Con ADN sevillano

Un 'genio' que hace más grande la hematología en Sevilla

Con ADN sevillano: Eduardo Ríos / JOSE ANGEL GARCIA

Hablar de Hematología en Sevilla, esa rama de la medicina que se dedica al tratamiento de los pacientes con enfermedades de la sangre, implica, obligatoriamente, referirse al Hospital de Valme y, más concretamente, a uno de sus integrantes que destaca con luz propia: el doctor Eduardo Ríos Herranz. A sus espaldas, 34 años dedicados a la especialidad. Un dato que no es baladí y, aunque modesto, el facultativo, no sólo está considerado como uno de los pioneros en su campo, sino también como uno de los más sobresalientes en el estudio, diagnóstico, tratamiento y divulgación de todo su conocimiento sobre las de las hemopatías malignas y tumores.

No en vano, aquella labor iniciada hace más de tres décadas continúa hoy en día muy viva a través de aportaciones cruciales como la primera guía nacional de práctica clínica publicada sobre el cáncer hematológico más frecuente, la leucemia linfática crónica, de la que fue coordinador, y que se ha convertido en documento de cabecera en esta especialidad; o la creación del primer laboratorio de citometría de flujo de Sevilla, una prueba que hasta entonces se derivaba a otros centros, y labor que le fue encomendada tras su llegada por el Servicio Andaluz de Salud (SAS) a principios de los años 90, durante su etapa en el Hospital Virgen del Rocío. 

Que el entusiasmo que pone en las cosas es contagioso se palpa rápidamente en un simple recorrido desde su consulta al laboratorio donde, junto a su equipo, continúa alimentando su vasta experiencia. Quienes trabajan junto a él, codo con codo, destacan que es una persona capaz de distinguirse, desde la modestia, por su gran experiencia y prestigio. Desde fuera se ven sus logros, que le han aportado altas cotas de reconocimiento en las esferas regional y nacional.

Miembro activo de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia y de su homóloga en Andalucía, el doctor Eduardo Ríos se ha ganado con méritos propios ser un referente regional y nacional. No sólo en el campo clínico y hospitalario, sino también en el ámbito de la investigación. Desde su consulta en el Hospital de Valme, del que forma parte desde hace 15 años, promueve la formación continua, organiza congresos y ensayos clínicos en los que se prueban nuevos tratamientos con los pacientes y se revisa la efectividad de los que ya están disponibles a nivel de toxicidad e impacto en la calidad de vida. 

Cuenta que todo arrancó cuando apenas tenía seis años y cursaba la EGB. Entonces, ya tenía clara su vocación, que cursó con becas. A Sevilla llegó en 1992 con un contrato de un mes y ya atesora 34 años. Dentro de la plantilla que conforma el servicio de Hematología del Hospital de Valme, dedicó toda una década a su jefatura para, posteriormente, y hasta la actualidad, pasar a un segundo plano como facultativo de gran experiencia y prestigio. "Prácticamente he vivido todos los cambios que ha habido en la especialidad en cuanto a criterios diagnósticos, de tratamiento y del arsenal terapéutico", subraya Río Herranz.

Y una cosa llevó a la otra. Tanto es así, que este profesional es un referente en las neoplasias proliferativas con más de 30 años dedicado de forma monográfica desde el plano asistencial, docente e investigador. De tal modo que aúna su actividad asistencial a la docente, como profesor de la Universidad de Sevilla en la Facultad de Medicina, junto a la investigadora con cerca de 40 artículos publicados en revistas de investigación nacionales e internacionales y su participación en numerosos congresos de su especialidad. La última, la elaboración de un innovador manual práctico realizado por y para jóvenes adjuntos de esta especialidad médica.

En estos 34 años de dedicación a la Hematología, su aportación al abordaje de las enfermedades de la sangre ha marcado un antes y un después, más allá de las fronteras de la medicina sevillana. El doctor Ríos Herranz puede presumir con orgullo de ser un referente nacional en esta materia. Como prueba, el haber sido coordinador de la primera guía clínica sobre la leucemia linfática crónica y el haber materializado a principios de los 90 del siglo pasado un proyecto que permitió traer a Sevilla una técnica que en ese momento se estaba empezando a desarrollar en España, la citometría de flujo, que permite tomar muestras de médula ósea, sangre e, incluso, de tejido ganglionar, utilizada hoy en día de forma rutinaria para el diagnóstico y seguimiento de muchas enfermedades tales como las leucemia, en la que favoreció terapias de eficacia demostrada como es el trasplante de médula.

"Conjuntamente con esta actividad de laboratorio, que luego seguí ampliando con otras técnicas más relacionadas con los estudios genéticos, empecé a interesarme por una patología que en ese momento, curiosamente, no llevaba el servicio de Hematología: la patología de los tumores del tejido linfoide. El tumor hematológico más frecuente", explica el facultativo.

Toda una vida dedicada a una especialidad un tanto desconocida, pero "fascinante" para este médico, al que su trabajo se ve compensado cuando los proyectos avanzan y los resultados son positivos. "La Hematología ha tenido un cambio espectacular, con la aparición en los últimos 15 años de tratamientos con bastante capacidad curativa. Cuando comencé en Hematología, el trasplante se planteaba como la última posibilidad. Ahora es un tratamiento más y, teniendo en cuenta que estamos hablando de tumores con una alta probabilidad de recidiva, a los que a veces hacemos un seguimiento de hasta diez años una vez curado el cáncer", concluye.

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