"Difícil es todo en esta ciudad, aunque es magnífica". La ciudad donde nació Manuel Salinas, que desde el miércoles ocupa el sillón 28 de la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. "Yo pinto y basta". Se remitió a la respuesta de Isidro Nonell a un periodista para hablar de vocación.

Pasó por una etapa figurativa que derivó en la abstracción. "En la abstracción se parte de cero". No le interesa intelectualizar lo que hace, "me muevo más en el terreno de la intuición, de la aventura y de la propia experiencia". Su exploración pictórica empieza en los años setenta en Estados Unidos. No cree en la diferencia entre lo antiguo y lo moderno. "Todo pintor pinta siempre el mismo cuadro". El pintor, dijo Salinas, debe dedicarse a pintar y "hablar poco de lo que pinta". El arte por el arte, arts gratia artis, en latín.

Se remitió a Kant para refutar el arte "portador de mensajes literarios, costumbristas, sociales o políticos, donde es usado como un soporte". El estalinismo calificó al arte por el arte como "arte burgués" y la estética del arte nazi consideró a las vanguardias "como arte degenerado, comparándola con las producciones de los enfermos mentales, y lo atribuía a razas inferiores".

No habla, pero piensa. "Siempre me he topado en este país con una cultura politizada y condicionada a una determinada ideología, resultante de un arte subvencionado". Una ley de mecenazgo ayudaría a despolitizar la cultura. "En Estados Unidos no hay ministerio de Cultura, no hace falta y es donde mejor funciona la cultura".

Juan Manuel Bonet vio en la pintura de Salinas influencias del futurismo de Marinetti. "Un cuadro no depende sólo del pintor. Un cuadro de Velázquez en un sótano oscuro no es nada". Destacó el legado renacentista de Sevilla, las restauraciones del duque de Segorbe y recordó su participación como fundador en el Centro de Arte M11, que tenía como sede la casa natal de Velázquez restaurada por José Ramón Sierra. Allí expuso Antonio Saura y quiso hacerlo Tapies.