Hacia el empoderamiento de la salud diferencial de la mujer

Farmacia, Medicina y Psicología se dan la mano en Sevilla para romper el sesgo de género y llegar a un enfoque integral y unificado de las pacientes

La farmacéutica, Ana Isabel Nieto, mientras atiende a una paciente. / M. G.

Cuando la mujer queda invisibilizada o relegada a un papel secundario, la visión del mundo es sólo parcial. Y esto tiene consecuencias en todos los ámbitos. También en la salud. Reducir la brecha en salud femenina es clave para acabar con retrasos diagnósticos, barreras en la investigación o la generalización del impacto de los tratamientos que las mujeres sufren todavía en la atención médica.

A pesar de los notables avances en igualdad de género de los últimos años, la atención médica sigue siendo, aún hoy, un terreno en el que las mujeres enfrentan mayores obstáculos que los hombres. Conscientes de esta realidad, desde el Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, quieren contribuir a "un cambio real" y, junto a diversas instituciones, han organizado el primer curso de Salud diferencial de la mujer. "Una iniciativa pionera que busca visibilizar la importancia de la atención multidisciplinar en la salud de la mujer", destaca al respecto la médica de Atención Primaria y participante en la presentación del curso, Carmen Jodar.

El objetivo de este curso es mejorar la atención sanitaria desde la evidencia científica, fortalecer el papel del farmacéutico y proporcionar herramientas que promuevan el autocuidado de las mujeres en el que, además de boticarios, colaboran psicólogos, médicos y demás expertos en aras de dar una visión multidisciplinar, con la participación del Instituto Andaluz de la Mujer y la colaboración del laboratorio Organon. Está diseñado por un equipo de profesionales de la farmacia comunitaria y de la atención clínica, desde la perspectiva de la medicina y la psicología, facilitando un abordaje coordinado y especializado en la atención a la salud de la mujer en todas las etapas de su vida.

A juicio de la doctora Jodar, "uno de los ejes centrales de este programa es la importancia de la comunicación y la unificación del mensaje entre los profesionales sanitarios". Sostiene que médicos, farmacéuticos y demás especialistas sanitarios deben trabajar "de manera coordinada para garantizar un seguimiento eficaz del paciente, asegurando una atención homogénea y continuada en todos los ámbitos de su salud"

Para la farmacéutica comunitaria Ana Isabel Nieto, encargada de poner voz a la farmacia en la formación, este innovador curso tiene su sentido, sobre todo, en la "falta de conciencia por parte de la mujer de la evidencia científica que avala la salud diferencial en el género femenino".

Un ejemplo notorio de este problema en España, como señalan los organizadores de este curso, está en las enfermedades cardiovasculares, principal causa de mortalidad en las mujeres. Las diferencias no se empezaron a poner de manifiesto hasta la década de los 90, pero todavía hay que seguir avanzando.

Según explica la farmacéutica, las enfermedades cardiovasculares como el infarto son un ejemplo de desconocimiento de la sintomatología específica en mujeres. "Se sabe que la mujer tiene diferentes síntomas cuando le está dando un infarto que el hombre. La mujer, quizás, no es consciente porque no son los síntomas habituales en los que nos han educado. Además, recibe una atención médica, que, debido a la diferencia de los síntomas extendidos, no se enfoca hacia este problema desde primera hora", destaca.

Para la psicóloga Cristina Muñoz, la otra pata de la atención clínica involucrada en el curso, acabar con la brecha requiere un plan de formación y concienciación, tanto de la población como de los sanitarios. "Hay que establecer un puente comunicativo para que en todas las disciplinas, la paciente, en este caso, sea el eje central porque hay una evidencia científica que avala que la mujer sufra una serie de concurrencia que la hacen víctima de una patología que procede, precisamente, de una serie de determinantes de su propio género", explica.

Por otro lado, no existe una investigación diferencial y prevalece el androcentrismo, lo que lleva a excluir de muchos ensayos clínicos a la mujer. "Las mujeres, normalmente, tenemos más reacciones adversas a los medicamentos y, sin embargo, no hay una paridad a la hora de hacer los ensayos clínicos", señala la farmacéutica. "Y en aquellos en los que se la contempla, muchas veces no se tienen en cuenta las diferencias hormonales", añade Cristina Muñoz.

El arraigado estereotipo sociocultural de la mujer como cuidadora principal contribuye significativamente a la disparidad de la realidad psicológica de la mujer respecto al hombre. "La carga histórica a nivel mental, emocional y física de la mujer es diferente a la del hombre. De hecho, las mujeres suelen ser las cuidadoras del hogar, de los hijos e, incluso, de los padres. Eso conlleva una realidad empírica, que sabemos que existe, que es el desgaste neuroquímico, a nivel muscular, orgánico o de carga mental que interfieren psicológico y emocional en la vida de la mujer y generan un desgaste del sistema nervioso y unas variables en la salud de la mujer que no se han estudiado y no se han tenido en cuenta", destaca.

El curso forma parte de un proyecto más amplio que consta de dos fases, la primera con la formación acreditada para farmacéuticos en salud diferencial de la mujer, que se presenta el próximo día 12 en la Fundación Madariaga, y una segunda sostenida en el tiempo que consiste en la divulgación a la población mediante charlas informativas, protocolos especializados y estudios de impacto, en colaboración con instituciones y asociaciones.

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