El emotivo homenaje de unos vecinos de Sevilla a un kioskero fallecido: “El barrio no es lo mismo sin ti, Vicente”

Los vecinos de la calle Fray Isidoro, en la esquina con León XIII, han llenado el kiosco de flores, cartas y mensajes de agradecimiento tras la muerte del comerciante

Se quedan solos los ilustres gorriones de los diarios

El emotivo homenaje de unos vecinos de Sevilla a un kioskero fallecido
El emotivo homenaje de unos vecinos de Sevilla a un kioskero fallecido / X (@Artatxo)

La muerte de Vicente, conocido y querido kioskero de la calle Fray Isidoro, en la esquina con León XIII, ha conmovido a los vecinos de la zona, que han convertido las puertas de su establecimiento en un improvisado altar de recuerdos. Con flores y cartas, los sevillanos han querido rendirle un último homenaje a quien, durante décadas, repartió una dosis de amabilidad junto con los periódicos de cada mañana.

El flujo constante de vecinos, de todas las generaciones, hacia el kiosco durante los últimos días demuestra el vacío que deja su ausencia. No era un simple comerciante; para muchos, Vicente era un punto fijo en el paisaje diario del barrio, una parte entrañable de la rutina cuya ausencia ahora se hace palpable.

El periodista Francisco Artacho ha compartido en redes sociales las imágenes de este emotivo homenaje, que se ha hecho viral y refleja la magnitud del cariño que Vicente despertó entre los vecinos.

En la fachada del kiosco, entre un ramo y una flor hecha con globos, se pueden leer notas manuscritas que destilan agradecimiento y cariño. “Querido Vicente, gracias por ser tan buena persona. Te echaremos mucho de menos. El barrio no es lo mismo sin ti. Adiós”, se lee en una de ellas. Otra añade: “Daba gusto hablar contigo, alma bonita. ¡Te echaré mucho de menos! Brilla. Hasta siempre”.

Pero son los recuerdos más personales los que pintan con mayor detalle la figura del kioskero. Un conmovedor mensaje resume el vínculo especial que creaba con sus clientes: “Gracias por estar siempre ahí, por ser el primero que me daba los buenos días cuando iba al instituto, por ser la persona que de pequeña siempre me guardaba las revistas haciendo que una niña de 9 años saltase de alegría. Te queremos, Vicente. Gracias por todo”.

Este improvisado altar callejero, espontáneo y sincero, demuestra el profundo arraigo que puede alcanzar una figura cotidiana en la vida de un vecindario. El kiosco de Fray Isidoro ya no es solo un punto de venta, sino el lugar donde el barrio despide a un amigo.

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