Obituario

Fallece el ingeniero y cofrade Otto Moeckel

  • Benedicto XVI le concedió la medalla Pro Ecclessia et Ponfitice a petición del cardenal Amigo

  • Ha sido una institución en la Hermandad del Baratillo por su constante ayuda

Otto Moeckel en una entrevista concedida a 'Diario de Sevilla' en 2005.

Otto Moeckel en una entrevista concedida a 'Diario de Sevilla' en 2005. / Juan Carlos Vázquez

Un gran vacío en el Arenal. Ha fallecido, a los 92 años de edad, el ingeniero, empresario y reconocido cofrade Otto Moeckel von Friess, que nació en Sevilla en 1929, el año en que la ciudad se reinventaba gracias a la Exposición Iberoamericana. Descendiente de alemanes que vinieron a electrificar la provincia sevillana, era hijo único. Su familia paterna procedía de Sajonia y la materna, de Baviera. Fue criado en los valores del esfuerzo, el orden y la disciplina. 

Estuvo casado con María del Carmen Gil Otero, que falleció en agosto de 2019 y con la que tuvo ocho hijos (María del Carmen, Reyes, Otto, Mayte, Emilio, Joaquín, Enrique y Ana), 19 nietos y cinco bisnietos.

Otto Moeckel ha mantenido una estrecha vinculación con la Hermandad del Baratillo, de la que ha sido uno de los personajes más importantes en los últimos 75 años de historia de esta corporación. Fue inscrito en ella en 1938. Siempre estuvo disponible para prestar cualquier colaboración con la hermandad, lo que le permitió gozar de una autoridad no sólo basada en el sinfín de ayudas económicas que había proporcionado, sino en la auctoritas ganada a pulso con las horas invertidas.

Esta relación constante le valió la medalla de oro del Baratillo, la de plata de la Real Maestranza y la Pro Ecclessia et Pontífice concedida por Benedicto XVI a petición del cardenal Amigo, además de otros numerosos reconocimientos y homenajes. Los que más le han tratado aseguran que nunca hablaba mal de nadie, que siempre hacía uso de una fina (y cada vez más escasa) elegancia cuando tenía que ofrecer una opinión comprometida, situación de la que siempre sabía escurrirse con suma inteligencia.

Siempre fue un sevillano hiperactivo, incluso en su jubilación (dirigió una empresa con 70 empleados a su cargo). El trabajo, la actividad cotidiana y las idas y venidas del barrio del Arenal fueron la combinación que lo mantuvieron con vitalidad hasta el último momento. A lo largo de su vida ha hecho gala de sus exquisitas formas y costumbres arraigadas y, sobre todo, de una oratoria antigua y ordenada que pareciera que estaba escribiendo cuando hablaba, detalla su círculo más cercano. 

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