Pedro no negó tres veces a Jesús
Calle Rioja
Jesús Quintero probó con Pedro Ruiz una posible fórmula de rematar las representaciones teatrales con una entrevista en el escenario.
En la entrevista se representa un diálogo y después se publica. En el teatro ocurre lo contrario: primero se publica y posteriormente se representa. Jesús Quintero ha fundido los dos géneros y no descarta que en un futuro se convierta en un recurso habitual. El experimento lo realizó con Pedro Ruiz al final de la representación de Escándalo en Palacio en el teatro Quintero. Una charla distendida que no formaba parte del espectáculo y sin embargo casi todo el público que llenaba el antiguo cine Pathé se quedó para escucharla la noche del estreno.
Como permanecieron los decorados de la obra, era un ambiente de Estudio 1 entre dos monstruos de la comunicación sobre un escenario. Un duelo dialéctico y amistoso entre Pedro Ruiz, que con 24 años revolucionó la información deportiva con la puesta en marcha de Estudio Estadio (superviviente con Informe Semanal de la buena televisión de antaño), frente a Jesús Quintero, artífice de un clásico de la radio española, Estudio 15-18. En cierta forma, se trata de dos andaluces de la diáspora a los que el destino en cierta forma hizo catalanes de cuna o de descendencia. Quintero nació en San Juan del Puerto, muy cerca de Moguer, y su madre le decía que era más pariente de Platero que de Juan Ramón. El loco de la colina tiene dos hijas catalanas de dos madres catalanas. Pedro Ruiz nació en Barcelona de madre almeriense (de Cuevas de Almanzora) y padre de Valladolid. Tres comunidades autónomas en el documento de identidad.
Pedro no negó a Jesús en tres ocasiones. Sus negaciones las dirigió a las tres fases de la estulticia del mundo actual: "El hambre, el atracón y la diarrea". Quintero ya intentó esta fórmula de la entrevista después de la actuación en vivo con Chavela Vargas en el teatro Lope de Vega "pero fue un desastre". Sale mejor en las canciones de Sabina. Se lo pensará en un futuro y entre los candidatos a pasar por su confesionario, este aperitivo de la palabra, citó a Vargas Llosa, el último Nobel de Literatura. Entendería el guiño, porque también es hombre de teatro, y al público español le regaló su presencia como actor junto a Aitana Sánchez-Gijón en la versión que el peruano hizo de Las mil y una noches.
Hacía veinte años que ningún teatro de Sevilla contrataba a Pedro Ruiz. Hace veinte años, realmente, en las vísperas de los fastos de la Expo, no había ningún teatro en Sevilla. Después empezaron a surgir casi por generación espontánea. En el escándalo palaciego interpreta a un presidente del Gobierno, aunque le confesó a Quintero que no ha votado jamás. Ha recibido ofertas políticas del PSOE, de la UCD, de Rosa Díez, Punset y hasta Ruiz-Mateos para que votaran al que nunca votó. Evocó un conato de antifranquismo casi juvenil cuando se atrevió a profanar las verdades intocables del régimen en el club Siglo XXI el 11 de marzo de 1974 con Arias Navarro entre el público. Fue la temporada del 0-5 del Barcelona en el Santiago Bernabéu, en la prehistoria de Estudio Estadio.
Bernard Mathieu se transformaba en Pedro Ruiz ante Jesús Quintero. Y hablaban de Carod-Rovira, al que ambos entrevistaron, del Beni de Cádiz, hilo conductor del surrealismo quinteriano, de Paco Gandía, a quien Quintero emparentó con Darío Fo, quizás el Nobel de Literatura que más derechos de autor ha generado desde el escenario de un teatro. Con el permiso de Jacinto Benavente. Anoche se despidió Pedro Ruiz del público de Sevilla. "Si les ha gustado, traigan a sus amigos; si no les gustó, traigan a sus enemigos". Ve un país cada vez más alejado de la transición y más próximo a la transacción. Contó mentalmente el aforo, hizo las cuentas y calculó los beneficios de una (y mil noches), a repartir con el resto del equipo: unos dos mil euros. "Eso es lo que gana Belén Esteban por decir buenas noches".
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