Un cambio de mentalidad para seguir a flote

D. J. G.

18 de marzo 2017 - 02:33

"La crisis se nota cuando sigues con la mentalidad de hace una década". Así se expresa Ismael Páez, un joven 25 años que lleva desde 2013 junto a su hermano Sergio, de 24, dedicándose en exclusiva a la venta de antigüedades. Ismael ya tenía experiencia, pues sus padres se han dedicado toda la vida a esto. "Nuestra niñez la hemos pasado cargando y descargando artículos antiguos en las ferias y mercadillos", refiere este sevillano, quien se marchó a China para ganarse la vida bailando hip-hop. A su vuelta, decidió dedicarse, de lleno, con su hermano a la actividad que siempre había visto en casa. No partían de cero, pues buena parte de la clientela de sus padres siguió confiando en ellos.

Ahora comercializan artículos antiguos de decoración y de uso religioso. Candelabros, piezas cerámicas, joyería, cubertería y cristal son, entre otros elementos, los que conforman su oferta. Venden los jueves en el mercadillo de la Feria, donde ya se han convertido en un referente. Cuando Howard -el nombre de su negocio- se consolide, les gustaría abrir una tienda en Sevilla. Hasta que tal sueño se haga realidad, continúan recorriendo los mercadillos y participando en las distintas ferias de antigüedades que se celebran dentro y fuera de España. Son unos asiduos del país galo. "Allí se vende más que aquí", refiere Páez, que también acude a Francia para adquirir nuevos artículos.

Ambos hermanos reconocen que es complicado que entre "sangre nueva" en este mercado. Ellos han podido hacerlo, en las actuales circunstancias, gracias a la reconversión dictada por la crisis: "No se pueden poner precios desorbitados a ciertos artículos como si viviéramos como hace diez años, cuando la alta demanda te permitía encarecerlos sin límites", abunda este joven, quien explica que actualmente "cuesta trabajo dar salida a piezas por más de 4.000 euros". "Hay que reducir el margen de beneficios. Aunque los ingresos sean menores, te aseguras, al menos, una cierta continuidad en las ventas". En este sentido, los responsables deHoward mantienen que este tipo de negocio es irregular, debido a que hay semanas que no se vende prácticamente nada, lo que obliga a los comerciantes a vivir en una constante incertidumbre.

Como jóvenes que son, hacen uso también de las redes sociales y de internet para dar a conocer sus antigüedades, aunque reconocen que, pese a "ser el futuro", no es el medio que más les guste. "Al cliente le interesa tocar la pieza, saber que lo que se va a llevar tiene calidad", argumenta Páez.

En cuanto a la adquisición de estas antigüedades, aclaran que, además de las que compran en los mercadillos franceses, también les llegan otras a través de particulares. Según este joven anticuario, "muchos lo hacen no por necesidad económica, sino porque han de desprenderse de muebles antiguos para irse a vivir a viviendas pequeñas. Es lo que tiene trasladarse de un cortijo a un piso de 50 metros".

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