Bajo el mismo techo que el rey de Baeza

El hotel de la cadena Hospes mantiene el carácter rústico del corral de vecinos del siglo XVIII que le precedió

Bajo el mismo techo que el rey de Baeza
Cristina Díaz

18 de abril 2010 - 05:03

Custodiado por la iglesia de Santiago y el antiguo palacio del Marqués de Villapanés (ahora hotel), sobre la Plaza de Jesús de la Redención y cerca del antiguo convento de Nuestra Señora de los Reyes (sede de exposiciones sobre arquitectura), se levanta un antiguo corral de vecinos que data del siglo XVIII, hoy convertido en el hotel Hospes Las Casas del Rey de Baeza. Botijos y cerámicas se complementan con las columnas de mármol de sus dos patios y las persianas de esparto, rompiendo, de forma elegante, el estilo de un típico patio andaluz con el mobiliario de tendencia colonial de sus salones de nueva construcción.

Con la cofrade Hermandad del Rocío como vecina, sus huéspedes, en su mayoría franceses, ingleses e italianos, se alojan en unas habitaciones que un día pertenecieron a la familia de Medinaceli, concretamente al duque de Segorbe. "La historia de este edificio es de lo más variopinta", reconoce la directora del establecimiento hotelero, Cristina Álvarez Guerrero. "Hace años, en esta zona había varias casas señoriales y palacios, por esta razón se cree que en este corral de vecinos vivían las personas que trabajan para ellos". Ya en 1992, con motivo de la Expo, la finca fue dividida en apartamentos hasta que, en 1998, se levantó en su lugar el hotel, que en 2001 se convirtió en el primer establecimiento hotelero de la cadena Hospes.

El nombre del hotel se debe a una leyenda. Cuenta que el rey Fernando III el Santo, le regaló al rey de Baeza, Al-Bayyasí, un conjunto de varias casas como agradecimiento por su ayuda en 1248 para derrocar a los musulmanes. "Antiguamente las casas eran muy pequeñas y hacían falta varias para conseguir una residencia con la suficiente solera para un noble de la época. De ahí el nombre de Casas del Rey de Baeza", explica Cristina Álvarez que, aunque lleva como directora cinco años, comenzó en el hotel como recepcionista hace casi diez, pasando por todos los cargos peldaño a peldaño hasta llegar a la dirección.

Al pasear por sus corredores azules y blancos, el olor a azahar se intensifica. Dos ruedas de piedra de un antiguo molino y una cruz de mayo intensifican el carácter rústico de sus dos corredores donde se distribuyen las 41 habitaciones.

"La estructura del edificio se ha mantenido, cambiando sólo la utilidad de las dependencias", explica Ruth Monzón, del departamento comercial. "Por ejemplo, los antiguos baños comunitarios propios de un corral de vecinos son hoy los cuartos de la limpieza, y el cobertizo lo hemos convertido hace un par de años en un salón de belleza y relajación bajo la marca Bodyna". Además, en la terraza del hotel, no sólo los huéspedes pueden disfrutar de una piscina, sino también de unas vistas donde se aprecian, escondidas entre las antenas de las viviendas colindantes, la Giralda y la cúpula de la iglesia del Salvador.

Otra de las ofertas del establecimiento es el Restaurante Senzone, abierto a todos los públicos, donde la cocina tradicional andaluza es su principal baza. Además, dependencias como el Salón Chimenea o el Salón Biblioteca se destinan a pequeños eventos como exhibiciones de moda, reuniones privadas, audiciones o clases de cocina.

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