Calle Rioja

Una charla de fútbol en el tren con José Guirao

  • José Guirao, que acababa de incorporarse a la dirección del Reina Sofía, coincidió el puente de la Constitución del 94 en el AVE a Madrid con un grupo de periodistas sevillanos

Una charla de fútbol en el tren con José Guirao

Una charla de fútbol en el tren con José Guirao / Efe

DOY fe. Yo hablé un día de fútbol con el nuevo ministro de Cultura, José Guirao. Lo había conocido en Itálica, uno de sus principales cometidos como director general de Bellas Artes. Un cargo que antes había ocupado Bartolomé Ruiz, malagueño de Casabermeja. La política y el fútbol son así de caprichosos. Dos materias que pese a su diferente condición dependen mucho de los resultados. El mismo día que Mariano Rajoy pierde la moción de censura, Zinedine Zidane dimite como entrenador del Real Madrid. El día que Maxim Huerta se convirtió en el más breve ministro de la democracia, Julen Lopetegui es cesado en la selección española después de confirmarse su fichaje por el Madrid.

Guirao y Lopetegui tendrán ahora despachos próximos. Uno en el estadio Santiago Bernabeu, Avenida Concha Espina esquina con el paseo de la Castellana, el otro en Alcalá, 34, domicilio social del Ministerio de Cultura. Son dos productos de la cantera. Guirao fue concejal de Pulpí, el municipio almeriense donde nació. Lopetegui fue portero del Logroñés en el crepúsculo del equipo riojano en Primera, últimos coletazos de gol en Las Gaunas.

Hubo un día en el que se cruzaron colateralmente los destinos de Guirao y Florentino Pérez. Ha pasado casi un cuarto de siglo. El nuevo ministro de Cultura acababa de fichar como director del Museo Reina Sofía y Lopetegui, que fue el tercer portero en el Mundial de Estados Unidos 94, había fichado por el Barcelona.El día de la Constitución de 1994, el Asprón Villa, equipo de periodistas comandado por José María Asprón, viajábamos a Madrid para jugar un partido contra la prensa madrileña. En el AVE coincidí con José Guirao, al que tuve ocasión de saludar y que con mucho estilo disimuló su incredulidad al ver a casi una veintena de periodistas en chándal.

Màxim Huerta se fotografió con Julen Lopetegui. Los dos están ya fuera del cuadro. Si la selección española progresa adecuadamente, la foto venidera será la de Guirao con Fernando Hierro, malagueño de Vélez-Málaga, la patria chica de María Zambrano, la ensayista del 27, madrina de todos aquellos poetas y cuya obra tan bien conoce Juan Carlos Marset, que era otro de los nombres que se bajarajaron para sustituir a Pipino el Breve, vulgo Màxim Huerta.

Guirao fue ajeno a lo que se vivió en aquel tren. La llamada telefónica del representante de la prensa de Madrid para anular el partido, las gestiones de Asprón, nuestro particular Lopetegui, que marcó el número de la oficina de campaña electoral de Florentino Pérez, que entonces aspiraba a derrocar de la presidencia a Lorenzo Sanz, aunque tuvo que esperar seis años para conseguirlo. Asprón habló con María Ángeles Sandoval, Pitina, la esposa del empresario madrileño, ya fallecida, y aparte de dorarle la píldora con las bondades de su marido le contó la orfandad de un equipo que se había quedado sin rival. La mujer de Florentino encontró la solución: un equipo de alumnos de los Agustinos, donde habían estudiado sus hijos, justo al lado del Santiago Bernabéu.

Fue un mal día para Florentino como madridista. Su equipo, que había ganado 2-3 al modesto Odense, de la Liga danesa, en competición europea, perdió 0-2 en octavos de final y fue eliminado. Lo entrenaba Valdano, con quien acabó el Rayo en una derrota liguera. El portero era Cañizares. De aquel viaje recuerdo la agradable conversación con Guirao, un tipo cultísimo y ameno, y el post-partido, una parada con Pepe Guzmán, Paco Gil Chaparro y Pedro Carballo en la Taberna de Antonio Sánchez, un antiguo banderillero de Valdepeñas que se hizo tabernero y a quien inmortalizó Antonio Díaz-Cañabate en un libro imprescindible.En el Ministerio de Cultura habrá secuelas documentales de Florentino Pérez Embid, un director general de Bellas Artes, hijo de Aracena, un tipo conservador del que habla maravillas la izquierda cultural que lo conoció.

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