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Urbanismo

De la Torre Pelli a la Torre Seguí

  • La proyectada torre hotelera del puerto de Málaga, con sus 135 metros, queda muy lejos de los 180 metros del rascacielos sevillano.

Málaga recupera con la torre hotelera proyectada en el puerto, de 135 metros de altura, su vieja aspiración de trazar un nuevo skyline y pasar a formar parte del ya amplio club de urbes con edificios verticales. Se hace, sin embargo, sobre la base de un modelo ya explorado. Porque la Torre Seguí, ahora exhibida públicamente, sin ni siquiera disponer de los elementos urbanísticos necesarios para su impulso, guarda semejanzas visuales y de diseño con la Torre Pelli, concluida el pasado año a 200 kilómetros de la capital de la Costa del Sol, en Sevilla.

El inconveniente, que acota la originalidad de la propuesta del grupo de inversión qatarí, es que frente a los 180 metros que alcanza el rascacielos de Sevilla, la torre propuesta sobre los terrenos del dique de Levante malagueño aspira a elevarse 135 metros. Es decir, no puede presumir ni de ser la más larga de cuantas hay en la región ni de contar con elementos que la distingan de otras muchas construcciones.

Puestos a ensalzar las bondades de la iniciativa qatarí bajo el calificativo de "emblemático", ¿por qué no haber alcanzado los límites máximos permitidos por Aviación Civil para ese espacio y levantar hasta los 170 metros la edificación? ¿Por qué no haber optado por un diseño innovador, que convirtiese a la torre malagueña en referente arquitectónico como lo es el Hotel Vela de Barcelona, con sus 100 metros de altura?

La aparición en escena del proyecto para el dique de Levante ha hecho que no pocos en la ciudad hispalense, de manera socarrona, hayan reflejado el interés de Málaga por copiar algo de Sevilla. Abriéndose incluso al comentario a las semejanzas de ambas torres. A bote pronto, sin entrar en disquisiciones técnicas, el ejercicio parece asumible. Al igual que hace Seguí con su trabajo, el rascacielos sevillano tiene forma elíptica, con 37 plantas, y dispone de vidrio y acero en sus fachadas.

Ambas guardan, además, una cierta vinculación en lo que a contestación social se refiere. Como empieza a ocurrir ahora con el hotel de lujo malagueño, que ha despertado las dudas de numerosos profesionales de la arquitectura, catedráticos de la Universidad y colectivos vecinales, el desarrollo de la Torre Sevilla- ése es ahora su nombre- estuvo marcado por una reacción adversa. Hasta la Unesco reclamó en 2009 la paralización de su construcción, llegando a buscar que el Gobierno informase sobre el alcance del impacto de la torre sobre la Catedral, el Real Alcázar y el Archivo de Indias (los tres monumentos que permitieron que Sevilla entrara en la lista del Patrimonio Mundial). Finalmente, el propio organismo internacional acabó por dar carpetazo el asunto.

Más allá de las semejanzas entre un símbolo real y otro aún ficticio, son varios los arquitectos que desde el pasado lunes, cuando tuvo lugar la presentación oficial del proyecto de Andalusian Hospitality II, han expresado una opinión crítica sobre el mismo.

Rafael Martín Delgado, por ejemplo, llamaba la atención sobre el impacto visual del inmueble. "Será tan fuerte que acaparará la imagen de la ciudad, haciendo desvanecer la Catedral o la Alcazaba. ¿Ésta es la imagen que se quiere? En todo caso, una actuación tan importante para la ciudad creo que merecería mayor reflexión y debate, no sólo político, sin dilatar excesivamente los tiempos, para que la solución sea la más acertada", expuso.

El apunte sobre la originalidad y la innovación tiene su trascendencia si se tiene en cuenta que Málaga no va a ser, llegado el caso, la primera ciudad española en contar con una gran torre. Tampoco con un hotel en el espacio portuario. Muestra de ello es el ejemplo del Hotel Vela en Barcelona, que desde el punto de vista arquitectónico sí supuso una innovación considerable. Y ello a pesar de ser unos 35 metros más bajo que la propuesta malagueña.

Por dimensiones, está lejos además de ser el hotel más alto de España, mérito que le corresponde al Hotel Bali, en Benidorm.

El establecimiento fue inaugurado el 17 de mayo de 2002 con 52 plantas (43 de habitaciones y el resto técnicas o de servicios) y 186 metros de altura.

En total da cabida a 776 habitaciones (doce de ellas suites), varias piscinas, restaurantes y bares, tres salones para bodas y otras estancias para reuniones y eventos.

También está por debajo del Hotel Arts de Barcelona, edificio emblemático de la Ciudad Condal. Construido entre 1991 y 1992 a la entrada del puerto olímpico que se construyó con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992 consta de 44 plantas y tiene 154 metros de altura. Está compuesto por una torre de vidrio de colores verdes y grises, rodeada de una estructura de hierro de color blanco, que fue diseñada por el arquitecto colombiano Bruce Graham.

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