Carta de Manuel Olivencia para Felipe gonzález

"Querido Presidente"

Excmo. Sr. D. Felipe González Márquez

Una aguda lumbalgia y, después, una severa cura de reposo me tienen encerrado en casa desde hace un mes. Me encuentro como Don Quijote tras ser abatido por el molino de viento, "muy maltrecho". Tú sabes que yo tengo algo de Quijote y que algún batacazo he sufrido por ello.

En la imposibilidad de asistir al acto de entrega del Premio MANUEL CLAVERO -¡tan prestigioso como la persona que le da nombre!-, concedido por un Jurado que tuve el honor de presidir, te envío estas líneas.

He suscrito el acta en la que constan los méritos estimados por el Jurado y no voy a repetirlos aquí. La actividad política, como toda actividad humana, es una suma algebraica de decisiones, unas positivas -precisamente señaladas con una cruz-, otras negativas -marcadas por un guión-. No se puede acertar siempre y en todo, pero lo importante es que el resultado de la suma sea positivo.

El tiempo va consolidando la convicción de que tu gestión como secretario general del partido, como presidente del Gobierno de España y como dirigente de la Comunidad Europea arrojaron ese resultado. Hiciste una política de izquierda con prudencia, con moderación, con realismo, sin bravucones desafíos, y fue mucho lo que conseguiste.

Casi catorce años de gobierno, casi veinte de tu salida, y tu figura política ha crecido. Por encima de aquella suma algebraica, se valora en ti un factor hoy escaso en la vida pública española: el de hombre de Estado, con un concepto del Estado, y del Derecho, del Estado de Derecho, de la soberanía, de la nación, de su unidad, y una vocación de servicio a estos conceptos esenciales de nuestra convivencia. Es tu experiencia y tu ideología lo que ahora se valora. No tienes 'potestas', pero sí cada vez más 'autorictas', peso y prestigio, en la vida nacional y en la internacional. En estos momentos de alteración y de confusión políticas, en los que tememos perdernos en el laberinto de las utopías, hacen falta mentes claras como la tuya, que aunque sólo sea a través del consejo traigan serenidad a la política, defiendan los intereses generales y sirvan a España -digámoslo con su nombre propio-, por encima de visiones miopes, partidistas o personalistas, que enfrentan y dividen.

Nuestro Premio no es sólo reconocimiento de méritos pasados, sino estímulo para tu contribución futura, sin 'potestas', pero con 'autorictas', al buen gobierno de España.

Mi enhorabuena y un cordial abrazo.

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