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Sevilla

Santiago Muñoz Machado: "Estados Unidos terminará siendo bilingüe"

  • El director de la Real Academia subraya que el éxito histórico de la institución ha sido mantener una misma lengua en todos los países de habla española

Santiago Muñoz Machado, en la Academia.

Santiago Muñoz Machado, en la Academia. / Corchero Arcos

Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, 1949) es director de la Real Academia de la Lengua (RAE), jurista de amplio recorrido, ha dedicado muchas de sus obras a pensar sobre las posibles reformas de la Constitución y al encaje de Cataluña en España. Del 4 al 8 de noviembre, las 23 academias de la lengua española celebran en Sevilla su congreso, una cita que desplegará además una importante agenda de actos públicos, en los que intervendrán, entre otros, Mario Vargas Llosa, Leonardo Padura y Carmen Riera.

-La elección de Sevilla como sede de este congreso supongo que no es casual. Puerto de la lengua hacia América.

-Sevilla es incomparable por su clima en noviembre, su monumentalidad, pero también por sus méritos literarios. Sevilla es una ciudad muy vecina a Cervantes y a su obra, que ya sería bastante, y puerto de salida para América. Es una ciudad que ha contribuido a la forma de hablar americana. El español de América tiene una gran influencia andaluza. A pesar de que ahora hay muchas teorías sobre las influencias del español de América, esto no ha cambiado.

-Son 23 academias de la lengua, ¿es un mismo idioma?

-Es un mismo idioma. La mayor conquista de las academias y de la española, en particular, ha sido conseguir que el español sea único.

-No deja de ser un hecho singular, un continente tan amplio como América podía haber producido variantes que con el tiempo evolucionasen hacia otros idiomas; al menos, en algunas regiones.

-Con ocasión de las independencias americanas, se intentó por parte de algunos intelectuales, no del pueblo, pero sí de algunos intelectuales con la idea de crear un idioma de la nación. Cada nación nueva, cuando se independiza, tendría una lengua particular como símbolo y, claro, la española era la del opresor, la del imperio; algunos la repudiaban. Intentaron crear una lengua a partir del castellano del mismo modo que el español procedía del latín. Se intentó la misma operación, pero sin ningún éxito, gracias a algunos de los prohombres de allí, como Andrés Bello, que hizo una Gramática para español para americanos muy influyente y también el Código Civil de Chile. Pero entre los méritos históricos de esta Real Academia está, desde luego, haber normalizado el español que hablamos en la actualidad, con su Diccionario, su Gramática y su Ortografía en el siglo XVIII, y en el XIX, con su autoridad haber impedido que se fragmentara el español. Eso no quita que haya que respetar mucho, y que nos complazcan, las variantes fonéticas del español de América, los sonidos, que son muy bonitos y la variedad léxica.

-Supongo que la literatura de España, ya rica y asentada en los tiempos del Descubrimiento, hizo mucho.

-En efecto, no hubo literatura americana hasta muy tardíamente, casi hasta el siglo XVII. La primera literatura que salió de allí es la de los cronistas, pero muchos de los cuales eran españoles, con la excepción de Guamán Poma de Ayala, el Inca Garcilaso y los nativos mexicanos. Es de la literatura española de la que se nutren los colonos y de la que aprenden los nativos. Y, entre otras, de la literatura cervantina. Nuestro director y gran cervantista don Francisco Rodríguez Marín, sevillano, siempre sostuvo que la primera edición del Quijote, la de 1605 de la primera parte, se vendió casi toda en América. Pudo comprobar en las expediciones de libros hacia libreros americanos que la mayor parte de esa edición fue hacia allí. En 1605 hubo dos ediciones del Quijote, una menos conocida que otra. Pero la primera, que se cerró en 1604 y tiene la autorización de impresión en 1604 y se edita en enero de 1605, se vendió en América.

-El español es la única lengua que sobrevive, y con vigor, al inglés en los EEUU. Ni el ruso ni el alemán ni el sueco, ni siquiera el italiano, las otras lenguas de los inmigrantes, resistieron. Se habla mucho español en EEUU y se hace literatura en español en EEUU.

-Son por encima de 40 millones de hispanohablantes y van en crecimiento, a pesar de que las condiciones políticas nunca le son favorables. Se puede pronosticar que, a no mucho tardar, Estados Unidos será bilingüe. 

-¿Lo dejarán ser?

-Es que el idioma no es fácil de parar.

-Una de las academias que estará en Sevilla es la de Estados Unidos.

-La Academia Norteamericana de la Lengua, que es la que más representantes aporta al congreso de Sevilla.

-Llama la atención la última incorporación, que es la del judeo español o judeo castellano.

-Sí, el ladino. Es español del siglo XIV y XV, es como se hablaba entonces, como hablaba la reina Isabel, que fue la que expulsó a los judíos de España. El idioma no ha evolucionado, aunque los lingüistas no permiten decir que la lengua se ha petrificado, evoluciona y el ladino, también, pero difiere de nuestro castellano. Hay palabras y giros que han desparecido e, incluso, cuesta trabajo entenderlo.

-La Real y las otras academias mantienen unida la lengua, pero no ha tenido que unificarse, ¿no?

