Sevilla

La certera intuición del padre

  • Antonio del Castillo acertó en casi todas sus declaraciones públicas, desde las sospechas hacia Miguel Carcaño hasta que el cuerpo no fue arrojado al río

Dijo que su hija no se había ido voluntariamente y acertó. Insinuó que Miguel Carcaño había tenido algo que ver con la desaparición y volvió a acertar. Cuando se conoció la confesión del asesino dijo que había más gente implicada en el crimen y así fue. En una de sus últimas comparecencias públicas apuntó la posibilidad de que una persona madura hubiera diseñado una estratagema para que el cuerpo nunca aparezca y esa es la hipótesis con la que trabaja la Policía. Otra de sus frases fue premonitoria. "El cadáver de mi hija no está en el río", dijo una semana después de que no fructificara la búsqueda en el Guadalquivir.

Antonio del Castillo ha estado acertado en casi todas sus declaraciones públicas y nunca se ha salido de tono ni siquiera en los momentos más dramáticos. Horas después de presentar la denuncia de la desaparición de Marta, un agente del Grupo de Homicidios se puso en contacto con él y le preguntó si tenía idea de dónde podía estar su hija. "Sí, pero no puedo entrar", respondió Antonio del Castillo. En ese momento estaba en la puerta de la casa de León XIII, donde su hija había sido asesinada la noche anterior. El policía se acercó a la vivienda y habló con el hermano del asesino. No disponía de una orden de registro que posiblemente hubiera esclarecido el caso de manera rápida, ni de pruebas sólidas para solicitar esta medida al juzgado.

Los padres de Marta estaban convencidos de que Miguel Carcaño Delgado estaba detrás de la desaparición de su hija. Eva Casanueva, la madre, llegó a localizarlo a las doce y media de la noche del domingo. Habló con él por teléfono y le preguntó si sabía dónde estaba su hija. Éste respondió que no, y que él estaba en casa de su novia, en Camas. La madre perdió los nervios y llegó a acusarle de mentir. Tampoco tenía pruebas, pero el tiempo demostró que estaba en lo cierto.

La confesión del asesino, tres semanas después de la noche de la desaparición, no sorprendió al matrimonio. Sabían que Miguel era el responsable de todo. Tampoco les extrañó demasiado que hubiera más personas que al menos conocían el crimen. Nunca les gustaron los jóvenes implicados en la desaparición de su hija. Ni Miguel ni Samuel ni el menor de 15 años. Antonio reveló que Samuel llegó a acompañarle a la comisaría de la Policía Nacional en Nervión a poner la denuncia por la desaparición de su hija y que Miguel le llamó por teléfono para decirle que dejara de expresar en público sus sospechas hacia él.

Tampoco les extrañó que hubiera una cuarta persona implicada. "Alguien de más edad ha diseñado todo esto para que el cadáver de mi hija no aparezca nunca", expuso Antonio del Castillo en una de sus últimas ruedas de prensa, después incluso de haberse entrevistado con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y con el líder de la oposición, Mariano Rajoy. No llegó a acusar a nadie ni a pronunciar públicamente el nombre de Javier Delgado, el hermano mayor de Miguel, pero su hipótesis coincide con la de la Policia.

También dijo aquella vez que había más personas implicadas o que al menos tenían conocimiento de la muerte de su hija. La confesión de la novia del asesino, una joven de 14 años vecina de Camas, que aseguró que Miguel le contó el crimen un día después, le volvió a dar la razón. Esa misma intución le llevó a decir que su hija no estaba en el río y que por mucho que la buscaran allí no la iban a encontrar.

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