Nuevo proyecto para convertir en un complejo de ocio el Auditorio Rocío Jurado
TCM Audiovisión promueve un plan que contempla la cubierta del recinto y que prevé una inversión de más de 30 millones para captar la atención de la industria
Hace 20 años los promotores musicales no querían a Sevilla ni en pintura. Lo afirma Francisco Bustamante, director y gerente de TCM Audiovisión, empresa que se hizo cargo del Auditorio de la Cartuja en 2002. Recuerda que antes de su inauguración tuvieron que retirar una enorme higuera que tapaba la puerta principal. Decidió trasplantar en una maceta el arbusto silvestre para conservarlo como monumento a un abandono que nunca se debería repetir.
Y ése ha sido su empeño en los últimos 17 años: mantener abierta y con programación una instalación que ya hace unos años que requiere inversiones. Las que está promoviendo desde hace bastantes meses y que están ahora a punto de ver la luz. “Ya en 2003 aposté por traer a los promotores musicales a Sevilla. Celebraron aquí su asamblea anual, corrí con los gastos y el Ayuntamiento colaboró con un almuerzo en el Alcázar. Quería que conocieran la ciudad y, en un momento de relax, uno me dijo: ¿quién te ha engañado para meterte en este lío?”, recuerda.
Siempre ha creído en las posibilidades de Sevilla para atraer a la industria de la música, incluso en los momentos peores, pues la crisis de 2008 golpeó con fuerza a su negocio. Hasta el punto de celebrar sólo tres conciertos en 2010. Ahora la situación es otra, el año pasado programó 20 y hace varios años que la venta de entradas se sitúa entre las 120 y 130.000 al año.
¿Necesita Sevilla más espacios escénicos?
La capital sigue adoleciendo de un gran recinto cubierto para la música. Es el hueco que pretende también cubrir el Sevilla Park, con un pabellón multiusos que lleva varado entre trabas burocráticas un lustro y que, al igual que lo que proyecta Bustamante, se apoya en una zona comercial que permita rentabilizar la inversión. La parcela del auditorio, de 25.000 metros cuadrados, tiene todavía disponibles 9.000, en los que es posible edificar. “Se puede dotar de otros elementos anexos al auditorio que ayuden a amortizar la inversión necesaria para ampliarlo y cubrirlo: discotecas, bares, salas de exposiciones, salas pequeñas para conciertos, comercios y zona de ocio. Todo a un paso del centro y en un entorno que ya está preparado para ello”, explica Bustamante, admitiendo que el proyecto de Sevilla Park sería competencia directa.
La inversión prevista superaría los 30 millones de euros y reformaría un espacio diseñado acústicamente para la música, aunque pudiera tener otros usos, y con un aforo de entre 10.000 y 12.000 butacas con una cubierta que se pudiera retirar algunos meses del año. “Ya se han dado los primeros pasos, cuento con el compromiso de grupos inversores y ahora quiero asegurarme de que no habrá ninguna traba política ni administrativa. De momento sólo he encontrado buena receptividad”, asegura el empresario, que quiere salvar también lo que considera que es un impedimento: el canal de la Expo. Esta franja, sin agua y llena de maleza, pertenece a la Junta de Andalucía y el PGOU de Sevilla permite construir en ella un parking o edificios de uso público. Una buena opción para el proyecto que requeriría, no obstante, de una cesión no contemplada en estos momentos y que, de producirse, permitiría ampliar el auditorio hasta 15.000 localidades con un voladizo bajo el que discurriría el acceso a ese aparcamiento.
¿Cuánto cuesta un concierto?
TCM Audivisión lleva 17 años gesetionando el Auditorio de la Cartuja, desde 2002, y todavía tiene firmados otros 13 años. En 2007 ya empezó a notar la crisis y en 2010 a Francisco Bustamante se le cayó el mundo encima. Fue a concurso de acreedores, una situación de la que ha logrado salir ordenadamente y ya empieza a crecer de nuevo, aunque su plantilla se ha visto reducida a la mitad actualmente. “Puedo mantener el auditorio porque vivo de mi empresa, yo presto el espacio y los servicios y exploto la barra y el promotor es quien se hace cargo de la taquilla y el caché del artista”, explica. Bustamante aspira a que no le cueste el dinero abrir las puertas del recinto, con capacidad para 8.000 espectadores. Este coste es de casi 20.000 euros: 15 sólo se van en seguridad, casi un centenar de vigilantes, y el resto se reparte entre atención médica, entre 10 y 12 médicos, y personal auxiliar, técnicos y camareros. En algunas citas se requieren hasta 300 trabajadores. El caché de los artistas oscila, según dice, entre los 10.000 y los 100.000 euros. El riesgo está en llenar o no el aforo. “Los buenos managers son los que miden bien las promociones, a veces es mejor optar por espacios pequeños y repetir dos días que dejar un aforo vacío, por eso hace falta espacios que se complementen”, apunta.
