda, vecino del escritor Francisco Umbral. El cumpleaños le coge en Valladolid, cerca de Burgos, su doble meca.

La peña sevillista del Polígono lleva el nombre de Curro Sanjosé, coetáneo de Gordillo. Dos de los cinco componentes del grupo de sevillanas Amigos del Arte que se presentaron en sociedad en la discoteca Holiday. La completaban Santi, Antonio Álvarez y el coriano Juanito. “Todos sevillistas, menos Gordillo”. En 1987, un profesor del instituto del Polígono San Pablo, Juan Eslava Galán, ganaba el premio Planeta con la novela En busca del unicornio, que es como el Pichichi de las letras. Ese mismo día el profesor salió del anonimato y se dedicó a coleccionar lectores escépticos.

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