Muere Fernando Carrasco, que noveló el Siglo de Oro de Sevilla

51 años, deja esposa y dos hijos y salía de la representación de la obra teatral basada en su novela sobre Mesa y Montañés.

Muere Fernando Carrasco, que noveló el Siglo de Oro de Sevilla
Muere Fernando Carrasco, que noveló el Siglo de Oro de Sevilla
Francisco Correal

Sevilla, 04 de marzo 2016 - 09:58

Que me perdone mi buen amigo Antonio Molina Flores, pero en Sevilla tiene más lectores Fernando Carrasco que Enrique Vila-Matas. Ayer nos intercambiamos novedades literarias. Antonio me contó que acababa de recibir un ejemplar dedicado de Marienbad eléctrico, la última obra de Vila-Matas. Yo le dije que estaba estremecido por la muerte de Fernando Carrasco, el autor de El hombre que esculpió a Dios. Novela por novela.

La noticia de la muerte de Fernando Carrasco (Sevilla, 1964-2016), que deja dos hijos y Libia, su esposa, con la que fue a Tierra Santa, se extendió con la misma velocidad que su legión de lectores. En el argot taurino, este currista currante salió por la puerta grande, con los carteles de aforo completo en las representaciones de la adaptación teatral de El hombre que esculpió a Dios. De la promoción de periodistas como Ángel Gámiz, Santiago Roldán, Jorge Molina, Nieves Risquez o Javier Mérida.

Ayer tomé café en El Sardinero, en la plaza de San Lorenzo en la que desembocan calles de nombres hercúleos. Cardenal Spínola lleva el del gaditano que fundó el periódico en el que empecé a trabajar, El Correo de Andalucía. En Martínez Montañés estuvo la primera redacción de Diario 16 Andalucía y remite al escultor del Siglo de Oro cuya vida noveló Fernando Carrasco en arbotante mágico con Juan de Mesa, señor de esa plaza. Con esos rotativos compartía fragua de papel el Abc a cuya redacción llegó Fernando hace un cuarto de siglo.

Toros y Semana Santa. Dos campos en los que se labró un pedigrí de especialista. El destino ha querido que se pierda el regreso de los gladiadores al coso del Baratillo. Hace poco le decía Manuel Salinas a Luis Sánchez-Moliní que la Semana Santa permitía que en Sevilla la juventud hablara con absoluta normalidad de orfebrería o de cornucopias, de los misterios del Siglo de Oro. En ese terreno, Fernando era todo un enciclopedista que lo cultivó como periodista primero y novelista después. A él y a otros como él (José Luis Losa, Manuel Jesús Roldán, Paco Robles, Guillermo Sánchez) le debemos que Sevilla, con lo escurridiza que la ciudad resulta para los escritores, sea todo un género literario.

Sus profundas convicciones y su oficio de contar historias se fundieron en una senda narrativa que sus seguidores han visto interrumpida. Se fue en los dominios de Miguel Mañara, patrono de los pobres, triunfando como autor en el hospital de la Caridad, esa virtud teologal nunca comprendida en toda su grandeza. Fernando era justo y caritativo; en los envites que la rutina reserva al periodista sabía que en los territorios más insignificantes puede surgir el asombro.

La noticia de su muerte corrió como la pólvora, pero por mucho que corra nunca alcanzará a la noticia de su vida, un legado de abrazos, sonrisas, familia y compañerismo.

Por expreso deseo de su esposa, ayer se mantuvo la función. Un crespón negro presidió la sala llena de público. Público y actores rezaron un padrenuestro.

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