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Sevilla

Las imágenes que perdimos

  • Buena parte del patrimonio de la Semana Santa podría haberse salvado si las hermandades hubieran encargado copias de seguridad de los titulares que desaparecieron en el siglo pasado

El siglo XX supuso para muchas hermandades una merma de su patrimonio debido a los accidentes que se originaron y a las convulsiones políticas de la República y la Guerra Civil. Imágenes titulares de gran calidad artística que jamás pudieron recuperarse por no existir una copia de seguridad a través de la cual pudiera reproducirse fielmente la talla primitiva. Los restauradores, imagineros e historiadores consultados por Diario de Sevilla coinciden en señalar la necesidad de hacer un vaciado de la imagen para garantizar su permanencia en el futuro. Uno de sus partidarios es Luis Álvarez Duarte, que tuvo que sustituir a la antigua Virgen del Patrocinio -calcinada tras un incendio fortuito- por una imagen de nueva factura. La historia volvía a repetirse 33 años después de que se quemaran las imágenes de la Hermandad de las Aguas, entonces en San Jacinto.

Una de las grandes pérdidas aconteció recién instaurada la Segunda República. Los antiguos titulares de la Hiniesta quedaron reducidos a cenizas tras el incendio de San Julián el 8 de abril de 1932. Aquel día se perdía para siempre la primitiva Hiniesta Gloriosa, la Dolorosa de la corporación y el Cristo de la Buena Muerte, atribuidos a Martínez Montañés y Felipe de Ribas, respectivamente. Según la crónica del periodista coetáneo Luis J. Pedregal, para la ejecución de las nuevas tallas se convocó un concurso, del que salió ganador Antonio Castillo Lastrucci. Poco se sabe de las técnicas que empleó el ya por entonces conocido imaginero para reproducir la Dolorosa perdida. Por contra, según confirma José Roda Peña, profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla, cuando por segunda vez la hermandad pierde sus imágenes en el incendio de San Marcos en 1936 es el propio Castillo el que utiliza "la técnica de saca de puntos con el molde original que había guardado" para reproducir la imagen que talló en 1933 y que se había consumido entre llamas. Por tanto, ya en plena República, Castillo Lastrucci -ante la tensión social reinante- es consciente de la necesidad de crear un vaciado que facilite la reproducción del icono.

Otra de las hermandades que sufrió una gran pérdida fue la de San Bernardo. Su antiguo crucificado era una magnífica talla atribuida por la mayoría de los autores al círculo de Pedro Roldán, aunque algunos lo consideraban obra de José Montes de Oca. Se tuvo que sustituir por la imagen actual, el Cristo de la Salud, obra atribuida por unos a Andrés Cansino y por otros a José de Arce. Su Dolorosa, la Virgen del Refugio -atribuida a Cristóbal Ramos y a la Roldana- también quedó calcinada, por lo que se tuvo que encargar una nueva talla a Sebastián Santos.

Similar suerte corrió la Hermandad de los Gitanos, que perdió las imágenes del Señor de la Salud y de la Virgen de las Angustias, ambas atribuidas a Montes de Oca (1753-1754). Las nuevas tallas de Fernández Andes son, según Roda Peña, "una personal reinterpretación de los originales perdidos". Por tanto, aunque se quiso mantener una cierta semejanza con los anteriores, lo cierto es que existen acusadas diferencias entre los titulares primitivos y los que se veneran actualmente.

También perdió sus imágenes la cofradía de San Roque. En el incendio de esta parroquia se calcinó el Cristo de San Agustín, el Señor de las Penas (obra del siglo XVIII donada por la familia Clarebout) y la Virgen de Gracia y Esperanza, que las últimas investigaciones atribuyen a la gubia de Juan de Astorga. No acabaron en la hoguera, pero sí mutilados los titulares de la cofradía de la O. El Nazareno se pudo recuperar, pero con la Dolorosa no ocurriría lo mismo hasta que en 2003 José Manuel Cosano la restauró. Desde entonces preside la sala capitular de la hermandad.

Cosano sacó los puntos a través del archivo fotográfico, un sistema empleado en la actualidad para las copias. A través de fotografías tridimensionales se consigue el vaciado de la talla sin poner en riesgo la integridad de la imagen. Como siempre, la ciencia al servicio del arte, para que la historia continúe.

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