Las advertencias claras del Rey

26 de diciembre 2025 - 03:06

Discurso más breve de lo habitual, de pie y desde el Salón de Columnas del Palacio Real, donde se celebró la firma de uno de los documentos más relevantes de estos 50 años de monarquía, el tratado de Adhesión al Mercado Común. El Rey pronunció frases, palabras, que eran toda una descripción de lo que hoy más afecta a cualquier ciudadano español incluido el Jefe de Estado: crisis de confianza, convivencia, radicalismos, desencanto, tensión en el debate público, desafección. No pronunció la palabra corrupción, pero estaba implícita en sus reflexiones.

Es conocido que el discurso navideño es el único que se elabora en la Casa Real, con intervención directísima del propio Rey. Felipe VI ha sido lo suficientemente hábil para decir lo que él sabe que inquieta a la mayoría de los españoles. Problemas cotidianos, pero también problemas que escandalizan e indignan, entre otras razones porque a nadie le gusta contar con un Gobierno poco ejemplar, y que esa falta de ejemplaridad sea bien conocida fuera de las fronteras y tenga las inevitables consecuencias que hoy se viven en la política exterior. El Rey no se expresó en esos términos críticos, entre otras razones porque no puede hacerlo. Como Jefe de Estado que sigue fielmente la Constitución, debe asumir todas las iniciativas del Gobierno que vengan avaladas por las Cortes, además de estar obligado a aceptar el resultado de las urnas. Por eso el discurso de Felipe VI en esta Navidad era especialmente relevante. Porque nunca España ha vivido una época tan convulsa, nunca la corrupción –que desgraciadamente se ha vivido en casi todos los gobiernos– ha alcanzado a instancias tan importantes, nunca el jefe de Gobierno ha actuado con tanto desapego público hacia el Jefe de Estado.

Don Felipe utilizó todas las fórmulas posibles para no pronunciar un discurso de Navidad que pudiera abrir una brecha con el Ejecutivo, situación que sería de máxima inconveniencia porque es clave para la estabilidad que no se produzca una brecha entre la Jefatura del Estado y la Jefatura del Gobierno, pero al mismo tiempo era clave que el Rey transmitiera cercanía con los ciudadanos españoles que, independiente de su ideología, trayectoria profesional y biografía personal, hoy coinciden en cuáles son los problemas que sufre España y conocen perfectamente qué responsabilidad tiene el Gobierno en su falta de solución. Incluso, en fomentar su agravamiento.

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