Bustamante asegura que dispone de la inversión y que también ha contactado con promotores de la industria de la música en vivo para presentar el proyecto, un sector en el que nadie duda de las opciones de Sevilla para convertirse en un gran destino para giras nacionales y también internacionales.
¿Hay espectadores para tanta infraestructura?
Bustamante habla con conocimiento de causa. Antes que en el Auditorio, se había embarcado en la gestión del Palenque. Fue en el año 2000 cuando empezó a “dar la lata y generar actividad” al firmar un contrato por 15 años que no expiró porque a los siete años la Administración decidió derribarlo con el argumento de que era incompatible con el parque tecnológico y científico. Luego, el proyecto que se diseñó para el solar, quedó varado. El Palenque era un espacio singular, cubierto pero a la vez abierto al exterior, con un escenario circular sobre una fuente, que permitía reunir a 1.500 personas, ampliable hasta más de 2.500 con algunas gradas supletorias.
El negocio de la música en vivo es complicado y resultaba ajeno a este empresario, cuyo origen está en una tienda de medios audiovisuales junto a la Casa Pilatos. Y todavía era mucho más difícil en una Sevilla que, después de la Expo, se instaló en la cultura del gratis total con un buen puñado de espacios escénicos. Ya no sólo estaban el Lope de Vega, el Álvarez Quintero y el Imperial. En más de una ocasión ha estado tentado de entregar las llaves, sobre todo en los años de crisis que arrastró a su empresa a un concurso de acreedores, y no es la primera vez que se pone al frente de un plan para reflotar este espacio escénico, legado del 92.
En 2004 estuvo casi a punto de conseguirlo, pues Agesa, la empresa heredera y gestora de los activos de la Expo, se comprometió a invertir en una cubierta del auditorio, lo que mejoraría y rentabilizaría mucho más esta instalación. Antes de fallecer, Eleuterio Población, el arquitecto que diseñó esta instalación cultural, redactó un proyecto para dotarla de una cubierta valorado entonces en seis millones de euros. Eran los planes que tenía previsto financiar el Estado, pero hubo cambio político y, sin más explicaciones, el plan quedó abortado.
Poder cubrir el recinto era una de los requisitos que puso sobre la mesa, porque en el contrato no pudo figurar, Bustamante cuando se hizo con la concesión del edificio. El empresario, lanzado al mercado audiovisual nacional tras la Expo, aspiraba a instalarse en su ciudad y había solicitado el Pabellón del Futuro para convertirlo en un espacio para congresos, un adelanto de lo que hoy es el nuevo Fibes.
Administrativamente no fue posible y acabó concursando por la concesión del Auditorio en una época en la que no se vendían entradas y él luchaba por cambiar esa dinámica con el Palenque. “Durante varios años no perdía demasiado porque vivía de los ingresos de la cerveza y la coca-cola que se vendía”, explica, lamentando ahora su decisión de convertirse durante unos años en promotor musical, una aventura que le costó el dinero.
¿Qué papel jugará TCM Audiovisión en este nuevo proyecto?
“Si todo sale adelante, se creará una sociedad de gestión, yo me desvincularé, aunque seguiré participando como concesionario del contrato con el Ayuntamiento, habrá que estudiar la fórmula mejor pero si lo consigo se habrá cumplido mi sueño al final ya de mi carrera”, apunta Bustamante, a quien le hubiera gustado inaugurar el nuevo auditorio con los premios de la MTV, “pero todavía nos quedan los Grammy”. Hoy, 20 años después, la industria mira hacia Sevilla.
Los premios de la MTV llegan sin un gran espacio
Sevilla está preparada para convertirse en el foco de la industria de la música, un momento que se consolidará definitivamente cuando en noviembre acoja la entrega de los premios de la MTV. La cita evidencia, eso sí, la principal carencia que tiene la ciudad en estos momentos: un gran escenario para macroconciertos, espacio que quiere ocupar Sevilla Park o bien el Auditorio de la Cartuja si amplía y se techa como tiene previsto. Ante su ausencia, la Plaza de España se baraja como lugar para el concierto de la MTV, pues la única alternativa disponible ahora sería un estadio, como el del Betis, pero la imagen icónica que se quiere proyectar de la ciudad no encaja. Esto le permitirá dar un salto a otros circuitos para lo que ya tiene un complemento esencial: una amplia red de escenarios. Exceptuando Barcelona y Madrid, Sevilla es la capital con más espacios tanto públicos como privados. Desde el Auditorio de Fibes o el Rocío Jurado, al Cartuja Center CITE, al Maestranza, Teatro Central, Lope de Vega, Alameda, Sala Turina, Quintero, Box o incluso el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, que acoge festivales. Recintos menores como el Teatro Távora, La Fundición, Viento Sur, Sala Cero, TNT. O salas para conciertos como Fun Club, Sala Custom, Malandar, Sala X, Even, La Sala o Fanatic.
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