"A mi padre le pongo música de Verdi, Carlos Cano y Paloma San Basilio"

los invisibles · Rocío García Conde

La pequeña de los once hijos del periodista Juan Tribuna era su acompañante en el fútbol y ahora es ángel de la guarda de su octogenario padre.

"A mi padre le pongo música de Verdi, Carlos Cano y Paloma San Basilio"
Francisco Correal

23 de noviembre 2013 - 01:00

AA punto de cumplir los 48 años, sigue viviendo con sus padres, con novio en Carmona y un piso en el Tardón. De estas mujeres se decía antes que quedaban para vestir santos. Rocío García Conde (Sevilla, 1965) lo viste y lo desviste. A su santo padre. El periodista Juan Tribuna con el que tantos Sevilla-Betis ha visto.

-¿Cuál es en la saga?

-La última de los once. Mi padre me presentaba como la extremo izquierda.

-¿Tan trianera como él?

-Cuando nací vivíamos en la calle Virgen de Belén, en la esquina había un tablao flamenco que según mi madre armaba mucho jaleo. Iba a ser una de mis pasiones. Con una cestita me llevaron recién nacida a Sánchez Arjona, donde viví hasta los 18 años. Nos fuimos a la calle Ardilla. Yo no me quería marchar, mis hermanos le decían a mis padres que vendieran la casa con la comino dentro.

-Cumple 18 años seis días antes del España-Malta. ¿Fue con su padre?

-¿Te quieres creer que falté por una cosa de estudios? Estaba terminando Educación Infantil en un colegio del Opus en el que gané dos premios de poesía.

-Es la versión balompédica y femenina de Recluta con niño...

-Yo iba con mi padre a Oromana a ver a la selección, allí me presentó a Miguel Muñoz, que era amigo suyo. Iba con él a los trofeos Ciudad de Sevilla de antaño, a los Carranza, los Colombino, a la final del Barcelona con el Steaua, los del Mundial, claro. Y muchos Sevilla-Betis.

-¿Un recuerdo del derbi?

-Cientos, miles. Un futbolista. Mi ídolo era Pablo Blanco. Guardo como oro en paño el póster de su partido-homenaje dedicado, que me lo dio mi hermana Pepita María cuando trabajaba en la Federación Andaluza de Fútbol.

-¿El fútbol le viene del colegio?

-No. Estudié en el colegio de Santa Ana. Guardo recuerdos maravillosos de las monjas. De la hermana Alicia, que nos daba música y nos dejaba copiar en los exámenes. Después volví a ese colegio como profesora de Ballet y Danza Española.

-¿Había un ritual del partido?

-A mi padre le gustaba siempre llegar una hora antes, por el aparcamiento, y marcharse cinco minutos antes. Nos hemos perdido muchos goles postreros, pero no le gustaba la bulla del tráfico. Entraba en la cabina con él, Manolo Lara, de Radio Nacional, me preguntaba que en qué minuto había sido el gol. Me encantaba entrar en la sala de prensa con mi padre, coger las alineaciones.

-¿No salió de Triana?

-Me encanta pasear por el centro, cuando vuelvo a Triana es mi pueblo y mira que hay mundo.

-¿Más pasiones?

-Muchísimas. Era la última de once hermanos, tenía muchos libros, mucha música y lo cogía todo. Yo he leído de chica a James Joyce sin entender ni papa. Me encantan los libros. No tengo internet ni móvil con cámara. Otra de mis pasiones es escribir cartas. Me acuerdo de todos los cumpleaños y tengo sobres y folios de todos los colores.

-¿Ejerció Educación Infantil?

-Estuve siete años trabajando en guarderías hasta que lo tuve que dejar para cuidar a mi padre.

-¿Ahora su padre es su niño?

-Pues sí, porque estoy todo el día dándole besitos y abrazos, me gusta ponerle cremitas, aceites y colonias. Cuando estaba en la silla de ruedas, lo cogía varias veces al día en peso y no me lamentaba la espalda. Eso es de bailar flamenco, porque mis hermanos, fuertotes y varones, no podían. ¿Sabes de dónde viene la fuerza? Del cariño y del corazón. Le pongo música de Verdi y de Carlos Cano, del Dúo Dinámico y de Paloma San Basilio. Mis hermanos vienen y a veces no le hablan porque dicen que no se entera. Sí se entera, el oído es lo último que pierden este tipo de enfermos.

-¿Y su madre?

-De ella heredé la memoria. Era un cerebrito. La pobre ha tenido que dejar de leer, con lo que le gusta, y de coser por una degeneración macular en la vista.

-¿Verá el partido?

-Lo tengo difícil. Entre las seis y las ocho salgo a caminar, porque soy diabética y celiaca. Ceno yo, cena mi madre y después me pongo con mi padre. Es un dependiente muy grande. Lo hago con alegría, pero es muy duro ver así a una persona a la que quieres tantísimo, con el pelo tan bonito, los ojos tan brillantes. Yo le digo que me lo metería en un bocadillo y me lo comería con patatas.

-¿Cuándo dejaron de ir al fútbol?

-Mi padre lo dejó por cierto desengaño con el nuevo fútbol y la tristeza de su deterioro cognitivo. Yo seguí yendo con el pase que le mandaba Del Nido. Me decían que cómo iba sola al fútbol. Igual que me gusta ir sola al cine o al teatro.

-¿Ha bailado con público?

-Fui alumna de Ana María Bueno, la primera que me enseñó a bailar sevillanas, de Manolo Marín, Carmen Montiel y Carmen Ledesma. He actuado en la Velá de Santa Ana, la del barrio de León, en La Algaba y participé en la película Flamenco de Carlos Saura. Era una de las cien niñas de las academias de Sevilla que salíamos por un lateral de Plaza de Armas cuando Manzanita y Ketama cantan en el último número la rumba Verde que te quiero verde.

-¿La pequeña se hizo grande?

-Cambié mis hábitos. Entre la merienda y la cena, hacía yoga.

-¿La última vez que fue al estadio de Nervión?

-Me invitó José María del Nido al palco a ver un Sevilla-Sporting de Gijón después de recoger el premio José Antonio Blázquez de periodismo que le dieron a mi padre. Fue una gozada. Hice fotos en el palco, me llevé mi bufanda del Sevilla y recordé tan buenos momentos con mi padre. Cuando me presentó en el palco a Maradona o a Ramón Mendoza.

-¿Semana Santa?

-Tengo hermanos y un sobrino en el Amor. A mí me gustan las dos Esperanzas. La Macarena me parece divina y la Esperanza de Triana me parece humana.

-¿Hizo Rocío el Rocío?

-El camino de vuelta con la hermandad de Benacazón. Llegué como una gitana renegría.

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