-Bueno, ambas cosas. Unificar en el sentido de armonizar es dotarse de reglas, contar con un compendio de su léxico, eso es el Diccionario. Hay 93.000 entradas en el Diccionario y ahí está casi todo. Y una Ortografía y una Gramática. Ese es el trío normativo, que sirve para armonizar. Pero también el segundo nivel, que es trabajar en la unidad, en el sentido de la no fragmentación, porque aun respetando esas normas, se corren riesgos de fragmentar y, en ese sentido, las academias están muy atentas. 

-¿Cómo se fragmentaría?

-Pues que haya un regulador que permita otras normas, por ejemplo, en la ortografía. Que se terminen por admitir peculiaridades o signos que no son propios del español clásico. Otro regulador podría considerarlo lícito y si se hace país por país, primero en el lenguaje oral y luego en el escrito, pues se abriría un proceso de diferenciación.

-Hay una corriente que solicita una lengua más inclusiva respecto al género, en España hay debate, pero en Argentina es una auténtica polémica nacional.

-Sí, es una polémica muy seria, mucho más que aquí. En España hay grupos políticos que han utilizado el femenino como inclusivo, es Unidas Podemos, por ejemplo. Los argentinos no polemizan sobre si el femenino es inclusivo, sino que utilizan una letra intermedia, la e. Niñes, todes, nosotres... bueno, no sé utilizar muchos más ejemplos, pero he oído discursos parlamentarios este mismo año en abril, en el Parlamento de Córdoba, donde se celebró el congreso. Imposible, vamos.

-¿Y cuál es su opinión sobre el lenguaje inclusivo?

-Mi opinión es que hay un creciente movimiento que pide una cierta feminización o cortar el exceso de masculinización. El masculino inclusivo es fruto de la evolución de la lengua que ha durado centenares de años, es muy difícil de acotar, la lengua no se regula por decreto, no se puede establecer por imperativo cómo hay que hablar. La Academia y el lenguaje tiene una relación muy sencilla de explicar: tiene en consideración el modo en que se habla y cuando es en general. Cuando el uso es común, lo incorpora y hace una regla en su normativo. Si el uso del femenino prosperara o algunos desdoblamientos, como todos y todas, la Academia no tendría más remedio que reconocerlo. Nadie pone ningún obstáculo ahora a señoras y señores para introducir un discurso, nos resulta raro todos u todas, pero si se generaliza, se incorporará. Muchos femeninos de profesiones se han implantado en la actualidad, jueza, presidenta, ministra. Muchas. Lo que no hará la Academia es decretar cómo se tiene que hablar, no hará una norma.

-En los últimos meses ha habido cierta polémica con series y películas de realizadores andaluces que, al parecer, no se entienden bien en pantalla, hasta el punto de demandar subtítulos.

-Sí lo he visto, con Roma y los mexicanos también.

-¿Los andaluces hablamos mal?

-Depende de los andaluces, yo soy andaluz y creo que se me entiende. Hay zonas en nuestro país, en todas partes, que tienen una forma de pronunciar y de vocalizar algunas palabras que en otras regiones no se entiende, pero ése no es el idioma estandarizado y no tenemos nada que hacer sobre eso. 

-Vamos, que es mejor estandarizarse, hay quien reivindica un andaluz cerrado.

-Deberían universalizarse, pero, bueno, esas cosas son inevitables, nosotros no trabajamos contra ello. Es la educación la que debe ocuparse de que el modo de hablar se comprenda en todas partes. 

-Como jurista, usted ha publicado varios libros sobre la reforma constitucional y sobre el problema catalán. Propuso una fórmula de solución que pasaba por una reforma de la Constitución, a la vez que la del Estatuto de Cataluña. ¿Está todo peor ahora?

-Está difícil, muy difícil, acabo de terminar un artículo sobre la sentencia del Supremo. Y la verdad es que es un poco desesperante, no la sentencia, que me parece muy bien hecha y muy correcta, sino la respuesta. La respuesta revela el estado de intransigencia en el que estamos ahora mismo; por parte de los independentistas, pero también por parte de gente sensata que critica la sentencia por blanda.

-Pero esa crítica es muy de cierta nata de Madrid. Acabamos de publicar un sondeo en el que casi el 80% opina que es una sentencia justa.

-Pues me alegro que así sea, porque lo lógico es que apoyemos a las instituciones. Un tribunal como el Supremo en el que se le ha puesto en esa tesitura tan delicada debe ser apoyada por los ciudadanos y por los juristas, aunque hubiera errores. He leído que hay juristas que niegan la rebelión y niegan la sedición, porque hay un tipo que no quepa lo que ha ocurrido. Pero bueno, hombre, qué criterio tienen estas personas sobre lo qué ocurrió en Cataluña. Más allá de la sentencia y de la aplicación del artículo 155 hace un par de años, éstos son medios de excepción. No podemos estar todos los días con sentencias condenatorias y artículos 155, hay que buscar una solución y el problema es que ahora es imposible. Imposible porque los independentistas no se salen de la reclamación de un referéndum de independencia, eso no se puede hacer, y es su punto de partida. Y del otro lado, hay mucha gente intransigente, que dice que de ninguna manera una reforma del Estatuto o de la Constitución porque todo sería una concesión, un premio, a los separatistas.

-¿Usted sigue proponiendo una reforma constitucional que dé cabida a un Estatuto reformado?

-Sí, y con la esperanza de que algún día sea aceptada. Y veo que cada vez hay más gente que lo apoya, lo veo en la prensa y no creo que tenga nada de concesión. Algún día habrá en que las dos intransigencias tengan que ceder en algo.

 

 

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