Sevilla

Saqueo de las pérgolas de la Expo para su venta como chatarra

  • Decenas de rumanos asentados en tiendas de campaña cortan a diario con seguetas los tubos de acero de las estructuras y se las llevan con carros o furgonetas · El material es propiedad de la Junta

Con simples seguetas de dos cuartas, carros de almacén y furgonetas, varias decenas de familias rumanas llevan semanas desmantelando, para venderlas como chatarra, las pérgolas de acero de la Expo 92 abandonadas desde hace años en los terrenos inundables de la Cartuja donde se celebra el mercadillo semanal y donde el Ayuntamiento de Sevilla ha proyectado el botellódromo.

Diario de Sevilla pudo comprobar ayer cómo los autores de este saqueo han montado un asentamiento en la zona y duermen en tiendas de campaña levantadas junto a los hierros, donde también cocinan y juegan sus hijos. La basura que genera este núcleo empieza a almacenarse en los alrededores sin ningún control por parte de las autoridades, pese a las altas temperaturas que se están alcanzando ya en la ciudad.

Son las doce de la mañana. Según el testimonio de uno de los jóvenes que corta las barras de acero, los habitantes del asentamiento suman unas 35 personas que llevan cinco meses en Sevilla. No permiten tomar fotografías y cuentan que están trabajando hasta las cuatro o las seis de la tarde aproximadamente. Mientras un grupo secciona la estructura con seguetas, otros apilan las barras en el suelo y luego en carros. Varios testigos consultados aseguran que es frecuente ver a rumanos arrastrando sobre ruedas la carga por la Isla de la Cartuja. Ayer una de las familias se dejó ver, incluso, en una furgoneta metalizada de pequeño tamaño.

Según los cálculos de este periódico, el saqueo se está dando en las 130 pérgolas que quedan sobre la bancada de la Expo -amontonadas en grupos de cuatro pisos-, frente a las 860 que había en el recinto de la Cartuja en 1992 que llegaban a aportar 50.500 metros cuadrados de sombra.

Antes de llegar al asentamiento, lo primero que encuentra el visitante cuando desciende la rampa de acceso a la bancada desde la avenida Carlos III, son los soportes de hormigón de las pérgolas en un estado de conservación lamentable por golpes que han dejado al descubierto la estructura interna de hierro. Las tiendas de campaña se ubican a unos 200 metros de este lugar, justo donde se almacenan las pérgolas, cerca del apeadero de Renfe.

Otros testigos aseguran que en los últimos meses también se ha visto a familias rumanas acudiendo al pabellón de la Santa Sede a llevarse la chatarra sobrante de los trabajos de demolición del edificio, donde hubo algunos enfrentamientos con otras familias gitanas. Los rumanos quisieron repetir la misma operación en el pabellón de Francia,pero los vigilantes jurado de Agesa lo impidieron. Ante la necesidad de salir adelante, estas familias se buscan la vida como pueden y más si tienen ante sí miles y miles de kilos de acero sin vigilancia ni cerramiento, como es el caso de las pérgolas.

Estos hechos recuerdan tristemente al robo, en 2006, de la cubierta de la Copa Davis del estadio olímpico, cuyos materiales acabaron dispersos en cuatro chatarrerías de la provincia porque el Instituto de Deportes almacenó sus piezas desmontadas en un solar de Sevilla Este sin vigilancia ni cerramiento. Poco pudo recuperar el Ayuntamiento de las chatarrerías cuando reaccionó ante la polémica ciudadana que se originó tras la denuncia en la prensa.

Los terrenos donde se sitúa el asentamiento de rumanos de la bancada de la Expo y el futuro botellódromo son patrimonio de la Junta de Andalucía, la administración que debe velar por la conservación y mantenimiento de los elementos que se sitúan en estos suelos. El año pasado, la Junta firmó un protocolo de intenciones con el Ayuntamiento de Sevilla que permite al Consistorio el uso temporal de la totalidad (171.642 metros cuadrados) de los suelos inundables de la bancada de la Expo para construir un gran parque fluvial, pero la condición previa al traspaso es que los terrenos estén limpios y asfaltados, lo que no sucede en la actualidad.

El único avance que ha hecho la Junta en esa zona de la Cartuja es apilar las pérgolas de cuatro en cuatro, para que no ocupen tanto espacio, un cambio que ha favorecido que las estructuras se conviertan en cobijos improvisados de decenas de familias rumanas, aun cuando serían de gran utilidad para dar sombra en Virgen de Luján o en el Paseo de Torneo, por citar algunos ejemplos.

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