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Médicos de familia que renuncian en Sevilla: "Han sido los peores meses de mi vida"

Medicina rural

Dos jóvenes facultativas relatan su día a día en un centro del ámbito rural de la provincia

Una ha decidido abandonar; la otra se ha pensado cambiar de área

El colapso de la Atención Primaria provoca la diáspora de los médicos de familia: hay 145 facultativos menos que en 2019

Ilustración: Daniel Rosell

Una médica que renuncia a la interinidad en un centro de salud de una zona rural de la provincia porque ha “perdido todas las esperanzas” de “poder hacer Atención Primaria”. Otra que asegura haberse planteado cambiar de área porque se siente “abandonada”. Son casos reales de facultativos que ponen voz al desengaño que sufren muchos profesionales al toparse con la realidad de una sanidad pública andaluza, y por ende sevillana, sobrecargada y con serias dificultades para cubrir las plantillas.

Coinciden en el origen del problema: la falta de facultativos. Aseguran, por un lado, desconocer las claves del plan de la Consejería de Salud para garantizar la atención médica en 72 horas. “Me he enterado por la prensa, pero creía que aún no se había implementado porque a los médicos no nos han dicho nada”, afirman. Por otro, recelan de la intención de la propuesta. “No sé si es una solución o un problema más porque hay mucha gente que a día de hoy comprende que en 72 horas no se le puede dar una respuesta, pero si pones esa condición, nadie va a esperar”, añaden.

Acceden a narrar su día a día desde el anonimato para poner voz, pero no cara, a la delicada situación que atraviesa la llamada puerta de entrada al sistema sanitario: la medicina familiar. Lo relata firme una joven médica de familia de 31 años que ha decidido dejar de pasar consultas a pesar de tener vocación y querer “mejorar la vida de los pacientes”. Está a las puertas de tirar la toalla después de trabajar como residente durante cuatro años y llevar varios meses ya como médica adjunta en un centro de salud del Sur de la provincia. Atiende la llamada de este periódico tras varios intentos en una semana “dura” con “muchas horas de trabajo”.

"Estamos todos al borde del colapso"

“Mi idea es quedarme en el dispositivo de emergencias extrahospitalarias, pero ya me estoy incluso planteando hablar con otras áreas. Lo que tengo claro es que dejo de hacer medicina familiar”, explica. “He estado cuatro años como residente y empecé como adjunta en septiembre. Para mí, estos últimos cinco meses han sido, laboralmente hablando, los peores de mi vida y se supone que de residente la calidad de vida suele ser peor. Yo no he tenido esa experiencia, al contrario, mi peor momento en la Primaria lo estoy viviendo ahora”, añade.

La joven pertenece a un centro de salud localizado en lo que se conoce como zona de difícil cobertura, es decir, una zona rural, alejada de la capital y para la que encontrar personal se ha convertido en un verdadero problema para el Servicio Andaluz de Salud (SAS). Su vida lleva atada a la misma zona desde que empezó la residencia y allí ha pasado consulta desde hace cuatro años. Ahora, tiene los días contados. Asegura que, desde entonces, “la decadencia ha sido brutal”. “No sientes que estás haciendo Atención Primaria, sientes que estás haciendo una medicina de guerra”, manifiesta.

En su turno debería haber 11 médicos de familia. Hoy sólo quedan siete. Dos de ellos son reducciones de jornada y otros tantos son profesionales que están exentos de hacer guardias por distintas circunstancias. Las consecuencias: sobrecargas y agendas paralelas. “La situación emocional en nuestro centro es nefasta. Estamos todos al borde del colapso. Entre mi agenda y las urgencias he llegado a ver 70 pacientes diarios. Eso en una jornada laboral de siete horas significa que ves 10 pacientes a la hora a seis minutos cada uno de ellos”, explica. “Y luego te piden un objetivo, una calidad asistencial, y eso sólo se puede hacer llegando a casa a las cinco y media de la tarde como lo llevo haciendo desde hace tres meses”, sostiene.

La decepción y la frustración, cuenta esta médica, se ha ido acumulando a medida que han dejado de poder atender a los pacientes “como se merecen” dentro de un sistema que califica de “injusto”. “Está todo tan mecanizado que incluso lo acabas deshumanizando. Al final, la sensación es la de hacer un trabajo que tengo que sacar para adelante y lo sacamos como podamos. Yo, en parte, me he olvidado de la parte de la Atención Primaria. Cuando tienes que ver a un paciente cada seis minutos, no te da tiempo a explicarle qué patología tiene, que la entienda y que aprenda a manejarla. No se puede hacer educación sanitaria que, al fin y al cabo, es la base para la prevención”, afirma.

“Me siento abandonada”

Coincide con ella otra profesional que, igualmente, se presta a mostrar la realidad de la actual Atención Primaria sin identificarse. “A mí lo que me gusta de la medicina de familia es el manejo integral de los pacientes, la cercanía, pero con la carga de trabajo que tenemos ahora eso no se puede hacer. Es un aquí te pillo, aquí te mato. No podemos hacer una exploración bien hecha, ni una anamnesis en condiciones. Muchas veces caemos en derivaciones rápidas a otro especialista. Es muy estresante”, lamenta la facultativa de 32 años.

No piensa en “renunciar” porque tiene la “esperanza” de que “todo cambie”, pero sí reconoce haber pensado cambiar a un área sanitaria con menos déficit de personal. “Trabajo en consultorios pequeños y la falta se nota más. Si somos dos profesionales en el centro y falta uno, realmente, asumes el 50% más de trabajo, y, si vemos una media de entre 50 a 60 pacientes, estas circunstancias hacen que hayamos llegado a contabilizar hasta 80 y 90 en una mañana”, lamenta.

En su caso, aunque hizo el MIR en un centro de salud de la capital, su pasión siempre fue la medicina rural y, por eso, se decantó por ella. No le falta el trabajo, pero las condiciones son ínfimas. “Me hacen contratos mes a mes. Sé que el trabajo no me va a faltar porque no hay médicos que quiera venir aquí, pero las condiciones son pésimas”, señala.

Reclama un trato “más justo” a las administraciones. “Me siento abandonada”, afirma rotunda. “Me da la sensación de que no hay propuestas de mejora sólidas. No hay afán por proponer. Parece que tenemos que asumir que esta es la situación que hay que nos tenemos que apañar aunque eso implique hacer el doble de trabajo que hacíamos antes”, lamenta.

Las dos jóvenes facultativas coinciden en la “despersonalización” de la Atención Primaria. “Realmente la figura del médico de familia se ha perdido. Faltando tantos profesionales, a los pacientes cada día lo ve un médico distinto y ya no saben a quién acudir. Una de las frases que más se repite en la consulta es la pregunta de si somos o no su médico porque ya no saben ni quién es”, apuntan las jóvenes médicas. También, en la “deshumanización” del trato médico-paciente. “Ya no es sólo que yo esté estresada, frustrada o que vaya todos los días con ansiedad el trabajo, es que la sensación de los pacientes es la misma. Es la frustración del paciente sumada a la mía. La situación es crítica”, apostillan.

En la provincia, y según los datos que maneja el Sindicato Médico de Sevilla, “en torno a un 20%” de los cupos de medicina familiar no estarían cubiertos a diario por diversas circunstancias. “Porque no se hacen sustituciones, por estar saliente de guardia su titular, por baja de larga duración...”, lamenta el presidente de la rama de Atención Primaria, Rafael Gómez, que asegura que “sigue habiendo médicos con más de 2.000 cartillas asignadas”. “Eso es tremendo”, sentencia.

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