En el aula hasta los sesenta

Casi 500 docentes se jubilan al año en Sevilla. La mayoría lo hacen de forma voluntaria tras haber cotizado tres décadas.

En el aula hasta los sesenta
Diego J. Geniz / Sevilla

18 de noviembre 2013 - 05:03

Isabel Gamaza tiene 55 años y lleva prestando servicio en la enseñanza pública tres décadas. Cuando pase un lustro se jubilará. Lo tiene decidido. Esta mujer -actual directora del Colegio de Educación de Infantil y Primaria (CEIP) Josefa Frías, en Santiponce- se acogerá a la jubilación voluntaria que ofrece el Estado al colectivo docente si al cumplir los 60 años se llevan 30 cotizados en la Seguridad Social.

Dicha fórmula permite, por un lado, que los profesionales de la enseñanza de más avanzada edad se retiren cobrando una pensión alta y, por otro, renovar la plantilla docente. Hasta hace dos años existía la conocida como jubilación LOE, que incentivaba económicamente a maestros y profesores que dejaban de trabajar en tales condiciones. Pero este programa se acabó -el Gobierno se opuso a prorrogarlo pese a las súplicas sindicales- y sólo queda la opción voluntaria, que garantiza una pensión máxima aunque sin gratificación económica.

Pese a esta eliminación, la mayoría de los que alcanzan los 60 años en el aula y cuentan con tres décadas de cotización deciden abandonar los centros educativos. En la provincia de Sevilla, por ejemplo, el año pasado se jubilaron 479 personas vinculadas al mundo de la enseñanza, de los cuales 264 eran maestros de Primaria y 215, profesores de Secundaria y Bachillerato. A ellos se suma el personal de administración y servicios (PAS), según datos facilitados por la Junta. En toda Andalucía la cifra de jubilados en la educación alcanzó los 1.956.

Una reciente encuesta del sindicato CSI-F constata que el 87% de los docentes andaluces se muestra en contra de extender su vida laboral más allá de los 60 años, pese a no contar con el incentivo económico que antes proporcionaba el Gobierno. Uno de los motivos que los participantes del estudio detallan es el temor a que el Ejecutivo, que ya ha ampliado la edad de jubilación a los 67 años, elimine también la prejubilación a los 60 en dicho colectivo. "Intuimos que nos la van a quitar, por lo que pienso dejar de trabajar dentro de un año", expresa José Rosa, profesor de Ciencias Sociales, Geografía e Historia en el IES El Arenal (Dos Hermanas), que tiene actualmente 59 años y 40 cotizados.

Tanto él como Isabel Gamaza opinan que el ejercicio docente no se puede prolongar hasta los 67 años. "A partir de los 60 se produce un desgaste psíquico y físico bastante importante y eso se nota en la relación con el alumno", asegura la directora del CEIP Josefa Frías, para quien, además, esta profesión "exige un reciclaje continuo que requiere de mayor esfuerzo cuanto más avanza la edad". "Los niños actuales nacen ya rodeados de nuevas tecnologías, mientras que los de mi generación se han tenido que adaptar a ellas. Esto no ocurre con los profesores más jóvenes", apostilla Isabel Gamaza, para quien éste es un motivo más "para dar paso a los nuevos docentes". "Si continuamos en la enseñanza, no van a tener posibilidad de jubilarse con el mínimo de años establecidos para cobrar un pensión digna", apostilla.

José Rosa considera que esa relación entre los profesores jóvenes y mayores debe concretarse en la reducción de horas lectivas para estos últimos, de manera que ese tiempo se emplee en labores de apoyo a los nuevos profesionales y otros servicios, como la atención en la biblioteca. De igual forma piensa Rosa García, de 59 años y que lleva 36 trabajando en la educación. Para esta sevillana, los docentes de su edad "debemos estar ayudando a los profesores jóvenes y desarrollar otro tipo de actividades que no sean la enseñanza directa".

La amplia experiencia de ambos les sirve para constatar los cambios producidos en la educación. Rosa García incide en que uno de los problemas actuales radica en que "muchos padres apoyan la opinión de sus hijos y le otorgan escaso valor a la labor del profesorado". José Rosa añade a esta situación el exceso de tareas administrativas que se les encomiendan. "Los gobiernos con competencia en educación buscan más a un burócrata que a un docente, de ahí el constante control de los inspectores", afirma este profesor que, al igual que otros de su edad, han afrontado diversas leyes de enseñanza: "Nos tuvimos que adaptar a la Logse, que supuso ampliar la edad de la educación obligatoria a cambio de bajar los niveles".

Precisamente este debate se produce en vísperas de la aprobación definitiva de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) que han de aplicar los docentes que con más de 60 años no se acojan a la jubilación voluntaria. Éste es el caso de Salvador Sánchez Ligero, que con 63 años imparte clases de Conocimiento del Medio en inglés en el CEIP Júpiter (La Rinconada). Pese a su edad, este maestro aún no tiene suficientes años de servicio como para conseguir la pensión máxima. "Sólo llevo 17 años en la docencia, ya que antes estuve trabajando en la hostelería.Tengo problemas de visión y necesito un transplante de cadera que estoy aplazando. En estas condiciones he de impartir clases a grupos de 27 niños de 6 a 8 años. Si me retiro, no obtendría una pensión alta y perdería la calidad de vida actual", refiere este maestro, que critica que el aspecto de la jubilación no se haya contemplado en el estatuto de funcionarios públicos docentes.

Caso contrario es el de Juan Manuel Infante, profesor de Lengua Española en el IES Nervión, quien dentro de tres años se acogerá a la jubilación anticipada y podrá disfrutar de la pensión máxima para este colectivo (más de 2.000 euros mensuales) al cumplir la edad establecida y el mínimo de cotización. A este docente lo que le resulta más difícil a sus 57 años es "soportar la presión" de clases con 30 alumnos del primer ciclo de la ESO. En su etapa en la enseñanza pública ha pasado por centros de atención preferente como el IES Los Montecillos, en Dos Hermanas. "El entusiasmo se mantiene intacto, pero las fuerzas físicas menguan con la edad", añade.

Juan Carlos Ramírez tiene 53 años y 28 años de servicio. Comparte opinión con el docente anterior: "El rendimiento y la energía que se necesitan para tratar con niños y adolescentes se va perdiendo conforme cumples años". En opinión de este maestro de Francés, "cuando se reducen las cualidades no se afronta con garantías la función social tan importane que supone la enseñanza". Para Ramírez, "aunque haya muchos docentes que con 60 años se sienten aún con fuerzas para desempeñar su labor, muchos de ellos se prejubilan porque temen que sigan trabajando y luego se retiren en peores condiciones que las actuales". El miedo de estos funcionarios a que se tengan que jubilar forzosamente a los 67 años, unido al cambio en las pensiones, es lo que les lleva a abadonar la docencia a los 60.

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